POR PEPE MONTESERÍN. CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Celebramos con orgullo y furor la salida del armario de las lesbianas (femeninas y marimachos), los gay (afeminados y osos), las personas bisexuales y las transexuales (transgénero, travestis, drag-queen y king), pero el movimiento del arcoíris se olvida del lesbiano, es decir, el hombre a quien le gustaría ser mujer, asumir el rol de mujer y que prefiere las mujeres, y mutatis mutandis, la mujer que se siente hombre y le atraen los hombres, que vengo en denominar gaya. Metidos en minorías, nos olvidamos también de las personas hermafroditas y las que no congenian con género alguno, eunucas mentales, y de las que aman a otros mamíferos, invertebrados, etc. En esta magnífica diversidad de nuevo cuño tampoco deberíamos excluir a los entes conformes con su género, satisfechos o no, que, por cruel y misterioso encargo genético, sienten atracción por el sexo contrario.
Fuente: http://www.lne.es/