HIDROELÉCTRICA MORALA: “LA VIEJA” Y “LA NUEVA”
Jul 04 2017

POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)

En estos tiempos de centrales nucleares, energías renovables y temas por el estilo, a los menores de 60 años esto le sonará a “chino”, pero los mayores de Navalmoral y comarca conocen muy este tema: con permiso, a ellos va dedicado hoy.

Mis paisanos de Montehermoso conocen muy bien este asunto, ya que mi estimado Abundio Pulido se dignó en publicarlo para la posterioridad en su documento libro, por lo que ruego a ellos tengan hoy un poco de paciencia: les miércoles les toca….

En un capítulo que publiqué el 19 de abril (“El camino de los Palos”) expuse cómo en 1903 llegó la luz eléctrica a Navalmoral, que ahora amplío con este trabajo.

Entonces exponíamos cómo la intensidad y potencia eléctrica suministrada era irrisoria: la luminosidad era mínima y, además, se iba la luz «cada dos por tres» (especialmente en verano, o en épocas de tormenta y molienda), pues era prioritaria la acción de obtener harinas o aceites, para lo que se reservaba el agua de dicha garganta en épocas de sequía.

Unos años después -en julio de 1914- la «Sociedad Eléctrica Vasco-Extremeña«, con domicilio social en Bermeo (Vizcaya), pide permiso para instalar red, postes y transformadores (en el Canchigordo, el Rollo, las Angustias y Eras de Abajo), y suministrar así energía eléctrica a varios vecinos que la habían solicitado.

Esta nueva empresa traía la electricidad desde una central eléctrica que habían construido en Campillo de Deleitosa (en «El Cabronil», arroyo Torneros, que con el de Fresndoso forman la garganta “D escuernacabas”), a través de los Ibores y por Valdehúncar. La Corporación aprueba el proyecto con condiciones. Aún se mantiene el “acueducto” por donde discurría el agua hasta las turbinas, en un paraje maravilloso, frecuentado y filmado.

Más tarde, ya en 1923, otra nueva sociedad eléctrica -la de Francisco Arroyo- desea suministrar fluido a los particulares moralos desde Valdelacasa de Tajo.

Esta nueva central hidroeléctrica estaba ubicada en el río Tajo, junto al «molino de Tani» y a la antigua barca del camino de Villar del Pedroso a Valdeverdeja: por ese motivo, también era conocida como «Central de Valdeverdeja.

Todas ellas continuaban originando problemas por lo que, el 3 de mayo de 1926, se funda la «Sociedad Hidroeléctrica Morala, S.A.«, con personal y capital local (mediante “acciones” emitidas, adquiridas por los particulares que podían), que instala la central hidráulica en el Tajo, término de Belvís de Monroy. Comienza a surtir fluido, junto con la ya comentada de la garganta de Cuartos. Desde ese momento, la verata será denominada la “Vieja” (porque fue la primera); mientras que la protagonista de hoy era la “Nueva”, al ser más reciente. Instalan su primera sede en la calle Urbano González Serrano (donde más tarde el comerciante Juan Almeida instala su conocida tienda), que después traslada a esa misma calle, en la esquina de su bifurcación al “Perchel” (antigua casa de Mateo Parra).

La compañía morala irá, progresivamente, acaparando el sector eléctrico de nuestra localidad y comarca. Empresa modélica en bastantes aspectos, por cuya Junta Directiva pasaron la flor y nata del empresariado, industria, comercio y funcionarios de Navalmoral; por lo que hoy le dedicamos este trabajo monográfico: Agustín Marcos Nieto («Amarnie», modélico empresario), Juan Francisco Dorado Ruiz (ganadero, arrendatario, elaborador de carbón vegetal, accionista del Centro de Fermentación de Tabaco de Navalmoral, concejal, etc.), Ildefonso Dorado Marjaliza (maestro, hijo del anterior), Vidal Toboso Martínez (máximo accionista, exconcejal y propietario de la fábrica de harina «La Favorita», la popular y desaparecida «Chimenea»), Florentino Alvarez Suárez (el regente de la fonda «Sampayo», concejal republicano y gran activista sindical), Martín Sarró Sánchez (administrador de “Amarnie” y presidente de “La Redentora”), Miguel Alfonso Gómez (famoso constructor), su hermano y también albañil Estanislao Alfonso, Urbano Millanes Sánchez (carretero y concejal), el abogado Félix Muñoz Díaz (administrador de los González Serrano), Ramón González Cid (“Almacenes Marcos”, primer alcalde durante la 2ª República y Presidente de la Diputación en 1936), Constantino Ballesteros Sánchez y Teodoro González Marcos (concejales y alcaldes ambos durante la República), Ricardo Rocha Ramos (industrial), Florencio Luengo Nuevo (industrial y juez municipal), Marcelino Sarró Sánchez (sindicalista de la CNT), Juan Bautista Becerra (médico), Teodoro Sarró Martín (escribientes de la Secretaría municipal), Eladio Palacios Cantos, Magdaleno Moreno, Florentino Martín González, etc.

En el apartado técnico brillaron el ingeniero Antonio Portas; así como los electricistas locales Felipe del Monte Gómez, Emiliano Gómez, Felipe Prieto, Ángel Rebate, mi apreciado Eustaquio Sánchez, etc.

Dos años después (1928), asume el suministro eléctrico público, al finalizar el contrato que tenía por 25 años su rival.

Y, partir de entonces, tuvo sus “luces y sombras”, sus años de bonanzas y otros con problemas en momentos puntuales: sobre todo por la deudas que los Ayuntamientos moralo y de la comarca (Belvís, Las Casas y Millanes) mantenían con ella a menudo, o las frecuentes averías originadas por las periódicas crecidas del Tajo, o los atentados del “maquis” en la posguerra.

Pero, como adelantamos, fue un proyecto muy positivo, comparable a otras actuaciones ejemplares de nuestro pasado (creadas y gestionadas por los vecinos): La Redentora, La Previsión Morala, el Centro de Fermentación de Tabaco, etc.

Hasta que, al construirse el embalse de Valdecañas, en 1958 tiene que cerrar siendo absorbida por el propietario del mismo, “Hidroeléctrica Española” (aunque, curiosamente y en los primeros años, quien nos suministró energía fue “Iberdrola”). Y allí, debajo de las aguas, permanece sumergida una parte de la historia morala…

Para finalizar, y ya que hemos mencionado las frecuentes averías (con el gran perjuicio que originaba a los moralos), recuerdo aquella coplilla local que decía así: “La Vieja, por la garganta;/ la Nueva, por la dentadura,/ a Navalmoral de la Mata,/ tienen a oscura,/ tienen a oscura… Haciendo alusión a la mencionada garganta de Cuartos, con escaso caudal en verano y excesivo en invierno o el deshielo primaveral; y a los engranajes de la del Tajo, que se rompían a menudo con las crecidas invernales o primaverales (entonces, que no estaba regulado con embalses).

En la imagen mostramos las instalaciones que albergaban las turbinas en el Tajo, donde se aprecia la primera edificación y la que se hizo después sobre ella pues, como decíamos, el Tajo se desbordaba con frecuencia (por eso se reforzaron los muros con vigas de hierro).

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