POR MIGUEL ROMERO, CRONISTA OFICIAL DE CUENCA
Durante la Regencia de María Cristina de Borbón, viuda de Fernando VII (1833-1844) y la llamada Década Moderada (1843-1853) ya bajo el reinado de Isabel II, se llevan a cabo una serie de Planes de Enseñanza que trataron de adecuarla según los ideales, moderado o progresista, en función del momento y los acordes políticos.
La Enseñanza Media se encontraba bastante desordenada y el tema de los Institutos se empieza a politizar convirtiéndose en bandera de los distintos grupos políticos.
La confusa situación de esta Enseñanza Secundaria empezará a recabar la atención de los políticos intelectuales, entre ellos Gil de Zárate, y comienza a estudiarse cómo mejorarlo en función de una base pedagógica. Este político afirmará que «la cuestión de la enseñanza es cuestión de poder: el que enseña, domina», y con ello intentaría dignificar la enseñanza, la que hasta ese momento, estaba siendo dirigida.
El Plan General de Instrucción Pública de 1836 decía en su Título II, Artículo 25: «La instrucción secundaria comprende aquellos estudios a que no alcanza la primaria superior, pero que son necesarios para completar la educación general de las clases acomodadas, y seguir con fruto las facultades mayores y escuelas especiales». En el mismo título, el Artículo 38 decía que «para ser admitido un alumno en los Institutos superiores habrá de someterse el interesado a un examen severo sobre las asignaturas obligatorias del Instituto elemental».
1. Creación y etapas del Primer Instituto de Enseñanza en Cuenca
En 1844 se funda el primer Instituto conquense de Enseñanza Secundaria.
Entre 1844 y 1861, es decir, desde el año de la fundación del primer Instituto conquense, hasta su traslado al Parador de las Escuelas, locales pertenecientes a la obra pía fundada por el Sr. Antonio Palafox, el que fuera Obispo de Cuenca, este centro cumplirá sus funciones y atenderá a las demandas de aquellos niños que tuvieran capacidad para aprender, siendo clausurado oficialmente el año 1850.
Entre el año 1861 y 1875, momento clave, pues abarca desde la inauguración como obra pía de Palafox, hasta la tercera guerra carlista y sus episodios conquenses, será una etapa contrapuesta, pues a un periodo interesante en desarrollo y consideración, incluso con la creación en 1865 del Colegio de Internos. El momento más difícil y grave vendrá originado con la conquista carlista de la ciudad en 1874 que provocará la destrucción de todo el material del Instituto.
Hay una tercera etapa, entre 1875 después de finalizar la contienda carlista, hasta el 1946 momento en que se inaugurará el edificio actual del Alfonso VIII. Hay en este periodo una consolidación pedagógica importante y aunque habrá que tener en cuenta dos momentos claves, la Segunda República Española y la guerra civil de 1936. El primero de ellos, con la consolidación de una interesante renovación pedagógica.
Una última etapa, desde 1946 a 1979, será el momento álgido de este centro de Enseñanza Media con la creación de la revista «Perfil» (1949-1979) y la consolidación del propio edificio que irá evolucionando en función de la vida social de la ciudad, analizando la interrelación que se va a dar entre el sistema de enseñanza y el sistema social imperante, entendiendo este último como el conjunto de sistema productivo, organización político-institucional y relaciones sociales propias de las diferentes etapas por las que irá pasando.
2. Desarrollo de cada etapa hasta las guerras carlistas, en función de los acontecimientos
Entre el 1835 y 1845 se abren en España los primeros treinta Institutos de Segunda Enseñanza, siendo uno de ellos el de Cuenca que abre el 5 de octubre de 1844, aunque su apertura fuera en diciembre. Fueron dos peticiones las que se necesitarían para tal concesión y en el discurso inaugural editado en la imprenta del Padre Mariana, el Director Olallo dijo; que “la Provincia de Cuenca tendrá todavía un motivo más de agradecimiento porque gozará del beneficio de poder enviar al Instituto a nueve jóvenes, procedentes de sus nueve partidos judiciales, quienes serán mantenidos y educados a expensas de la Excma. Diputación y servirán de núcleo al colegio de alumnos internos que en lo sucesivo debe establecerse”.
Una comitiva salió de la Diputación Provincial llegando hasta el edificio de la Merced, donde quedaba establecido el dicho Instituto.
Tras el acto académico, hubo refrescos, se corrieron vaquillas y se celebró un baile por la noche. 59 alumnos constituían la matrícula de ese primer curso. A partir de entonces, la evolución del propio centro educativo y sobre todo su primera sede, le permitió estar cerca a los centros de poder de la época al encontrarse en pleno casco histórico. Ubicado en la iglesia de la Merced, hasta 1861 centró la atención neurálgica de la ciudad patrimonial, en aquellos momento, demográficamente consolidada. Aún así, su vida no fue nada fácil.
Solamente serían seis los años de duración como Instituto, al ser suprimido el 4 de octubre de 1850. La iniciativa popular y ciudadana exigió su reapertura, ante la decadencia de la enseñanza en nuestra ciudad y, por fin, fue reabierto un año después, en septiembre de 1851, en virtud de una Real Orden del 5 de agosto.
No era fácil en aquellos tiempos definir la Enseñanza Media o Segunda Enseñanza, pues recordemos que aquellos momentos políticos generaron una confusión social y educativa, al ser tiempos de cambio como consecuencia de la Desamortización del gobierno de Mendizabal y en ello, la problemática de la Enseñanza dirigida por las congregaciones religiosas. (BOIP, tomo VIII página 5, relata el acto inaugural del Instituto en fecha 3 diciembre de 1844).
En estos primeros años del Instituto tuvo una existencia precaria, débil y enfermiza, en palabras de Enrique Guerrero, empezando con una matrícula escasa, no superior a 50 alumnos, incluyendo los alumnos pertenecientes al Colegio de Escolapios de Almodóvar del Pinar que llegaban después de haber tenido la enseñanza básica de la gramática latina, retórica y primeras letras. Hasta el curso 1952-53 no se logró superar los cien alumnos, número considerable teniendo en cuenta que la población de la provincia en 1857 era de 229.959 habitantes, de los que 7.610 eran de la capital.
Sus primeros directores fueron don Olallo Díaz y don Francisco Lacueva, los cuales tuvieron que dedicar la mayor parte de su tiempo a solucionar problemas materiales que pedagógicos.
La razón de su cierre, aunque no está muy claro, vendría determinada por la situación estructural del edificio de la Merced, poco adecuado, y algunas otras circunstancias de carácter político que le iban a llevar a su cierre el 4 de septiembre de 1850, haciendo un daño terrible a la ciudad. No hay duda, y así lo afirman los documentos y parte de la investigación que mucho tuvo que ver la Iglesia en aquella decisión -especialmente el Obispado conquense-, primando en parte una decisión muy particular que no era otra que ampliar el Seminario. Era un grave problema, si tenemos en cuenta las necesidades que debía cubrir el nuevo espacio a buscar para su ubicación, pues un mismo local debía albergar, el Instituto, la Escuela Normal de Maestros, la gratuita de niños, la vivienda del Director, el regente y el portero con sus respectivas familias y eso era difícil en los barrios de la ciudad nueva. Solo se liberaba la parte dedicada al Seminario que, a partir de ese momento, se quedaba en la Merced.
Empezaron a estudiar diferentes opciones que se ajustasen a las necesidades y a la ubicación en lugar céntrico. Entre ellas, el convento de San Felipe Neri, también el Colegio de Jesuitas, el edificio de la Trinidad, la Casa Grande situada en Carretería o el Parador de las Escuelas, y ninguno de ellos se adoptó como adecuado, a excepción del último cuyo análisis generó un tiempo.
Después de analizar los pros y contras, por Real Orden del 1 de marzo de 1836 se concedían los edificios del Parador de las Escuelas como futuro Instituto sin necesidad de indemnización. Sin mayor pérdida de tiempo se dio lugar al inicio de las obras para lo que se contaba con 72.000 reales, ahorrados por el Instituto en años anteriores y con 30.000 reales que ofreció la Diputación Provincial. Cuando todo parecía que iba viento en popa, se complicaron las cosas al exigir instalar dentro del mismo edificio las oficinas públicas, un cuartel militar y el cuartel de la Guardia Civil. Todo ello, llevó a pensar en cerrar el Instituto por segunda vez y en su compensación pedirle al Seminario el que se pudiera crear una nueva cátedra. Sin embargo, una nueva Orden de 1 de julio de 1858 confirmaba la de dos años antes y anotaba una cláusula en la que «se indemnizaría a la obra pía».
3. El Instituto Palafox
El presbítero Bernardo Gómez de Segura, que fue director del Instituto desde 1851, fue el impulsor del cambio, pues el número de alumnos aumentaba tras los primeros 59 de 1844. En Palafox se hicieron las obras pertinentes para adecuarlo como Instituto.
El día 6 de septiembre de 1861 tenía lugar la apertura del curso 1861-1862 con lo que quedaba inaugurado «un nuevo templo consagrado al culto de las ideas fundamentales de los conocimientos divinos y humanos». Este nuevo templo era el parador de las Escuelas de la obra pía del Sr. Palafox y para todos empezaba una nueva etapa en la vida del Instituto de Cuenca.
Entre el año 1861 momento de la inauguración hasta el 1874 abarcará una etapa de desarrollo y dinamismo. En 1865 se crea el llamado Colegio de Internos y eso ayudará a los alumnos más necesitados de la provincia, llegando desde Almodóvar del Pinar y Huete, especialmente. Luego, los ataques carlistas a la ciudad: el primero de Santés en 1873 y el de doña Blanca y Alfonso de Borbón en 1874 provocarán su cierre, generando además en ese último hecho la destrucción y pérdida de toda la biblioteca y material del Instituto donde estaban todas las memorias de cada curso.
Como curiosidad, la primera alumna, Dª. Ana Sánchez Vera, había superado el examen de ingreso en 1878.
4. Claustro de profesores en el curso 1910-1911
El cuadro de profesores para el Curso 1910-11 del Instituto General y Técnico de Cuenca, entre el que destacaba Juan Giménez Aguilar (Cano), estaba compuesto sólo por hombres. Este era “el personal facultativo”:
Director: Jaime Fernández Castañeda y Valle.
Vicedirector: Juan Jiménez Cano (Juan Giménez de Aguilar)
Secretario: Joaquín López Barrera.
Catedráticos numerarios:
Ramón Torres Carralero, Jaime F. Castañeda, Joaquín López Barrera, Juan Jiménez Cano, Constancio F. y Ortega, Tiburcio J. De la Fuente García, Pedro Prieto Martín, Alfonso Pogonoski M., Antonio Jaén Morante.
Profesor de Caligrafía: Justo Castreño Sáez.
Profesor de Religion: Eusebio Ramírez de la Torre.
Profesor de Dibujo: Benito López Chust.
Profesor de Gimnasia: Juan Martínez Gabas.
Auxiliar de la Sección de Letras: Manuel Alba y Pardo.
Auxiliar de la Sección de Ciencias: Teodoro Jarabo Parrilla.
Ayudante de la Sección de Letras: Juan M. Sanemeterio Ruiz y Pedro T. Alcázar Madina.
Ayudante de la Sección de Ciencias: Luis Adalid y Costa.
Profesores de Magisterio
Profesor de Pedagogía: Cayo J. Martínez Checa.
Regente de la Escuela Graduada y Profesor de Gramática: Ramón Martínez Suárez.
Auxiliar de Derecho y Legislación Escolar: Carlos V. Carretero.
Bibliotecario: Rogelio Sanchiz.
Oficial de Secretaría: Millán Catalina Martínez.
En 1921 logró, por oposición, la Cátedra de Lengua y Literatura Francesas del instituto, Dª. Luisa Alonso Duro y Guerra, que reclamaba para sí haber sido la primera mujer que entró en un claustro de catedráticos en España.
5. Instituto de Enseñanzas Medias «Alfonso VIII»
Siguiendo la expansión urbana a través del cerrillo de San Roque, parque de los Moralejos y vega del propio río Júcar, el instituto cambia de sede y, en 1946 se instala en la calle Lope de Vega 1, ya con el nombre de “Alfonso VIII”, con subida escalonada desde la calle Astrana Marín (ahora peatonal). En esta época comienza su andadura la revista del centro, “Perfil”, en 1949. Bastantes años después se inaugura el museo “Juan Giménez de Aguilar” en 1993, dentro de las instalaciones del centro y que conserva y expone nuestro patrimonio. El centro custodia también un importante archivo, con el nombre de “Juan José Gómez Brihuega” y su extensa biblioteca, denominada “Juan Martino Casamayor”.
Finalmente, el 31 de octubre de 2014 le fue concedida al instituto la Medalla de Oro de la ciudad de Cuenca por parte del Ayuntamiento. La entrega se realizó en el Teatro-Auditorio el 14 de diciembre y contó con la presencia del Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, antiguo alumno del Centro, D. Santiago Grisolía. Por todo lo anterior y el patrimonio educativo que atesora, el 16 de junio de 2015 fue declarado Instituto Histórico de Castilla-La Mancha.
El IES Alfonso VIII ha vivido todos los cambios legales desde la Ley Pidal a la L.O.M.C.E.; ha residido en cuatro sedes distintas, y por sus aulas han pasado decenas de miles de alumnos desde los 59 del primer curso a los 875 de hoy. Una larga historia que asienta un brillante futuro.
Aunque de manera provisional, el centro ha seguido descendiendo hacia el Júcar, encontrándose en la actualidad, y hasta la vuelta a su sede junto al barrio de Los Moralejos, en la calle Avda. Juan Martino, s/n. Este anhelado regreso se producirá, si nada se tuerce, el próximo curso 2020-2021. Parece que el alma trashumante conquense también ha impregnado nuestro centro.
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Reconocimientos y situación actual
La concesión de la Medalla de Oro de la Ciudad de Cuenca en el 2014, por parte del Ayuntamiento, al IES Alfonso VIII, que ha cumplido 170 años desde sus inicios.
Este centro fue creado por Real Orden de 5 de octubre de 1844 -tal y como ya hemos dicho- y por acuerdo de su claustro fue declarado Instituto Histórico de Castilla La Mancha, según lo dispuesto en la Orden de 9 de junio de 2014, firmado por la Consejería de Educación Cultura y Deportes del citado gobierno regional. Debido a la importancia del patrimonio conservado en el Centro como son objetos científicos, mobiliario, mapas, colecciones discográficas, bienes bibliográficos y documentales, así como material didáctico, la citada Consejería declaró, mediante Resolución de 16 de junio de 2015 firmada por la Dirección General de Organización, Calidad Educativa y Formación Profesional, a nuestro centro Instituto Histórico de Castilla La Mancha. Entre las obligaciones y derechos que establece dicha declaración, destacamos las recogidas en el artículo 7 de la Orden y que regula:
c) La obligación de mantener y conservar el Patrimonio cultural objeto de la Declaración, según la ley 4/2013 de 16 de mayo de Patrimonio Cultural de Castilla La Mancha.
d) El acceso a un tratamiento singular, según las condiciones que se establezcan, en lo referente a dotación de recursos humanos y económicos destinados a abordar la conservación del patrimonio».
BIBLIOGRAFÍA
FERNÁNDEZ CURSACH, Juan; Apuntes para una historia del Alfonso VIII. Los orígenes del Instituto. Olcades I y III. Cuenca, 1981
CRONOLOGÍA
Fuente: web IES Alfonso VIII
3-12-1844. Nace el Instituto de Cuenca. En el acto de inauguración, y tras los pertinentes discursos, se capearon unas vacas «al estilo del país» y por la noche hubo baile en el salón de sesiones de la Diputación. Don Olallo Díaz fue el primer director. El segundo director fue don Francisco Lacueva. Dejó de serlo en 1850, año en el que se clausuró momentáneamente el Instituto, debido, entre otras causas, a la precaria situación del edificio.
En 1861 el Instituto se traslada al Parador de las Escuelas, local perteneciente a la obra fundada por el obispo Palafox. Se adquirieron estos locales gracias, en parte, al diputado y senador don Fermín Caballero, natural de Barajas de Melo.
A partir de 1866 es director don Máximo Moraleda. El Instituto va sufrir múltiples vicisitudes debido a la Revolución de 1868. La situación de España era confusa y esto se transmitió al Instituto. El señor don Mariano Sánchez Almonacid le sucedió tras una época en la que incluso volvió a llamarse a don Bernardo para hacerse cargo del centro.
Tras la invasión carlista de 1874 prácticamente todo el material del Instituto es destruido. No obstante, en nuestro Museo Giménez Aguilar podemos encontrar algunos instrumentos científicos de la época
El 12 de noviembre de 1946 se inaugura el edificio del Instituto en la calle López de Vega, su ubicación actual, que desde los últimos ocho años se encuentra en obras. El director era don José María Viqueira. El Centro contaba con 620 alumnos matriculados. En este edificio fue creado el Museo Juan Giménez Aguilar en el que se ha conservado una parte importante de instrumentos científicos de física y una buena colección de animales, todos ellos pertenecientes a la primera dotación de los centros de Enseñanza Media para los laboratorios de Física y Ciencias de la época.
Desde 1946 en adelante, se han acometidos diferentes reformas en el edificio para acomodarlo a las necesidades del siglo XX. El Centro ha ido aumentando en matricula de alumnos y en reconocimiento social dentro de la ciudad.
En septiembre de 2008 el Instituto se traslada provisionalmente a un edificio recién construido, el IES nº 7, mientras se acometen las obras de remodelación integral en el edificio de C/Lope de Vega. De ello ya han pasado seis años.
En septiembre de 2020 el Instituto vuelve a su edificio de la calle Lope de Vega/Astrana Marín, con nuevas instalaciones deportivas, totalmente remozado y en calle peatonal.
Fuente: https://www.lifecuenca.es/