LA RUTA GUIADA SERÁ LLEVADA POR EL HISTORIADOR ÁLVARO HERNÁNDEZ Y EL PERIODISTA DE ‘LA VERDAD’ Y CRONISTA OFICIAL DE MURCIA ANTONIO BOTÍAS.
Un recorrido por el centro de la ciudad para descubrir su patrimonio material e inmaterial
Sobre los restos de la ciudad islámica que dio origen a Murcia -Mursiya- se levantan hoy muchas ‘murcias’, algunas visibles a los ojos de cualquier mortal, otras ocultas tras remozadas fachadas, plazas y calles transformadas, y, en la mayoría de los casos, veladas por el paso del tiempo, la débil memoria colectiva y la ausencia de canales de transmisión efectivos y perdurables.
Por eso, la propuesta que mañana, a partir de las 12.30 horas, hacen el historiador Álvaro Hernández, profesor invitado de máster de la UMU, y Antonio Botías, cronista oficial de Murcia y periodista de ‘La Verdad’, es una oportunidad única para descubrir historias y leyendas de una ciudad cuyo casco histórico «conserva todo su trazado medieval, salvo por la construcción de la Gran Vía y Alejandro Séiquer», constata Álvaro ante el plano en el que, junto a Antonio, ultiman los detalles del ‘legendario’ recorrido.
En la plaza de Santo Domingo comienza este paseo, incluido en el programa ‘Lectura Street’ que el Ayuntamiento ha organizado para sacar las bibliotecas a la calle. En él repasarán ocho siglos de historia, arquitectura y arte; conocerán leyendas y acontecimientos recuperados de antiquísimos legajos; y visitarán la historia de célebres e insignes murcianos, y también de otros populares por los sucesos que protagonizaron. En definitiva, descubrirán la ‘Murcia que (ya) no vemos’ en poco más de kilómetro y medio de estimulante paseo por el centro del casco urbano.
‘Lectura Street’
Sábado.
De 10 a 14 horas, el Ayuntamiento de Murcia convierte la calle Basabé en una biblioteca al aire libre para difundir las actividades y servicios que ofrecen las bibliotecas municipales. Se instalarán sillas y estanterías con libros para que se pueda leer en la calle y de manera gratuita. Además habrá mesas para jugar al ajedrez y un escenario donde se llevarán diversas actuaciones.
Programa.
A las 10 h.: curso de iniciación al ajedrez; a las 10.30 y 13 h.: espectáculo de títeres ‘Los Recicladores’; y, a las 12 h.: ‘Hecho en casa’, con La Mandarina.
Punto de información.
En la Caseta de Santo Domingo para acercar todas las actividades y servicios de Red Municipal de Bibliotecas de Murcia a los ciudadanos.
Ruta histórico-literaria.
Guiada por el historiador Álvaro Hernández y el periodista de ‘La Verdad’ y cronista oficial de Murcia Antonio Botías, comenzará a las 12.30 horas en la plaza de Santo Domingo y concluirá en las inmediaciones de la Catedral. Es conveniente inscribirse antes de las 12 horas en el punto de información.
A salto de tapa.
Si el recorrido histórico-literario ofrece la oportunidad de alimentar el conocimiento, no es menor la posibilidad de alimentar el cuerpo con productos de la gastronomía murciana. Empezando por Santo Domingo y el cercano Paseo Alfonso X, antes de iniciar la ruta; pasando por la amplia oferta de la plaza de Santa Catalina y de Las Flores, efervescente a mediodía; y las inmediaciones de la Catedral: plaza Cardenal Belluga, plaza de Los Apóstoles y calle Trapería.
Sobre lo que fue la plaza del Mercado hasta el siglo XIX, precisamente por ser la ubicación histórica del mercado de los jueves: ya en 1266 hay privilegios reales para los comerciantes, la cita era ese mismo día y siguió haciéndose invariablemente en Santo Domingo hasta 1685.
Aquí se levanta hoy la iglesia de Santo Domingo, reminiscencia del convento dominico que ocupó la zona en el siglo XIII. Esta plaza, que también lo fue de ajusticiamientos, mercado real de la sal y coso taurino, reúne singulares edificios, huellas de todos los tiempos: la capilla del Rosario (siglo XVI) y el arco de Santo Domingo (paso elevado que une desde el siglo XVIII el palacio Almodóvar, casa familiar levantada en el siglo XVII y sobre cuyo pórtico permanecen vigilantes los ‘salvajes’ o ‘tenantes’ que fueron custodios de tan altos linajes y proliferaban por la ciudad en los edificios de época; y la Casa Cerdá y el Colegio Cierva Peñafiel (ambos edificios modernistas de estilo ecléctico, el segundo de ellos obra del reconocido arquitecto Pedro Cerdá, autor también de la fachada del Casino).
Por la calle Basabé, mañana convertida en activa biblioteca al aire libre, pisarán sobre lo que fue el huerto y antiguo cementerio dominico sobre el que se edificó el Teatro Romea en 1862 (Teatro de los Infantes) y que le valió la triple y famosa maldición al singular coliseo. Una historia que les recordarán gustoso Álvaro Hernández y Antonio Botías. Frente a los palacios de González Campuzano y Vinader (ambos del s. XVIII) aprenderán cuál era la tipología de estas casas señoriales del Siglo de las Luces que aún permanecen en pie, del mismo modo que tendrán noticia de que, hasta fechas muy recientes, permanecieron muchos otros que cayeron fruto de las primeras ‘promociones’ urbanísticas y remodelaciones urbanas: el de los Vélez, prolongación del Convento de Las Claras, hoy ocupado por el paseo Alfonso X, aunque sus columnas se conservan en el altar de San Antolín; el Palacio Riquelme en Jabonerías, fachada hoy en la portada del Museo Salzillo; la Casa de la Cruz, en la antigua plaza de Martínez Tornel; el Huerto de las Bombas, cuya portada se conserva en el jardín del Malecón; el Palacio del Contraste de la Seda, originalmente en la plaza de Santa Catalina y, pese a ser BIC, hoy solo se conserva su portada en el Mubam…
Así hasta más de 90 casas señoriales, palacetes y conventos que cayeron bajo las palas para levantar nueva ciudad sin respetar la antigua, va detallando el historiador, autor de un libro en el que da cumplida cuenta de los desmanes que se prolongaron desde el segundo tercio del siglo XIX.
Conscientes del patrimonio material perdido, paseen por la calle Jabonerías, uno de los ejemplos ‘vivos’ de cómo la ciudad medieval se distribuyó por gremios; también han sobrevivido otras reminiscencias como Platería, Trapería e incluso Alfareros.
Ya en la plaza de Esteve Mora, podrán pisar el kilómetro cero de la Región, marcado en una fachada con una placa, una curiosidad bastante desconocida para los murcianos, que ya no podrán saber de otro Palacio Riquelme que también cayó en el siglo XX.
Muy cerca, Platería adelante, llegarán al ensanche de la Plaza Jofré. Allí estuvo el Palacio Joufré, Jufré o Jofré, bajo el que –cuenta Botías– nacía uno de los legendarios túneles islámicos, «este conectaba con el Alcázar Mayor, hoy bajo la iglesia de San Juan de Dios». De nada de ello queda rastro alguno.
Pasando por la iglesia de San Bartolomé, verán el nacimiento de la calle Sociedad, en la que estuvo la Real Sociedad de Amigos del País -hoy, la que fue su sede ya no existe-, donde trabajó como conserje el abuelo de uno de los dos Nobel murcianos, Jacinto Benavente. También en esta calle residió el Licenciado Cascales, un erudito y humanista murciano que vivió a caballo del siglo XVI y XVII.
Por la calle Santa Catalina cruzarán la gran arteria de la discordia (Gran Vía): a su construcción debemos haber perdido irremediablemente uno de los mejores vestigios de la Murcia islámica, los baños ya citados; y también el convento de las Justinianas y las Capuchinas; la Casa de la Cruz de la familia Pareja; y el arco del Palacio del Vizconde de Huertas, en lo que hoy es la plaza de Santa Isabel; entre otras muchas relevantes arquitecturas desaparecidas.
Cuando lleguen a Santa Catalina estarán en lo que fue la plaza Mayor, epicentro de la vida de la ciudad y lugar de ajusticiamiento de herejes y brujas, entre ellos una monja que decía estar en posesión de unos anteojos que le permitían ver a la gente desnuda.
Allí hubo soportales, la Torre del Reloj que marcaba el pulso de la ciudad, derribada por un terremoto; la Real Carnicería o mercado de la carne; el llamado Contraste de la Seda, en cuyo lugar se construyo en 1933 el monumental edificio de La Unión y El Fénix -su escultura corona hoy, sobre la cúpula, esta plaza-; y la campana del toque de queda.
Por la calle Pascual llegarán hasta Madre de Dios, que se prolonga más allá de la Gran Vía. En esta misma vía, justo al otro lado de la arteria principal, está la calle Puxmarina, llamada durante siglos el callejón del Cabrito. Nombre que se debe a la leyenda de un zapatero borracho que maltrataba a su mujer, al que una noche persiguió el mismísimo demonio en forma de cabrito. Y, por fin, por la calle Frenería entrarán en la plaza del Cardenal Belluga, con el Imafronte al frente, «retablo en piedra de la historia de la Diócesis de Cartagena», apostilla Álvaro.
En esta plaza estuvo, frente al actual, el primer Palacio Episcopal, que llegó a tener un arco, sobre los soportales, para que el Obispo cruzara a la Catedral sin pisar tierra.
Aquí, leyendas, curiosidades e historia se amontonan, y también desmanes como el de la desaparición de un esqueleto burlón de los relieves de la Capilla de los Vélez en una intervención de hace tan solo unas décadas. Igual ocurre con las reliquias, «la de la Catedral era una de las colecciones más grandes de Europa», cuentan Álvaro y Antonio, y se detienen en la leche virginal, que se licúa el día de la Asunción. Y, «¿alguien la ha visto?», se preguntan.
Al final, escucharán tantas historias como sean capaces de contar Álvaro Hernández y Antonio Botías en un recorrido que se prolongará hora y media. Quizá el saber no ocupe lugar, pero sí exige dedicarle su merecido tiempo. Pepa García
Fuente: http://www.laverdad.es/planes/larutaconunpar/historia-leyendas-murcia-20171124003642-ntvo.html