POR JUAN PEDRO RECIO CUESTA, CRONISTA OFICIAL DE TORNAVACAS (CÁCERES)
Tornavacas puede presumir de tener en su término municipal, entre otros tesoros naturales y geológicos, el pico más alto de toda Extremadura (Calvitero, 2.401 msnm). Tornavacas, también dentro de su término, cuenta con cientos de hectáreas de monte y sierra, un enorme espacio que ha sido, históricamente, un medio muy aprovechado por nuestros antepasados. No solamente ha servido para el aprovechamiento ganadero, que ha sido el principal, sino que ha sido el medio de vida para muchos de ellos. Hoy día, con la dedicación mayoritaria al cultivo del cerezo, nuestros montes y sierras han quedado prácticamente solos, con la admirable excepción de algunas familias tornavaqueñas que aún mantienen en ellos sus cabezas de ganado.
En esta nueva entrada, que tiene directa relación con la sierra y con los extensos montes que rodean a nuestro municipio, vamos a hablar, principalmente, del lobo ibérico, un animal que ha poblado estos espacios hasta hace escasas décadas y que, a día de hoy, hay indicios de que nuevamente vuelve a estar habitándolos.
Desde hace siglos, este animal, siempre muy temido por los ganaderos, ha vivido en las montañas y sierras de grandes espacios del Sistema Central. Pero no ha sido el único, sino que también hay testimonios históricos que hablan de la existencia en nuestras sierras de otras especies de animales salvajes, como los osos, pues así lo confirman las referencias a este animal que se recogen en dos documentos de gran valor que a continuación citamos.
Por una parte, en el Libro de Montería del Rey D. Alfonso XI, escrito durante su reinado (1311-1350) por encargo de este mismo monarca castellano, son varias las referencias a la existencia del oso en diferentes lugares del actual Valle del Jerte. En dicho libro se cita a topónimos (Garganta de Becedas, Collado de las Yeguas…) e incluso a núcleos de población, ya por aquel entonces existentes (Asperilla, Ojalvo, Navaconcejo, Piornal…), como lugares caracterizados por ser o tener un «buen monte de oso».
Por otra parte, en las ordenanzas de la Villa de Tornavacas de 1560, un documento de enorme valor para conocer cómo era la villa en el siglo XVI y que fueron transcritas (y publicadas en 2004) por nuestro paisano Francisco González Cuesta, se dice que, en ocasiones, las vacas eran víctimas de los osos, una especie que desapareció hace siglos de nuestros montes y sierras y que hoy solamente se encuentra en zonas del norte de España.
Centrándonos ya en el lobo, señalar que también existen multitud de referencias históricas que nos hablan de este animal y de su presencia en nuestros montes y sierras. En el Interrogatorio de la Real Audiencia, elaborado en el siglo XVIII (1791), en la información enviada desde Tornavacas, se decía que «alguna vez se sale a matar lobos y otros animales nocivos y a buscar las camadas de cachorros en las cavernas de la sierra donde se crían». También, en los diccionarios geográficos del siglo XIX, en las descripciones ofrecidas de Tornavacas, se hace alusión a este animal. Más concretamente, en el publicado en 1833 y titulado Diccionario geográfico universal dedicado a la Reina Nuestra Señora (Tomo 9), cuando se habla de las sierras que circundan a Tornavacas, de ellas se dice que «abundan en caza mayor y menor, como también en lobos, zorros y garduñas».
Viajando ya hacia tiempos más recientes, en el siglo pasado, el XX, nos vamos a detener en dos curiosas e interesantes referencias que hablan de la presencia del lobo en nuestro pueblo.
La primera de ellas nos lleva a la década de 1910, más concretamente al mes de octubre de 1919, cuando un suceso ocurrido en nuestras sierras -sin especificarse el lugar concreto- saltó incluso a las páginas de periódicos de tirada nacional. «Un pastor ahoga a una loba», era el titular de la noticia que aludía a este suceso. Atendiendo a lo publicado en la prensa, citamos textualmente,
«en las sierras de Tornavacas, a eso de las doce de la noche, cuando se hallaba durmiendo el pastor Gregorio Martín Cuesta, fue despertado por un ruido que le alarmó.
Este ruido lo producían las cabras entregadas a su cuidado, que se cobijan en un corral de casi ninguna seguridad.
El pastor se dio cuenta de que estaba un lobo dentro del corral, y allá se dirigió sin arma ni palo.
Mozo robusto de veinte años, pudo sujetar a la fiera y ahogarla entre las manos. Resultó ser una loba».
La segunda referencia nos lleva directamente al tiempo de la Guerra Civil, más concretamente al año de 1937. En un documento hallado por el investigador hervasense Pedro Emilio López Calvelo y que él mismo, muy amablemente, nos ha facilitado, encontramos una información de enorme interés no solamente sobre el lobo sino también sobre los espacios en los que este se encontraba.
Este documento, que fue enviado desde el Ayuntamiento de Tornavacas al de Hervás y que, por su interés, reproducimos al completo, dice así:
«Estando autorizada esta Alcaldía, por el Excmo. Sr. Gobernador Civil de la provincia para dar una batida en este término municipal a los lobos, que están causando grandes destrozos en las ganaderías, se ha señalado para llevar a efecto la misma los días 10 y 11 del actual [octubre de 1937], distribuidos en la forma siguiente: el día 10 se darán en las Dehesas Tejadillo, Talamancas, Cardenal, Campana y Cerro del Palo, que limitan las mismas con los pueblos de Jerte, Hervás, Candelario, Solana y Casas del Puerto de Tornavacas [hoy Puerto Castilla], y el día 11 se batirá las Dehesas Sillares, Garganta, Angostura, Hornillo, Redondo, Asperones, Serrada y Dehesa Boyal, que limitan con Casas del Puerto, Guijo de Santa Bárbara, Aldeanueva de la Vera y Jerte.
Lo que tengo el gusto de poner en conocimiento de V.[sted] para que lo haga saber a ese vecindario a fin de que los expresados días no transiten persona alguna por los terrenos colindantes».
La presencia del lobo en nuestro entorno ha quedado reflejada en algunos topónimos que, aún hoy día, se siguen conservando tanto en Tornavacas como en los pueblos más próximos al nuestro: Arroyo de Lobo Negro o Peñalobos (en Tornavacas) y Hoya de los Lobos o Cuerda de los Lobos (en término de Jerte), son una buena muestra de ello.
Y, ya para finalizar, señalar que muy seguramente estos testimonios documentales nos traigan a la memoria las historias que, sobre los lobos, hemos escuchado a nuestros mayores, pues muchos de ellos han pasado una buena parte de su vida en la sierra, como nuestro bisabuelo Pedro Cuesta Martín, cabrero y una mente privilegiada que atesoraba decenas de historias sobre estos animales que poblaban nuestros montes y nuestras sierras, esos espacios que son también un patrimonio muy valioso del que los tornavaqueños podemos -y debemos- estar muy orgullosos.
FUENTE: https://senderosdelahistoria.blogspot.com/2024/05/historias-de-tornavacas-xiv-el-lobo-en.html