HISTORIOGRAFÍA DE LAS CALLES DE ULEA: CALLE CERVANTES
Feb 09 2022

POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

Calle Cervantes

La localidad murciana de Ulea ha tenido y tiene, Corporaciones Municipales sensibles a los eventos culturales nacionales, provinciales y comarcales. En este caso que nos ocupa se rememora  la gran obra literaria «Don Quijote de la Mancha” y, en honor a ella, se le dedicó una calle del pueblo a su insigne escritor Don Miguel de Cervantes y Saavedra.

Sí, al tramo de calle que enlaza con El Callejón de «las Cuatro Esquinas», que da continuidad a calle Alta y la Calle de Arriba por el norte, y con la Plaza de la Constitución y su confluencia con la Calle José Antonio por el sur, se le denomina «Calle Cervantes”.

Cuando en el año 1492, los propietarios Francisco López y Mara Piero cedieron el solar donde se edificó el Ayuntamiento, a la actual Calle Cervantes que era, sencillamente, un «camino vecinal o camino de cabras» que iba desde la  montaña, bordeando el brazal, hasta la orilla del río Segura, se le denominaba «Camino de la Cuna» y, el solar colindante; en donde se edificó el Ayuntamiento Municipal: «El Sitio de la Cruz».

En aquella parcela de terreno se construyeron unas caballerizas en donde se alojaban caballos y mulas propiedad del Ayuntamiento; caballerías que utilizaban los miembros de la Corporación Municipal, para efectuar sus desplazamientos oficiales, bien a lomos de las caballerías o bien en tartanas oficiales o particulares.

Estas caballerizas estaban ubicadas en la cuadra existente, hasta hace pocos años frente al Ayuntamiento, propiedad de los herederos de Isidoro y Lola (los de la Correa).

Esta calle angosta y empinada, adornada con macetas variopintas, supone la admiración de los visitantes y de todos los uleanos que apostados en la esquina del Ayuntamiento y la confluencia con la calle José Antonio, contemplamos un verdadero jardín semejando a las floridas callejas de Córdoba y Granada. Dicha calle Cervantes, tiene a su derecha una hijuela que enlaza con el bloque de casas que conforman «El Peñón del Alto» y, recibe por el lado derecho la confluencia de un pequeño callejón qué, aunque es una ramificación de la calle José Antonio, se trata de la conexión con «El Peñón del Alto».

Allí, al comienzo de la calle Cervantes, en el primitivo edificio del Ayuntamiento, en el primer piso, estaba ubicada la mazmorra o cárcel inmunda del pueblo; cuyas dependencias carecían de ventilación e iluminación. Dicha mazmorra tenía un solo ventanuco que daba al antiguo camino de «La Cuna» actual calle Cervantes.

Hacinados, mal alimentados y con una deplorable higiene, enfermaban y fallecían los presos qué, salvo raras excepciones, estaban confinados por haber robado una gallina o los huevos que habían puesto; o bien alguna fruta de las huertas cercanas. Todo ese era su delito.

Debajo de esa pequeña ventana oscura e inmunda, se posaban los familiares de los reos sobre todo las madres para ver si alguno se asomaba o les gritaba algunas palabras. Los familiares, apostados en el inicio de la calle, les hablaban en voz alta, pero, como el famoso Hidalgo Don Quijote de La Mancha vociferaba al amparo de los famosos molinos manchegos y apenas le oían los moradores del Toboso, tampoco ellas oían a sus seres queridos con el fin de comprobar si seguían vivos, enfermos o muertos.

En el trayecto de la Calle Cervantes que une las calles Alta y Arriba, existe un camino por donde se accedía a la Ermita de San Sebastián y, más adelante, el singular paraje de la familia Ruiz Palazón «Los Cuevas». En la parte sur de dicha calle, existe un callejón que une las calles Cervantes y José Antonio. Callejón angosto, empinado y con poca iluminación, solamente tenía una farola en la esquina de la casa de Asunción de Juan Francisco. Pues bien, a este estrecho callejón, se le denominó, por todos los uleanos, «El Callejón del beso, de las pláticas y del achuchón», nombre con el que le bautizó «el tío Victoriano Garro», que vivía en la casa aledaña a dicho callejón.

En dicha calle Cervantes vivían industriales, comerciantes y panaderos, tales como Antonio López Martínez (el de la Sara), Antonio Abenza López (El Colorao), José Antonio López Garro (El Morenico), Emilio Yepes Herrera (Emilio el Yepes), Gaona y otros más.

Sí, a esta calle estrecha, empinada, escalonada y florida  que sigue perdurando a través de los tiempos, en Ulea, y une la Plaza de la Constitución y la calle José Antonio, con la calle Arriba y la calle Alta; recibe el nombre de «Calle de Cervantes».

FUENTE: CRONISTA

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