POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA,CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Desde el año 1743 a esta calle, una de las 16 calles rotuladas con su nombre de Ulea, se le denominaba «Calle del Arrabal”. Dicha calle era un ramal nacido desde la antigua Calle Mayor, en la actualidad «Calle O´Donnell», a la espalda de la casa de Joaquín Carrillo «el de los muebles» (hoy solar ajardinado) y la casa de Hilario López por el lado norte. Desde allí partía la calle Arrabal que era para los vecinos un barrio anexo hasta el punto de que algunos eruditos la consideraron como un apéndice pobre, labriego y analfabeto, del pueblo, por lo que las relaciones eran un tanto distantes del resto de la población.
Esta calle, donde vivían vecinos sencillos y laboriosos, comienza a la altura de la «Calle O´Donnell» y acaba su itinerario en la confluencia de la «Calle Nueva» y en el nacimiento de la Calle «Heredia Spínola».
Como ocurre con la Calle Nueva, El Arrabal es una calle principal larga, ancha y soleada pero con numerosas hijuelas radiales que dan una configuración especial. A 30 metros de su nacimiento, pasada la casa de José Moreno «el de la punta del pueblo» y la de María Garro, del Moreno, dicha calle Arrabal discurre paralela por la parte superior, a la calle «Carretera del Molino»; hasta enlazar con la «Calle Nueva».
Durante muchos años las diferencias vecinales con el resto de los habitantes del pueblo eran abismales. Allí vivían los labriegos, esparteros, arrieros, carreteros, horneros y panaderos, estraperlistas, tenderos, barqueros y personas con inquietudes sociales y culturales.
Poco a poco, las relaciones de los dos estratos del pueblo fueron haciéndose más fluidas. Se comenzó con el deporte, antes se formaba un equipo de fútbol distinto al de Ulea, con el que se enfrentaba con una rivalidad inaudita y por supuesto, las relaciones sentimentales entre unos y otros eran una excepción. Afortunadamente, la honorabilidad de unos y otros, y la comprensión de ambos, fueron confluyendo y como consecuencia, el Arrabal, se ha convertido en una calle más del pueblo posiblemente la más poblada, junto con la calles Nueva y Binondo.
En esta calle, nacieron deportistas como «El Colorao»; Antonio «El España»; Juanico «El de la Bicha»; Antonio, Ángel y Jesús «Los Ratones» y muchos otros que nacieron después. También proliferaron los pastores evangelistas, como Cirilo Carrillo, la familia Yepes «Los Abuelitos» y la familia España y, a raíz de la década de los años treinta del siglo pasado alcaldes trabajadores y honorables, que llevaron las riendas de nuestro pueblo, como mejor supieron y pudieron. Traigo a la memoria histórica de nuestro pueblo a los alcaldes siguientes: José Abenza López (1937 a 1939), José Moreno Yepes (1979 a 1987) y José Bolarín Cano (1999 a 2012).
En esta calle vivió y falleció nuestra ilustre «partera» Julia López y López, que durante más de 60 años ayudó a nuestras madres y abuelas a traernos a la vida. Personas de grato recuerdo para los vecinos de este pueblo, tenemos a los horneros Juan de Dios y Adelina, junto a sus hijos Paco y Juan de Dios. Abundaban los transportistas y estraperlistas como: los Moreno Garro, Los España, Los «Correas», los Marín «Ratones». Ganaderos, como los «cartageneros» que vinieron a principios del siglo XX, procedentes del Campo de Cartagena, bajo la batuta de la tía Matilde «de las cabras» y sus hijos Leandro, Matilde, Alfonso y Paco Nieto Meseguer; todos ellos como su madre, apodados «los de las cabras».
La familia de «los barqueros de Ulea» que una vez que inauguraron el puente, en el año 1925, dejaron el oficio de barqueros y se dedicaron al transporte y, en un almacén colindante a su casa, montaron un negocio de confección de lía, soga y cordeta, con esparto cocido en el río y maceado en las piqueras de Ulea. ¿Quién no ha admirado a Ramón «el Arriero»; empleado del ayuntamiento José Sánchez «el charpa»; a Carlos España y Bienvenida López con su industria de los dátiles y su oficio de escardador y palmero, además de los ratos que le dedicaban a la lectura y prédica de los Evangelios?
Pues bien, esta calle intrincada, habitada por gente honesta y laboriosa, en los primeros años de la década de 1930, cambió de nombre y el sentido peyorativo de sus moradores, se equiparó con el resto de los habitantes. Sí, siendo alcalde José Abenza López (El Colorao), tras la muerte del insigne premio Nobel español Santiago Ramón y Cajal, en el año 1934, se le cambió el nombre de «Calle Arrabal” por el de «Calle Ramón YCajal”, siendo del agrado de toda la población refrendar al insigne Premio Nobel de Medicina, en el año 1906, con una calle en el pueblo.
He querido testimoniar que, la Calle Ramón y Cajal, tiene muchas hijuelas con miras al monte «el Castillo». Callejones estrechos, algunos habitados por los que discurren las aguas, piedras y matojos que escupe la sierra; en las épocas de lluvias abundantes, Por una de esas callejas se accede al local del Ayuntamiento «Ulea Jóven”, en donde se efectúan talleres para los jóvenes por monitores del ayuntamiento, en la actualidad, Mercedes Martínez Núñez. Un poco más arriba, se encontraban emplazadas las célebres «piqueras» y, por el siguiente callejón se accedía al histórico «Corralón» de la familia Tomás y Ramírez (Los Cholé), con su no menos célebre «algarrobo».
A pesar de que muchos vecinos ya mayores le siguen llamando coloquialmente Calle del Arrabal, todos sabemos que un alcalde le cambió el nombre por el del insigne médico y premio Nobel «Ramón y Cajal».
FUENTE: JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA