POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Fue en el año 1743, cuando las calles de Ulea fueron censadas, con el fin de instalar unas farolas para alumbrarlas, ya qué, por ellas, no se podía transitar durante la noche.
De esa forma, con anterioridad, cuando en el año 1492 se inauguró el primer Ayuntamiento, en «el paraje de la Cuna y sitio de la Cruz» se diseñaron los caminos y veredas de cabras» que, pasados más de dos siglos, se comenzaron a convertir en calles, callejas, callejones. plazoletas y pasadizos; todos ellos paralelos a la ladera del monte «el Castillo», en dirección del oeste al este. Todo ello, unido al entramado de callejones estrechos que se intercomunicaban con las calles principales qué, generalmente, iban de norte a sur. O sea, desde la montaña hasta la acequia, las huertas y el río Segura. De esa manera, se evitaba la inundación de las casas, en tiempos de tormentas o lluvias pertinaces.
Para tal menester, se reunieron en el Consistorio, el Alcalde Ordinario Francisco Yepes Montoro y el cura párroco de San Bartolomé, Juan Pay Pérez; ilustres vecinos que asumían los poderes fácticos del pueblo. A dicha reunión acudió «el representante de la Junta de Alumbrado», con la finalidad de que efectuara un estudio de las calles, plazas y callejones e hiciera factible la colocación de unas farolas en los puntos más idóneos de las mismas y, de esa forma, evitar que los transeúntes nocturnos tuvieran algún percance en las oscuras, estrechas y empinadas calles. A pesar de todo, la iluminación resultó ser precaria pero, al menos, «se permitía ver los bultos de personas que por ellas deambulaban» y, de esa manera, evitar tropezar con ellas. De todas formas, era tan insuficiente la iluminación que tenían que identificarse por las voces.
Para ello, en la reunión que les citó el Alcalde Yepes Montoro, al Cura Juan Pay Pérez y al encargado de la iluminación de las calles del municipio, en este año 1743, se propuso efectuar el primer censo de calles, plazas y caminos circundantes, de la Historia de Ulea. Fueron las siguientes:
-ABONO.-ABAJO. -ALJIBE -ALTA-ARRIBA -CARRETAS -EL ARRABAL-EL CAMPO -EL POCICO -JARDINES -LA ERA -LA FUENTECICA-LA PLAZA-LAS CUATRO ESQUINAS-NUEVA y -PRECIADOS.
Dichas calles, tenían, generalmente, «nombres lugareños»; y así permanecieron durante más de dos siglos. De hecho, por el paraje de «La Cuna», discurrían los «caminos del Horno, Real, del Abrevadero, de la Bodega y de la Almazara». Entonces se les llamaba calles.
Además, en el lugar de la Cruz, en donde se ubica el Ayuntamiento desde el año 1492, existían unos emplazamientos que, en aquellos tiempos se les denominaba «Sitios», tales como: «Sitio de los Avellanos», «Sitio de la Olla» «Sitio de la Almazara», «Sitio de la Bodega», «Sitio del Aljibe Mayor»; porque en dicho paraje había unos avellanos, un asador donde las mujeres iban a guisar con sus ollas, en un pequeño hoyo escarbado para tal fin, una bodega, una almazara de Sebastián de Rueda y, en sus cercanías, se encontraba un gran aljibe, que se llenaba con aguas de la acequia mayor y, también, las de lluvia; si bien ponían unos zarzos, que hacían de cedazos, con la finalidad de que se llenara, exclusivamente, de agua. Si el agua procedía de una tormenta, no tenían protección alguna y el pozo del aljibe se llenaba de piedras, barro, matojos y agua sucia que, por supuesto, no servía para beber ni siquiera para abrevar a los animales domésticos y de carga. Además, como se corrompía rápidamente, se convertía en un enjambre de moscas y mosquitos; que ocasionaban un foco de infecciones, de difícil tratamiento. Por tal motivo, para evitar que pulularan moscas y mosquitos, las autoridades sanitarias ordenaban que se limpiara de inmundicias dicha poza y, con posterioridad, se desinfectara con cal viva. Tan pronto como creían que se había desinfectado, se volvía a llenar con aguas de la acequia mayor.
Posteriormente, por motivos personales, políticos o religiosos-o los tres a la vez- fueron desapareciendo algunos nombres o se reemplazaron por otros más afines a los tiempos que corrían. De esa forma, aparecieron nombres de Reyes, Escritores, Políticos, Maestros y algún personaje benefactor del pueblo. Esta movida que no fue compartida con la ciudadanía y ocasionó serias divergencias, ocurrió en los albores del siglo XVIII; concretamente, en el año 1743.
No obstante, al día de hoy, principios del año 2020, aún persisten, de aquellas calles del año 1743, las siguientes:
-ABAJO-ALTA -ARRIBA -LA PLAZA -LAS CUATRO ESQUINAS -NUEVA y -PRECIADOS
El resto de las calles fueron cambiadas por otros nombres; que se unieron a las calles de nueva instauración, aunque algunas, también, desaparecieron. Con las antiguas y las modernas vias, he efectuado un estudio historiográfico de las mismas, desde sus orígenes hasta nuestros días. Dicha descripción la haré por orden alfabético, dejando el orden cronológico para el avezado lector. Fuente: J.C.