POR FRANCISCO PINILLA CASTRO Y CATALINA SÁNCHEZ GARCÍA, CRONISTAS OFICIALES DE VILLA DEL RÍO (CÓRDOBA)
De su paso por estas tierras del Sur de la Península, en Andalucía, en el actual Villa del Río, a 50 kilómetros al este de la capital, Córdoba, los romanos dejaron hace más de dos mil años un Puente sobre el arroyo Salado, que sirve de límite con el vecino pueblo de Lopera de la provincia de Jaén, el cual sostuvo hasta mediados del siglo XX la carga de todo el transporte rodado que unía Andalucía con la Mancha. Su estado actual es de abandono y grave.
Los árabes, nos dejaron un Castillo de piedra dorada que ocupa el centro neurálgico de la población, bañado al norte por las aguas del río Guadalquivir, – donde forman un gran meandro -. Al frente su entrada principal con fachada del arquitecto obispal Hernán Ruiz (s. XVI), da a la Plaza de la Constitución, y el edificio, rehabilitado, se destina a Casa Consistorial, después de haber sido Iglesia Parroquial hasta 1908, más de cuatro siglos, y Mercado de Abastos de San Pedro desde 1915 hasta 1966. Al este y oeste lo limitan los dos edificios que le precedieron como Ayuntamiento y al frente una amplia terraza circundada de naranjos y cómodos asientos.
El edificio de la izquierda de su fachada, hoy bar la Estrella, luce una inscripción en la piedra que sirve de travesaño al balcón central que dice: “Carolus III ASMDCCLXXVII; fue construido por el arquitecto Ventura Rodríguez para Casa Consistorial, cuya misión desempeñó desde 1777 a 1889 en que se trasladaron las funciones a otra casa, con la que se permutó situada en la esquina frontal en la misma Plaza de la Constitución.
Villa del Río comenzó a nacer después de la Reconquista como una pequeña aldea que se fue formando alrededor del Castillo que se había fabricado en el camino próximo al río.
La construcción de unas Aceñas en el Guadalquivir favoreció el incremento de trabajo y el desplazamiento de agricultores de los pueblos limítrofes para la molturación de sus granos, y éstos, atraídos por la fertilidad de las tierras se fueron instalando en el término, mezclándose con los nativos y dando así comienzo a un comercio con los trajinantes que hacían su paso por el Camino Real, y para abastecerlos, la Aldea se fue dotando con posadas y casas de postas.
Hoy es un pequeño pueblo in crescendo, (7.400 hab. Sup. 22`7 km2) de planta alargada entre el ferrocarril y el río que le da la vida, y que junto con los municipios de Montoro, Pedro Abad, El Carpio, Villafranca, Adamuz, Cañete de las Torres y Bujalance forma la Mancomunidad del Alto Guadalquivir.
Nuestro patrimonio histórico, artístico y ecológico, desgraciadamente, se ha destruido en parte, como ha ocurrido en otros lugares, pero conservamos el Puente Romano, muy deteriorado, el Castillo, muy reformado, las Aceñas Marquesas –mutiladas-.
La Parroquia de la Purísima Concepción de la Santísima Virgen María Santa Inés Virgen y Mártir y San Juan de la Cruz, que cumplió el pasado 2008 su primer centenario y lo conmemoramos, pueblo, Ayuntamiento y Parroquia, colocándole las columnas a las tres puertas de entrada al templo, porque en la época de su construcción quedaron pendientes de poner; y las Ermitas de la patrona Nuestra Señora de la Estrella, con su nuevo retablo y la de Jesús Nazareno. Los Centros escolares y el Convento de las Religiosas Terciarias Franciscanas que en 1917 cumplirán su primer centenario.
De los edificios civiles se conservan: la mansión del Marqués de Blanco Hermoso, la de su hermano don Bernabé Muñoz Cobo, la fachada de la casa de don Juan Claudio Muñoz Cobo, padre de los anteriores; la mansión de don Sebastián Criado Cerezo, que luego habitó su yerno el Marqués del Valle de Sidueñas, y la Casa de los Molleja Salcedo, con Privilegio de Cadenas concedido a esta mansión, por haber albergado en ella al Infante don Carlos (futuro rey Carlos III) en el año 1731, cuando procedente de Sevilla viajaba hacia Nápoles. La Casa, una vez restaurada se dedica a actividades culturales.
El jardín del Lirio, las instalaciones de baños cubierto y al aire libre, el campo de fútbol, el polideportivo, las de las fábricas aceiteras, Cooperativa Olivarera Nuestra Señora de la Estrella, y la de Monte Real.
El monte, la sierra, sus olivares, los ventorrillos, y las vistas panorámicas: autovía, río, población, ferrocarril, vegas, cortijos, etc.
En cuanto a los personajes que destacaron por su valía en distintos ámbitos de la cultura y del arte se encuentran:
– Juan Pérez Valenzuela, en defensa de la libertad de la Aldea al enfrentarse con don Antonio Alfonso de Sousa, Primer Señor de Aldea del Río.
– Doña Ana Molleja, fundadora de la Obra Pía de su nombre en 1706.
– Fray Cristóbal de la Concepción, Comisario General de España y el extranjero de la Orden de los Trinitarios Descalzos.
– Fray Alonso de Castillejo, Guardián del Real Convento de san Francisco de Martos, Predicador General de Jure, Calificador del Santo Tribunal de la Inquisición de Córdoba.
– Indias, fue designado por las Cortes de Cádiz Consejero de Estado, y en 1814 ascendido a Teniente General.
– Diego Molleja Rueda, poeta.
– Pedro Bueno Villarejo, insigne pintor.
– Matías Prats Cañete, nuestro locutor universal.
Como dato curioso remarcar que en el siglo XIX numerosos miembros de la nobleza habían nacido o tenían casa morada en Villa del Río, como son:
– el Marqués de Blanco Hermoso.
– los Marqueses de Benamejí.
– el Conde de Monte Real.
– el Conde Duque de Hornachuelos.
– el Marqués de Monte Olivar.
– el Marqués de la Vega de Armijo.
– el Marqués del Valle de Sidueñas.
– el Conde de Colchado.
– doña Ana Josefa Muñoz Cobo, hija del Marqués de Blanco Hermoso, casó con don Juan de la Cruz López de Mendoza y Cañaveral, Señor de la Villa de Torrejón, Caballero Maestrante de la Real de Granada, Regidor de Martos, Porcuna y Arjonilla.
– doña Inés Muñoz Cobo, hija del Marqués de Blanco Hermoso, casó con don Pedro- Antonio de León Navarrete González de Canales, Coronel de Caballería y Caballero de la Militar Orden de Calatrava.
– doña María Teresa de León Cobo Navarrete, Dama Noble de la Reina María Luisa natural de esta villa que casó con Antonio de León y Juez Sarmiento, Caballero Maestrante de la Real de Caballería de Valencia, hijo de don Diego Antonio de León Navarrete, Conde de Belascoaín y Teniente General de los Ejércitos Nacionales.
– doña Rafaela Teresa de Torres, hija de Juan de Torres Molleja, Caballero Hijodalgo, Familiar del Santo Oficio de la Inquisición de Córdoba, que se casó con Antonio Xavier de Lora y Porcuna, Alcaide de la Torre y Fortaleza de Bujalance.
Villa del Río, en este último medio siglo, ha experimentado una gran transformación, tanto en su fisonomía urbana como cultural, hasta entonces, como casi todos los pueblos andaluces era eminentemente agrícola y ganadero en el que destacaba el olivo, el cereal y el ganado mayor, pero se comenzó a desarrollar la industria de la madera con tal ímpetu, que los productos manufacturados que aquí se fabricaban del hogar, industriales, de oficina, de diseño, etc. traspasaban los límites nacionales, habiendo recibido el pueblo, de la Excelentísima Diputación Provincial de Córdoba, el título de “La Villa del Mueble”.
Termino invitándoles a que nos visite, pues si he despertado su interés por conocer el origen e historia del pueblo siempre será para nosotros un orgullo recibirle y en especial servirá de estímulo a la juventud para conoceros y hablar de su pasado.
Y a los demás lectores, que sepan que un pueblo que no conserva su memoria histórica está cavando su tumba, aprovechar los conocimientos que podamos adquirir y transmitirlos a nuestra descendencia, siempre será donar un preciado regalo.