POR APULEYO SOTO, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA Y LA ACEBEDA (MADRID)

Por fin, una excelente novela con dos HOMBRES BUENOS de protagonistas. La ha escrito el académico Arturo Pérez Reverte, que ya nos ha entretenido y enseñado en otras muchas obras de su caletre sobre Alatriste y otros varios personajes de la Edad de Oro de las letras españolas. En ésta recurre a dos ilustres colegas del siglo XVIII que corren toda suerte de aventuras, de Madrid a París, en búsqueda y compra de la primera edición de la Enciclopedia francesa ¡Chapeau! Sus diálogos están impregnados de toda la sabiduría del siglo de la Ilustración, y la narración discurre con fluidez sobre los carriles de la historia y la geografía de ese tiempo, comparándolas con las actuales divergencias o convergencias, (diligencias y autovías) por conveniencias de la modernidad. Esta peculiar novela se alza ya, con méritos propios, a los dos meses de su publicación, en la estimación popular lectora y en el asentimiento de la crítica especializada. Bien por Arturo, cuyos artículos periodísticos crónicos siguen removiendo semanalmente la dormidez española actual. Léanla sin parar, pues atrae como un imán.

Desde la infancia –y empiezo a doblar el último cabo de las tormentas de la vida-, desde la infancia, insisto, me ha subyugado y acompañado bamboleantemente la idea dúplice y enfrentada de la maldad y la bondad. ¿Por qué la segunda ha ocupado menos espacio en la consideración de los intelectuales y escritores? No lo acabo de entender. Yo prefiero lo bueno a lo malo, lo bello a lo feo, la luz a las tinieblas, el amor al odio, el conocimiento a la ignorancia, lo divino a lo humano… ¿Y ustedes, lectores desorientados? ¿O es que la literatura sólo intenta reflejar la cara oscura de la realidad? Sea como fuere, amo el arte por encima de cualquiera otra virtud, y en la veneración del arte –literario, escultural, pincelístico… – me consumo a diario. ¿Es realidad el arte o es sólo la transfiguración de la realidad? Me da igual. Amamos lo que nos sublima. Ahí estoy yo. ¿Me quieren acompañar? Bienvenidos al espacio global de la diversidad y la libertad, pero con retenciones en su uso: las que impone el prójimo.