EL CRONISTA OFICIAL DE SANTA CRUZ, JOSÉ MANUEL LEDESMA CONTÓ COMO LOS MARINEROS DEL SUSU, “PUSIERON PROA HACIA EL LUGAR DE LA TRAGEDIA, ARRIARON UN BOTE, PATRONEADO POR RAFAEL RODRÍGUEZ, UN JOVEN Y VALIENTE MARINERO DE TAGANANA”
Han pasado 121 años de la tragedia. Durante décadas, de generación en generación, los tagananeros se fueron contando la historia, que, incluso se convirtió en romance. Ayer, por primera vez, y de la mano de la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, las historias tomaron forma para homenajear a los héroes que salvaron la vida de 24 de las 101 personas que viajaban a bordo del vapor francés Flachat, que naufragó frente a las costas de Taganana, en las inmediaciones de la playa de Anosma, entre la Punta de Las Manchas y los Bajos Verdes de Anaga. El motivo de tan trágico choque fue la calima o “lluvia de arena”, como la llamaban en aquel 15 de febrero de 1898, que provocó que chocara contra las bajas del fondo del litoral, partiéndose en tres pedazos. A la mañana siguiente de tan terrible naufragio, los marineros del vapor Susu (barco de cabotaje de la compañía Elder&Dempster) que hacía la ruta Garachico-Santa Cruz, divisaron los mástiles y la chimenea de un barco.
Así lo relató el cronista oficial de Santa Cruz, José Manuel Ledesma, en el homenaje que se rindió en Taganana a los fallecidos y también a los marineros de Taganana que arriesgaron su vida para salvar a los pocos náufragos que sobrevivieron. Ledesma contó como los marineros del Susu, “pusieron proa hacia el lugar de la tragedia, arriaron un bote, patroneado por Rafael Rodríguez, un joven y valiente marinero de Taganana”, contó Ledesma en el acto organizado en el pueblo y en el que también se descubrió una placa en homenaje de hombres como el mencionado Rafael Rodríguez.
Relató Ledesma que el bote consiguió divisar a 13 personas que se encontraban sujetas a un pequeño bote de madera semihundido, al que le ataron un cabo y lo remolcaron hasta el Susu. “Entre los rescatados un único pasajero, Rafael Múñoz, que, curiosamente, ya había naufragado dos veces”, explicó el cronista. El bote del Susu regresó a por los náufragos que aún estaban en la proa del Flachat. Sin embargo, al no poder acercarse y tirarles unos salvavidas con la mala suerte de que, en ese momento, se desprendieron la chimenea y el palo mayor, arrastrando a los supervivientes, desapareciendo bajo las impresionantes olas y la impotencia del marinero patrón del bote.
Junto al Susu, que al día siguiente de la tragedia siguió recogiendo supervivientes, el remolcador Tenerife se acercó hasta la zona con el alcalde de la capital, José Carlos Schwartz, el doctor Guigou y el farmacéutico Emilio Serra, a bordo. Ellos recogieron a nueve náufragos más que estaban al cuidado del pescador don Andrés Abreu González. La tragedia se llevó la vida de 43 pasajeros y 34 tripulantes, por los que el 21 de febrero, en la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, se ofició un funeral, al que asistieron las principales autoridades civiles y militares y gran cantidad de fieles. Varios de los fallecidos, recordó Ledesma en su intervención, fueron enterrados en el cementerio de San Andrés.