DIECISIETE PERSONAS QUE PARTICIPAN EN EL LIBRO QUE HA ESTADO COORDINADO POR EL CORONEL JUAN CARLOS FERNÁNDEZ RINCÓN Y POR FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES
«La ilusión de Eusebio el Batería era que su libro se presentase en una noche de espectáculo y fiesta, donde todos los que quisieran pudiesen asistir para conocerle mejor» afirmaba ayer por la noche el historiador y CRONISTA DE CÁCERES FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL, lamentando que Eusebio Martínez Núñez se hubiera muerto hace tres meses sin ver el libro en el que él es el protagonista.
El homenaje se realizó ayer por la noche en El Corral de las Cigüeñas, estando presente, entre muchos otros: Laureano León, presidente de la Diputación de Cáceres; Elena Nevado, alcaldesa de Cáceres; y José María Saponi, exalcalde de la ciudad en donde Eusebio ha estado viviendo 43 años, hasta que falleció de un infarto con 69 años. Nevado, León y Saponi están entre las 17 personas que participan en el libro que ha estado coordinado por el coronel Juan Carlos Fernández Rincón y por FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL.
El libro, de 123 páginas a todo color, se vende a 5 euros, siendo los beneficios a favor del Banco de Alimentos. La tirada de la primera edición es de 375 ejemplares. Se puede adquirir en los establecimientos de Sánchez Cortés, además de en las oficinas del Banco de Alimentos, en el silo de Aldea Moret.
En el libro se cuenta que Eusebio nació en 1943 en Salvatierra de Santiago, siendo su padre el maestro Primitivo Martínez y su madre profesora de corte y confección con taller propio. Ambos eran viudos, el padre tenía dos hijos. Eusebio fue el único hijo de María Núñez que lo tuvo con 38 años. La familia fue recorriendo la provincia por los diversos destinos del padre. En Navalmoral de la Mata, con 20 años, Eusebio aprendió el oficio de carpintero y también comenzó a actuar como batería en charangas que recorrían los pueblos de la zona. Luego vivirían en Zarza de Granadilla, Albalá y Alcuéscar, hasta que a la jubilación del padre la familia se instala en Cáceres, en 1970, aquí compran una casa en la calle Calaff que convierten en pensión, teniendo Eusebio un lugar para trabajar de carpintero, compaginándolo con sus peculiares actuaciones, en donde cobraba 30 euros y una tortilla de 5 ó 6 huevos.
Su protectora madre, a la que quería mucho pero no perdonaba que no le hubiera conseguido una novia para casarse, se murió en 1982. En 1991 falleció su padre, entonces se queda a vivir solo en la casa de la calle Calaff y, sin nadie que esté encima de él, se hace palpable su síndrome de Diógenes, que hace que cada cierto tiempo acudan trabajadores de Conyser para limpiar su casa, abarrotada de cosas para todos inútiles menos para él.
En el libro, además de numerosas fotos curiosas, hay testimonios de personas que recuerdan sus novias, algunas conseguidas en una agencia matrimonial, o sus ganas de ser torero, cura, detective privado, o «ginecólogo de la mutua».
Ayer por la noche, en el Corral de las Cigüeñas la gente recordaba su abrazo a Pedro Almodóvar, su actuación con Cañita Brava en la discoteca Kasba de la calle Profesor Hernández Pacheco, o cuando para atraer clientes Pedro Rocha lo puso a tocar en el escaparate de su tienda de ropa de caballero de la calle Gómez Becerra. Recordaban su sonrisa picarona, su manera de piropear a las mujeres, sus pistolas de juguete, su verdugo de niño… La verdad es que fue una verdadera pena que faltara el homenajeado. Sabe Dios dónde estará tocando ahora su batería.
Fuente: http://www.hoy.es/ – Sergio Lorenzo