POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES -ARRIONDAS (ASTURIAS)
En la tarde de ayer, viernes, día 21 de abril de 2023, se celebró en San Juan de Parres un emotivo y sencillo acto en memoria del que fuera maestro en dicha localidad, Nicolás Diez Valbuena.
Fue Nicolás uno de aquellos maestros leoneses que venían a dar escuela por los pueblos de Asturias y -con solo dieciséis años- le encontramos en San Tirso de Mieres en el año 1907.
Un año después Nicolás obtuvo el título de “Maestro de 1.ª Enseñanza Elemental habiendo hecho constar su suficiencia en la Escuela Normal de la Universidad Literaria de Oviedo”.
Tiempos convulsos acabaron siendo aquellos en los que el maestro leonés Diez Valbuena enseñó en 1915 en Llau-Vallubil, en 1917 en Següencu y desde 1918 a 1933 en San Juan de Parres, antes de arribar a Gijón a finales de 1934, donde -coincidiendo con la Revolución de Octubre- ya figura como Secretario General del Sindicato de Obreros de la Enseñanza, una rama de la anarquista CNT, en el Consejo del Norte.
La decisión más importante de su vida hasta ese momento fue la de emprender desde Gijón la larga travesía en barco hacia Leningrado, junto con su mujer y su hija, otros maestros y maestras y todos ellos acompañando a más mil niños y niñas en la noche del 23 de septiembre de 1937.
Durante la Guerra Civil, miles de niños fueron evacuados a diferentes países: la Unión Soviética, Francia, Bélgica, Reino Unido y Méjico pueden considerarse los principales. La mayoría de los asturianos terminaron en la URSS.
En el concejo de Parres -donde ejerció su labor durante dieciséis años el protagonista de esta historia, Nicolás Diez Valbuena- siguen conservándose documentalmente no pocos datos que dan fe de hechos similares a los contemplados en el libro “Memoria incompleta de un maestro” que fue presentado en Cangas de Onís el día 27 de enero de este año, donde ya hablé largamente de la vida y circunstancias que rodearon a Nicolás.
Al maestro pelirrojo de Vega de Gordón le aguardaban tiempos terribles en la Unión Soviética, sin que jamás le hubiese pasado por la cabeza que -donde daba por hecho que la igualdad de los seres humanos y la libertad y la fraternidad entre los pueblos sería la meta definitiva de sus ideales- acabaría siendo un doble infierno coprotagonizado por Hitler primero y por Stalin después.
Nicolás falleció de neumonía en el traslado de un campo de concentración soviético a otro, donde había sido enviado bajo una denuncia en tiempos de Stalin.
Aún los archivos secretos de aquellos terribles años guardan en algún lugar de la actual Rusia los detalles -que su familia sigue desconociendo- de los últimos días de Diez Valbuena y del lugar de su sepultura.
Más de un siglo después de la llegada del maestro Valbuena a estas tierras, aún permanece su recuerdo como quedó ayer demostrado en el acto de colocación de una placa conmemorativa en su memoria en las antiguas escuelas, hoy reconvertidas en albergue.
En el acto, organizado por la asociación Niños de Rusia-Niños de la guerra, estuvo presente su nieto, Gonzalo Barrena Diez.
«Hoy restaña el olvido de ese maestro», destacó Gonzalo, profesor de Filosofía en el IES Rey Pelayo de Cangas de Onís.
Nicolás dio clases en los soportales de la iglesia de San Juan de Parres en 1918 y tuvo la suerte de inaugurar -en 1921- la escuela donde ayer se colocó la placa conmemorativa.
En el acto intervinimos -además de su nieto Gonzalo- la maestra Palma Aparicio y este cronista oficial de Parres que suscribe, donde destaqué -entre otras cosas- que se trataba de un sencillo homenaje para recordar la dignidad y fidelidad a las ideas, quebrantadas aquí y allá por destinos nunca imaginados, aparentemente contrapuestos e irreconciliables.
“Recordar para no repetir”, un lema político que implica concordia, pero que nos exige un contenido moral de respeto y homenaje a las víctimas, manteniendo vivo el recuerdo a través del tiempo. El acompañamiento musical corrió a cargo del guitarrista Carlos García y del violinista Juanjo Marqués.