POR MARI CARMEN NAVARRO RICO, CRONISTA OFICIAL DE PETRER (ALICANTE)
Esta calle está situada en pleno casco histórico y es, sin duda, una de las calles más típicas de Petrer, escalonada y moruna. Arranca de la calle Mayor y desemboca en la calle Castillo, salvando un considerable desnivel y en ella se ubicó el horno más antiguo de Petrer.
El proceso de repoblación de Petrer, tras la expulsión de los moriscos en 1609, vino marcado por la promulgación de la Carta de población dada el 19 de agosto de 1611 por el conde de Elda, señor territorial de las villas de Elda, Petrer y lugar de Salinas, en cuyos capítulos se establecía el dominio de los Coloma sobre la tierra, junto con una serie de privilegios y regalías, tales como el derecho de los molinos, almazaras, tiendas, tabernas, carnicerías y hornos.
Ya desde época morisca existían los hornos llamados “de arriba” y “de abajo”, que pasaron a pertenecer al conde. El “de arriba” también era conocido como “horno mayor”, de ahí el nombre de la vía en el que se hallaba situado, confluencia con la calle Mayor.
Este horno, propiedad de los condes hasta la abolición de los señoríos en el siglo XIX, pasó después a manos particulares tras ser subastados los bienes del conde. Este horno lo regentaron varias personas, en este sentido en los años veinte del pasado siglo Josefa Amat Pérez, hija de Enrique Amat Maestre que fue administrador del conde, lo arrendó sobre 1902 a Tomás Mánez Arques “Tomás el ferrer” , en los años veinte lo regentaron Gabriel González y a su esposa Dolores Beneit, pasando finalmente, años cuarenta, a Pedro Amat Beltrán junto a su mujer Herminia Pérez Bernabéu, hasta que se trasladaron a un nuevo horno construido en la calle País Valencià. El horno estaba situado en lo que posteriormente fue la célebre escuela infantil de Victoria Esther Aracil y Ana María Ortuño. El horno “de abajo”, también propiedad del conde, estaba en lo que hoy es el n.º 18 de la calle Pedro Requena, y fue derruido para construir la vivienda de Antoñita la Confitera.
La calle Horno Mayor figura en un expediente del año 1871 referente a la cancelación de una hipoteca ante el registro de la propiedad de Monóvar que pesaba sobre todos los bienes de los duques de Fernán-Núñez en Petrer, Elda y Salinas. Entre ellos, se hallaba un horno de pan en esta calle, marcado con el nº 1, lindante por derecha saliendo con Horno Mayor, izquierda Mateo Reig y espaldas con plazuela de la Muda. Esta última estaba ubicada en la entrada de lo que fue la escuela infantil, en el callejón que no tiene salida, que forma parte en la actualidad de la calle Mayor. Referente a esta plazuela, en el año 1876 se instruyó un expediente en el que los vecinos solicitaron el derribo de la pared de la casa que lindaba con ésta. Los propietarios de la mencionada vivienda fueron obligados a derribar el muro que cercaba el corral de dicha casa ya que el terreno de la pequeña plaza pertenecía a la comunidad. La plaza recibió con este derribo un ensanche de ocho palmos por la parte oeste con cuarenta y un palmos de longitud de norte a sur con cuya operación quedó la plazuela poco más o menos en el ser y estado en que se encontraba antiguamente, quedando con ello conciliados los intereses de los recurrentes puesto que sólo tenía tránsito para los tres vecinos habitantes de la misma y tenía el suficiente desahogo para la servidumbre de los mismos.
En los años veinte del pasado siglo vivieron en este lugar tan genuino de Petrer: Pere Amat, Pedro el Carreter, Carmen y María les Cristetes, Mercedes la del Tamboret, Antonia M.ª Pascual, Saturnina Verdú, Hernán Verdú, Loreto, Mª Pepa la Leala y su marido Tonet.
Esta calle con el tiempo se ha convertido en una calle solidaria pues en la misma se ubica la casa de acogida de Caritas que fue bendecida el 12 de abril de 2013 por D. Jesús Murgui Jesús Murgui, obispo de la Diócesis de Orihuela-Alicante, y que se destina a familias que la puedan necesitar de forma temporal.
La calle Horno Mayor evoca nuestras raíces y nos invita a pasear y disfrutar de esas calles de nuestro casco histórico del que los petrerenses nos sentimos orgullosos y por ello tenemos que conservarlas como merecen.