POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Nada, nada… Aquí seguimos con los consejos de nuestros líderes políticos para fomentar el estudio en las escuelas de aquellos elementos que mejor definen nuestra asturianía.
En su día, un líder PP, señaló a les casadierlles (dulcería que en estas fechas celebra concurso mundial en Morcín) como exponente identitario de Asturias; ahora, por lo que leo, el modelo educativo arrincona «los horros, paneres y frixuelos» en favor de temas más científico-literarios.
Llevo varios días incidiendo en los frixuelos, fayueles, cereisolos, fiyolos, fiyuelas y describiendo las diferencias entre tipos, ingredientes…, etc. Las respuestas que recibo de mis lectores «déxenme apustamau», que decía una amiga de Pivierda.
En tres días supero las 12 000 personas alcanzadas (ayer eran unas 10 000).
Así que, como el célebre Rígoli ¿lo recuerdan?, YO…SIGO.
Los hórreos («horros) y paneras («paneres») son construcciones de madera o de piedra (occidente), aéreas y asentadas a tierra mediante columnas («pegoyos o pegollos», cuya misión es almacenar víveres, enseres… y alguna que otra más que luego contaré. Los hórreos tienen 4 pegollos, las paneras 6 o más (8) y los tejados, de teja o de pizarra según zonas, pueden ser «a dos aguas» como los beyuscos o a «cuatro aguas», que son los más frecuentes.
Su misión principal es, como les decía, el almacenaje de enseres y la despensa alimenticia de la casa (fabes, patates, quesos, manzanas, salazones de la matanza (unos, como jamones y lacones, ya colgados; otros, como huesos, orejas, rabadales, cabezas (cachola, caramietsa…) en su «desca» con la sal o «en sin ella».; otros, como chorizos, morcillas y adobu (lomo frito) en latas con grasa.
Desempeñan también alguna que otra función secundaria, como la que apunta el cantar:
«Subiose a la panera
la muyer de Xuaquín.
y non subió ella sola
que fue con un vecín
Tuvieren allá, xuntos,
dos hores y algo más.
Y tou vino a sabese
pol carajo del rapaz»
Ahora recuerdo, relacionado con esto, un «sucedido que sucedió» a un médico, gallego él, que ejercía en Colunga.
Atendió en su consulta a una moza, presuntamente embarazada, a la que con discreción y sorna interrogó al respecto.
.- Yo , xugar, xugar… xugué ; dijo ella
.- Pues hija, le dijo el médico, te pasó como en la brisca : ¡ENCARTOTE!
Los huesos de espinazo, rabadales, orejas, cabezas… del cerdo, previamente desaladas en agua, se cocían en agua y, en compañía de cachelos (patatas enteras y peladas, cocidas) se aderezaban «a feira»; es decir, con aceite y pimentónal gusto de cada cual.
O, en casos, acompañaban al cocido de garbanzos.
Y, ¿qué hacer con el agua de cocción de esas salazones?
Pues como estábamos, y estamos, en un país de «crecimiento negativo» (¡qué forma de manipular la información!), lo mejor era aprovecharla como «caldo» para hacer «unes fayueles, filloas, fiyolos, fiyolas… » o como se llamen según las variadas zonas de Asturias.
La receta es análoga a la de los frisuelos de leche, sustituyendo ésta por el caldo.