POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS).
El turista llegó al Hotel Iza, de Oviedo, dejó cien euros en el mostrador y subió a la habitación que había reservado. La recepcionista cogió el billete y salió corriendo a saldar sus atrasos con el carnicero; el carnicero fue a pagar al ganadero, éste fue a entregarle el billete a Miguel, el de los piensos, que no demoró en liquidar su deuda con una señora que le había fiado las últimas felaciones, la señora cogió los cien, salió pitando al Hotel Iza, donde debía camas y palanganas, y dejó el billete en el mostrador justo cuando bajaba el turista quejándose porque desde su habitación escuchaba el himno de Asturias cada quince minutos; recuperó su billete y se largó. Y así se resolvieron todas las deudas, sin invertir un euro, gracias al carillón de Cajastur.