POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Angelo Giuseppe Roncalli, El Papa Juan XXIII, (el Pápa, Bueno), fue el número 261 en la escala de los papas, que ocupó la sede del Vaticano entre 1958 y 1963, tomando dicho nombre para borrar de la historia el negro papado del antipapa del mismo nombre, durante el Cisma de Occidente, entre 1410 y 1415.
De sus múltiples escritos y encíclicas, saqué muchas enseñanzas; entre ellas, una que me impactó sobremanera. Decía lo siguiente: «No precipitaros en indagar en lo que ocurrirá en los días venideros; vivir hoy con intensidad, como si fuera el último día de nuestra existencia, porque, mañana…, mañana será otro día».
Por tal motivo, trato de vivir el día de «hoy»; procurando no intentar resolver en un instante, todos los problemas de mi vida.
Cuid0 al máximo, mi aspecto personal; siendo comedido en mis ademanes y evito criticar a nadie. A la vez evito la intromisión para adoctrinar a los demás ya qué, lo primero que debemos hacer es revisar nuestra conducta.
Como estoy convencido de que nadie viene al mundo para sufrir, entenderé que las pequeñas cosas que consiga, me harán feliz y viviré en paz en esta época tan especial que nos ha tocado vivir.
Por tal motivo «Hoy» me adaptaré a las circunstancias sobrevenidas, sin pretender que estas se adapten en su totalidad a mis deseos.
Cada día, será el hoy cotidiano, me dedicaré un buen rato a la lectura, haciendo una reflexión sobre las necesidades vitales diarias. Me detendré a pensar en que los alimentos son necesarios para la vida del cuerpo, pero, a la vez, la lectura es necesaria para alimentar e instruir nuestros sentimientos.
Entre mis reflexiones le daré un lugar de privilegio a pensar en los demás; como en días anteriores. A veces, las circunstancias no son las idóneas y nos resulta incomodo realizarlas ya que pueden herir nuestros sentimientos. Por ello, procuraré que las contrariedades queden en mi interior y no hieran los sentimientos de nadie.
Solo «Hoy», como cada día, me haré un programa detallado de trabajo qué, aunque no pueda desarrollarlo en su totalidad, procuraré darle contenido y continuidad; intentando desterrar de mi comportamiento dos posibles contratiempos: «La indecisión» y «las prisas».
«Hoy», como en días anteriores, seguiré creyendo que existe «un ángel de la guarda» que nos guía y protege.
Por eso, «Hoy», haré desaparecer los temores y, con ellos, se ahuyentarán los miedos. Con estos ingredientes estaré dispuesto para gozar de lo bello y creer en la bondad de los demás.