POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Los mártires Fabián y Sebastián fueron santos muy venerados en Extremadura. Protectores contra la peste, plaga muy frecuente y extendida en la Edad Media. Las terribles epidemias de peste de comienzos del siglo XVI, en especial la de 1507 que diezmó considerablemente la población, hicieron invocar de nuevo la protección de estos santos con la construcción de santuarios a ellos consagrados. Lobón, Puebla de la Calzada, Torremayor y La garrobilla tuvieron ermitas dedicadas al culto de los Mártires.
Los visitadores de la Orden Militar de Santiago, en 1550, son quienes escriben las primeras noticias sobre la ermita de los Mártires, siendo la historiografía local la encargada de estudiarla. Para que nuevamente las fuentes documentales pormenoricen en el libro de cuentas de la cofradía, años 1734-1828, las vicisitudes de la misma. Los Mártires padecieron las secuelas del terremoto de Lisboa, teniendo que descomponer la ermita, siendo trasladadas las imágenes a la parroquia de San Pedro, hasta que finalizaron las obras y el cura párroco reconociéndolas encontró la ermita decente. Después llegó la borrasca desamortizadora de Mendizábal que desestabilizó el culto y el patrimonio. Tras la demolición de la ermita, a finales del XIX, en los años ochenta del pasado siglo eran visibles en el patio de la casa del núm. 15 de la calle Muñoz Torrero, restos de cimentación y un muro de la ermita (Foto núm.1). Hoy testimonia su recuerdo la calle que lleva su nombre, cercana a ella. Con el paso de los años el Barrio del Cotorrillo, donde estuvo la ermita, fue derivando en Bayonal, debido al bayón (Typha latifolia) que se criaba en los charcos de la zona, entre ellos el llamado de la Rosa.
Sería conveniente que el Ayuntamiento informara en un monolito sobre el Cotorrillo y la ermita de Los Mártires, para que perviviera así su memoria. (Este texto forma parte de mi artículo “Barrio El Cotorrillo”, publicado en la Revista de la Feria y Fiestas Patronales de Montijo-2019, páginas 84 y 85)