POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Felicidades a los amigos que se llaman Luis y Luisa, Juan Luis, José Luis, Francisco Luis, Ángel Luis y María Luisa. En la sesión del 2 de agosto de 1915 se inscribe, por el Secretario del Ayuntamiento de Montijo, Bernardo del Amo, en el acta municipal correspondiente “Hallándose en ruinas una Capilla de la Ermita de Nuestra Sra. de Barbaño, patrona de esta villa y practicándose actualmente postulación pública para reedificarla, la Corporación acordó conceder con tal fin una limosna de ciento cincuenta pesetas, que se pagarán con cargo al capítulo 11º, artículo único del presupuesto vigente”. La capilla a la que se hace referencia es la nave donde se sitúan las imágenes de San Luis y San Isidro, pues el sacerdote Andrés Trigueros, el 30/IV/1917, dedica un altar a San Isidro y ofrece la mayordomía perpetua a los presidentes de la Comunidad de Labradores.
A finales de septiembre de ese año, el obispo de Badajoz, Adolfo Pérez Muñoz (1913-1920), aprobó la erección canónica de la Hermandad de Ntra. Señora de Barbaño y su Reglamento, tras la solicitud hecha por el entonces párroco de Montijo, Juan Pérez Amaya, “con el deseo de fomentar más y más la devoción y culto a la Santísima Virgen”. Había fallecido su mayordomo, el sacerdote Luis Pinilla Pinilla.
La Corporación, el 2 de septiembre 1916, acordó “que con motivo de la próxima Feria de esta villa y coincidir con la misma la fiesta de la patrona, se construya un kiosko de madera en el paseo para la Banda de Música. Se proceda por el Sr. Presidente a ordenar se hagan las obras de ornamentación en el mismo que es de costumbre y se haga una bandera nueva por hallarse deteriorada la que existe, satisfaciendo el importe de los gastos que origine todo ello con cargo a los Capítulos y artículos respectivos del presupuesto vigente”.
HA COMENZADO EL VERANO
Dicen que el verano llega cuando el sol se sube a los trópicos. También cuentan que cuando llegaba el solsticio, los hombres, desde hace siglos, conmemoraban la fiesta del sol. Y dicen también que el verano es época para celebrar y hacer fiestas. Así, en esta medida del tiempo y su compás, llegan las fiestas de San Juan y las de San Pedro para echar el cierre a estos días de latigazos calurosos y cielos despejados. Días amplios, largos, con mucha luz; tanta luz que duplican a los del oscuro diciembre. Así es junio que se va yendo.