POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Cuando ayer salí a comprar el pan (¡caray!, ya estoy plagiando a don Francisco Umbral), pasé frente a una frutería-tiendina que ofertaba «unos arbeyinos» (guisantes) frescos fresquísimos, tiernos ternísimos, verdes verdísimos, y a un precio que exclamaba a voz en grito ¡Cómprame, cómprame! Uno, seguidor de aquel sabio sacerdote que decía que «el mejor método para vencer una tentación es el de caer en ella», pues ¿para qué les voy a contar el final?
Y aquí me tienen a media mañana de domingo «esgranando arbeyos».
Esgranar, en Colunga, significa desgranar, SELECCIONAR EL GRANO sacándolo de su vaina.
Cuentan que los guisantes ya eran consumidos en Asia Central desde tiempos antiquísimos y que desde esta región pasaron a Grecia con el nombre de «pison» y de Gracia a Roma con el de «pisum» (que, al ser palabra del género neutro, hace el plural en pisa).
Apicius, en «De re coquinaria», nos da muchas recetas sobre guisantes (unas 13), lo que nos demuestra la afición de los romanos hacia esta legumbre. Les transcribo esta que es un tipo de ensalada:
«Pisa coques, agitabis et mittis in frigidam. Cum refrigeraverit, deinde agitabis. Concidis cepam minutatim et albamentum ovi, oleo et sale condies, aceti modicum adicies. In boletari vitellum ovi cocti colas, insuper oleum viridem mittes et inferis».
Receta que, traducida a días de hoy, sería así:
«Cueces los arbeyos y los enfrías, removiéndolos, al chorro del agua. Los colocas en un cuenco y mezclas con trocitos finos de cebolla, clara de huevo cocido (picadina) y sazonas con aceite, sal y un chorrín de vinagre. llevas la mezcla a una fuente, riegas con un poco de aceite verde (virgen extra) y adornas con un espolvoreo de yema de huevo cocida.
Por lo visto, los romanos nos enseñaron a cultivar y a cocinar arbeyinos. Pascual Pastor y López catedrático en Oviedo, en su «Memoria Geognóstico-Agrícola sobre la Provincia de Asturias” (Madrid 1853) comenta que «de las plantas que más provecho saca el hombre en la zona central, que abunda de maíz, patatas , nabos, berzas, manzanas, repollo, coliflor, ARVEJOS (copiosísimo y de excelente calidad en Pajares y Tameza…»
¡Oiga! Y en Colunga, ¿qué?
Nada, nada. Me remito a lo escrito por el coronel lastrín Juan Antonio Suárez Victorero Robledo en 1837:
«Las huertas producen todo género de hostalizas y legumbres…Las que más se cultivan y sirven para los labradores y gente vulgar de la jurisdicción son las Berzas de varias clases, AREBJOS o GUISANTES, Habas, Cebollas, Ajos, Nabos y más que todo Patatas».
Yo, siguiendo una vieja receta colunguesa, los preparo así en GUISU CON PATATINES:
Desgrano los guisantes y a las vainas más tiernas les elimino la «telilla interior» y troceo en dos o tres partes.
En cazuela con agua, sal y un poco de azúcar, cuezo guisantes y vainas.
En cazuela aparte, con agua y sal, cuezo las patatas (peladas y limpias) troceadas en pequeño.
Mezclo patatas, guisantes y sus vainas en una de las cazuelas y añado un sofrito de cebolla y trocinos de jamonín.
No es preciso añadir azafrán, pimentón u otros aderezos; pero sí resulta muy interesante colocar por encima trozos de huevo cocido.
¡Ah! Se me olvidaba. Como anuncian fríos y nos dicen que para evitar contagios del virus maligno conviene lavar las manos y , si es posible, aseptizarlas con una disolución hidroalcoholica de propano, 2-ol , que antes llamaban alcohol isopropílico, yo, además, voy a aspetizar mi aparato digestivo con un «aqua ardens” gallego, con solera de muchos años, que conservaba en el trastero.