POR JOSE MANUEL PUCHOL TEN, CRONISTA OFICIAL DE ALCORA (CASTELLÓN)
Ser agradecido es darle gracias a Dios por la vida, por los padres que he tenido, por la esposa que pasó a otra vida; por los hijos, por los nietos, por la mujer que ahora comparte conmigo estos maravillosos años de la jubilación; por los demás familiares y amigos. Y por qué no, también por haber nacido en esta época en la que he conocido tanta gente maravillosa. No lo dudéis, es el mejor patrimonio que uno puede tener, guardarlo, amarlo y gozarlo.
Con estos 69 almanaques he logrado una preciosa película de 10 Óscar sobre mi vida. Con maravillosas escenas de las calles San Vicente, Alegría (Gil del Castillo), Calvario-Altamira, La Fábrica, Plaça Convent y Urbanización El Pantano. Algunos veranos residí en el Más de Marco y en el bonito paraje de San Pau de Albocacer.
Una película que mostraría quien soy yo como persona, gracias a las gotas de néctar pedagógico que cada uno de los siguientes compañeros de reparto -los que más recuerdo de sus respectivas instituciones-, me han aportado: la Madre Teresita de la Consolación, al Hermano Juan Sitges de la Salle, al profesor de Tecnología Sr. Sánchez de la Universidad Laboral de Tarragona. En Contabilidad y Teneduría de Libros, La Salle y ORGA. A la academia valenciana de programación IBER (Cobol y Fortran); a mis profesores de música Vicente Nomdedeu Ferrer, Vicente Bengoechea Meyer, José R. Artero Benages, Emilio Vivas Guillamón y el Conservatorio Profesional de Música de Valencia.
A todos ellos un millón de gracias. Yo soy el fruto, el resultado de vuestro buen hacer. Que Dios os lo pague.