POR JOSÉ RAIMUNDO NÚÑEZ-VARELA LENDOIRO, CRONISTA OFICIAL DE BETANZOS, MIÑO Y PADERNE (LA CORUÑA)
El 22 de abril del año 1564 fallecía de enfermedad natural doña Juana Diaz de Lemos y Andrade, viuda de don Luis de Villamarin, hijo que había sido de don Fernán Reymóndez de Figueroa, dueño de la Casa de Figueroa, en su domicilio del Castro de la ciudad de Betanzos. Según disposición testamentaria, sería sepultada en la Capilla de Nuestra Señora de la Gracia de la iglesia de San Francisco de Betanzos, donde lo estaba su padre don Cristóbal de Andrade, y en la que Bernal Guerra, casado con Mayor de Gallado, fundaría la Capilla de la advocación del Santo Nombre de Jesús, a la hora de otorgar sus últimas voluntades en Betanzos, el 15 de julio de 1584. En esta capilla, la primera del crucero del lado del Evangelio, se encuentra actualmente al culto la Virgen de los Dolores de la Venerable Orden Tercera.
De esta ilustre dama hemos publicado, entre otros artículos, el titulado Doña Juana Diaz de Lemos, benefectora de Betanzos, para ilustrar alguna de sus mandas en favor de la ciudad de Betanzos, aparte de su gran fundación como sería la Obra Pía para dotar doncellas huérfanas en el monasterio de San Francisco de Betanzos, tres hidalgas y tres del estado llano cada tres años, sobre la que también hemos tratado con anterioridad.
Entre otros bienes sujetos a la fundación para nutrir el Arca de tres llaves donde se custodiaban sus documentos y se depositaban los caudales de las rentas, que se hallaba en la celda del Rvdo.Padre Guardián, se encontraban tres Sincuras que se arrendaban por otros tantos años, como vamos a ver.
El 1º de julio de 1774, siendo mayordomo de dicha Obra Pia don Antonio Sánchez Couceiro, se procedía a efectuar la subasta de la sincura de San Salvador de Villozás, que le sería rematada a Vicente Cabaleiro, vecino de Betanzos, como mayor postor y por tanto tomador de su arriendo por 2.700 reales cada año, y según va dicho por un periodo de tres años, quien presentaría como fiadores de su cumplimiento a Simón de Arauxo y a Juan da Maceira (Archivo Notarial Coruña. Protocolo 2.483, folio 43, del escribano Juan Gabriel de Rilo, del número de Betanzos y de dicha Obra Pía).
Los bienes de esta fundación estarían sujetos al acecho de los usurpadores, siendo así que don Gaspar José Bermúdez de Castro y Andrade, señor del pazo de San Pantaleón das Viñas, entre otras Casas, otorgaba poderes a su mayordomo José Bermúdez Pulleiro, en su Casa y Palacio el 5 de junio de 1781, y a procuradores de La Real Audiencia, por la novedad impuesta por el cura de San Pantaleón, don José Antonio Varela, a quien correspondían cuatro de las dieciséis partes de los diezmos (siete de la obra pia y cinco de don Gaspar), llevándose más porción de la que le pertenecía:
“… de sus diezmos mayores y menores… y no obstante de ser asi constante dho Cura ha echo algunas Ynobaciones muy perjudizs al nominado Señor otorgante y zitada Obra pia en las percecion de dhos Diezmos…” (Ibidem.Protocolo 2.489, folio 83).
Acción a la que se unirían los patronos de la Obra Pía el siguiente 22 de octubre, por la misma razón (Ibidem. Folio 104). Volverían a otorgar semejantes poderes a los procuradores de la Real Audiencia, el 22 de julio de 1783, cuando el rector de la mencionada parroquia se atrevió a percibir la mitad de los diezmos, sin consideración a los derechos que en este caso reclamaban los mismos patronos (Ibidem. Protocolo 2.491, folio 70).
Sin duda alguna, las divergencias con la Iglesia, tan sutiles como complicadas a la hora de una resolución lógica, provocaría el retraso del proceso y a falta de fundamento legal para su defensa, recurriría a minar subrepticiamente la voluntad de los caseros para que plantasen patatas, una auténtica misión dirigida desde el arzobispado para enaltecer su plantación y consumo en todas sus parroquias. Sería toda una oportunidad para las intenciones apropiatorias del cura, sin opción de futuro, de ahí su perversa actuación por cuanto la patata, como fruto no fiscalizable, tampoco figuraba en la liquidación de los diezmos, reduciendo el valor de su renta, según hemos tratado en el artículo Problemas para el cultivo de la patata en las Mariñas de Betanzos en 1800.
Esta sincura habría de padecer los horrores de la Guerra por la Independencia. En nuestra obra La Ocupación de Betanzos y su tierra por los franceses en 1809 (Ayuntamiento de Betanzos, 2013) en el apartado 16.4 nos referimos a la Sincura del Colegio de Huérfanas, cuando en el documento señala Sincura de la obra pia de Huerfanas de esta ciudad que en el dia corresponden a los herederos del difunto Comisario ordenador Don Antonio Velasco, quien en 1805 había sido el mayor postor en la subasta de todos los bienes de esta Obra Pía, como consecuencia de la desamortización de don Manuel de Godoy, siendo Comisario Ordenador de los Reales Ejércitos, residente en La Coruña, por la cantidad de 468.000 reales, y que hemos aplicado a dicho Colegio de Huérfanas por derivación.
Cuatro días después, el 5 de julio de 1774, se procedería a la subasta de la renta sincura de esta Obra Pia en Santiago y Santa María de Ois, de la que resultaría tomador Francisco Valladares por 2.450 reales cada año, durante los tres de la duración del arriendo, presentando por sus fiadores a Antonio Vázquez, Pedro Castiñeiras Noguerol, Antonio Martinez y a Domingo Antonio de Seoane (Ibidem.Folio 47).
El siguiente 20 de julio, se efectuaba la subasta de la renta sincura de esta Obra Pía en Santa María de Erboedo, partido de Bergantiños, que le sería adjudicada a don Felipe Ariza (Arizaga), vecino de Santiago de Requián, por 4.300.- reales cada año, a satisfacer a su mayordomo durante los tres años de duración del arriendo, y quien presentaría como fiadora a doña Tomasa do Pazo y Cabanas (Ibidem.folio 51).
Esta mañana hemos pasado a visitar la sepultura de esta noble brigantina, que hizo donación de su gran fortuna a beneficio de las doncellas huérfanas, hidalgas y del estado llano, además de repartir sus bienes, riquezas y alhajas entre los templos e instituciones civiles y religiosas de la ciudad, y en especial con la comunidad franciscana al igual que habían hecho sus antecesores desde Fernán Pérez de Andrade O’Bóo, e hicieron sus descendientes hasta nuestros días, una vez levantada la alfombra que la cubre, para rezar por su alma y rendir justo homenaje.
Lamentablemente, encontramos su enterramiento parcialmente cubierto por el altar de la Virgen de los Dolores, que fue adelantado desde el fondo de la capilla hacia el cruce de la bóveda, con el único fin de conformar un espacio para servicio de la cofradía (depósito de tablas y trastos). Una actuación incomprensible que contribuye a entender el por qué las personas con posibles dejaran de realizar donaciones, a la vista del trato que le otorgan a los benefactores que lo efectuaron a lo largo de la Historia. Y esto acontece en un Monumento Nacional, declarado el 29 de septiembre de 1919, por si alguien se ha olvidado. Como lo han hecho quienes pintaron de llamativos colores de muy mal gusto (propios del barrio de la Boca bonaerense) los edificios situados enfrente del ábside, en la Calle de los Clérigos, aunque en este caso la responsabilidad es de las autoridades que se lo han consentido.