POR ANTONIO HERRERA CASADO, CRONISTA OFICIAL DE LA PROVINCIA DE GUADALAJARA
Viernes 3 de febrero, san Blas, patrono de las afecciones de la garganta, espiritual rector y advocación querida por los otorrinolaringólogos. Durante años lo celebré con compañeros, acordándonos siempre de sus milagrosas intervenciones sobre los males de la faringe, la laringe y aledaños. Ahora por las tierras de Guadalajara salen unas comparsas de hombres y mujeres ataviados de vivos colores, y lo hacen para celebrar a San Blas, que tanta relación tuvo siempre con las gentes de nuestra Alcarria.
Por San Blas conviene hablar de tradiciones. El ancestralismo de las botargas y enmascarados se tiñó de religiosidad (popular y colorista) cuando llegó el cristianismo. Pero como de todo ello hace tantos años, el origen anda velado y los motivos confusos. Por eso conviene aferrarse a lo que vemos, y esto es singular, propio. Tenemos una serie de fiestas, las botargas, que desde hace años vengo encomiando y recomendando y que ahora, por fin, han llegado al conocimiento común que porpicia, además, viajes hacia los lugares donde se celebran estas fiestas, lugares de los que no debe salir la celebración porque a las botargas y asimilados hay que seguir considerando como fiestas y celebraciones de las gentes de un lugar, con como espectáculos.
En Albalate de Zorita
Hoy viernes van a tener fiesta en Albalate. Porque una año más van a celebrar a San Blas, su querido patrón, un famoso anacoreta y hombre santo de hace muchos siglos atrás. A San Blas [de Capadocia] la cultura popular le hace patrono de las enfermedades de la garganta. Porque dice la leyenda que fue martirizado, por los romanos, cortándole el cuello. En el lugar de su muerte, que en la Alcarria sitúan en una vieja villa romana, entre Cifuentes y Gárgoles de Arriba, y junto a su ermita, la gente recoge arena y la toma cuando tiene algún mal de la garganta.
Aquí en Albalate es donde se festeja a San Blas, y donde la imagen del santo va luciendo su brazo derecho alzado completamente recubierto de rosquillas de tela y seda, exvotos de curaciones.
Hoy mismo, 3 de febrero, después de la Misa Mayor, sale en procesión la imagen de San Blas, que va acompañada de un nutrido grupo de danzantes, y es seguida/precedida por el baile, cada vez más frenético, y sonoro, de ese grupo de botargas-danzantes, que aportan un colorido sin igual a la fiesta.
Estos personajes, que forman una Hermandad de origen religioso, van revestidos de trajes de paño multicolor, en los que predominan el rojo y el amarillo. Al cinto se ponen numerosos cencerros, que son zarandeados produciendo un sonido continuo. Estos danzantes, en cuyo gorro se suelen bordar las iniciales “SB” de San Blas, o sus nombres y apellidos, gritan continuamente “vivas” al santo, dedicándole piropos y amenazas. En la descripción del folclorista López de los Mozos, estos personajes “parecen animales rabiosos o endemoniados que, lo mismo que alaban al santo a través de jaculatorias a él destinadas, profieren insultos como recuerdo de su anterior vida de pecador”.
La fiesta, que puede inscribirse en las celebraciones del ciclo invernal alcarreño, con personajes coloristas que danzan y hacen ruido, en esta ocasión se identifican como devotos y compañeros de un santo, al que hacen objeto de sus aplausos y amenazas. Desfilan juntos y en buen número con la procesión del santo, que se para ante balcones donde le hacen ofrendas.
El día siguiente, 4 de febrero, el Samblasillo, se dedica a la recogida de los ofrecimientos que hacen los albalateños a San Blas y que, posteriormente formados en lotes, serán subastados en la plaza del Ayuntamiento, repartiéndose mientras tanto la típica garnacha y las caridades.
Antes, el 23 de enero, denominado Día de las Cachiporras, los miembros de la Hermandad de San Blas, y una enorme chiquillería recorren las casas del pueblo pidiendo dinero o trigo para confeccionar las caridades con que obsequiar a propios y extraños en dicha festividad: son panes que, una vez bendecidos, tienen propiedades curativas contra las afecciones de la garganta.
En Peñalver
La de Peñalver es botarga –como todas– de antiguo origen y misterioso manantial, que durante los días 2 y 3 de febrero (La Candelaria, y San Blas, que junto a Santa Águeda forman el núcleo de las celebraciones invernales propiciatorias del renacimiento de la naturaleza) recorre las calles cuestudas de este pueblo alcarreño, asustando a la chiquillería. Este año lo hará el domingo día 5, que es cuando el lector que a esta información se acoja puede acudir a contemplarla.
Viste la botarga de blanco inmaculado, pantalón y camisa. Por todos lados le cuelgan cintas rojas. Su cara la cubre con una máscara de cartón duro, pinta de expresión terrorífica. No lleva cencerros, ni campanilla, pero sí una larga cachiporra, que tira al suelo para que los que le siguen se tropiecen y caigan.
El día de la fiesta, sale al amanecer, se toma una copa de anís, y luego entra en la iglesia para asistir a misa, poniéndose entonces encima una capa castellana, y un pañuelo a la cabeza. Al acabar el oficio religioso, y junto al alcalde y los integrantes de la Hermandad de San Blas, la botarga se pone en la puerta de la iglesia y reparte la “caridad”, que consiste en pasas, bendecidas por el sacerdote, y que son muy apreciadas por todos cuantos quieren tener un “seguro” contra las enfermedades de la garganta. A veces también reparte cañamones y pestiños hechos con masa de trigo y miel abundante de la comarca.
Por las calles se suceden las escenas de persecución y huida. Tiene la botarga de Peñalver la costumbre de trepar por las rejas y subir a los balcones. A los niños les pregunta: “¿Tú te meas en la cama?… porque te llevaré a los montes Pirineos…” Y ellos no se asustan, a pesar de la voz retumbante y terrorífica del personaje, y le acosan con el estribillo de “Botarga, la larga / que a mí no me alcanzas”.
Son de Ernesto Navarrete, un antiguo estudioso del folclore alcarreño, estas explicaciones de la razón (cristiana) de esta fiesta pagana: «Se hace esto en loor de San Blas, rememorando lo que el santo hizo con la Virgen. Y puesto que María era muy joven cuando salió a misa con su Divino Hijo, a la Presentación, el día 2 de febrero, San Blas, para que la gente no se fijase en la juventud de la Madre decidió vestirse de botarga e ir delante de ella pegando saltos”.
En todo caso, y sirvan estas dos fiestas (Albalate y Peñalver) como muestra alcarreña de un general muestrario de celebraciones, la primavera se acerca, y sin más mediciones que el temblor del cuerpo, los hombres lo saben. Y lo proclaman.
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