POR ANTONIO LUIS GALIANO, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA
«El cielo está limpio y sereno; una brisa suave derrama en el espacio el aroma que roba a las flores y de las yerbas olorosas, los rayos de la luz matutina reflejan como en multitud de límpidos diamantes en las cristalinas que el rocío ha dejado en las hojas de los árboles, de las plantas y de las flores, las golondrinas cruzan el espacio en todas direcciones; el ruiseñor saluda al astro rey cantando melancólicamente en la arboleda y la naturaleza toda quiere ofrecer sus encantos y mejores galas a la bella Sultana del Tháder».
Es sábado, 17 de julio de 1915: el día del Pájaro de hace cien años.
Con aquellas frases, un periodista que firmaba como Asser, narraba en ‘Ciudadanía’, portavoz de la Juventud Maurista Local, cuyo jefe político era Federico Linares, cómo se celebró la Fiesta de la Reconquista en aquél año. A las siete y media de la mañana, la Plaza Nueva (entonces de la Constitución), estaba llena de oriolanos que esperaban que, media hora después descendiera por el balcón principal de la Casa Consistorial, la Gloriosa Enseña del Oriol. El comentario entre nuestros paisanos, en esos momentos era la fuga el día anterior, festividad de la Virgen del Carmen, de las cárceles del partido del Pajarero y su cómplice, que allí estaban recluidos preventivamente por un robo que habían efectuado el mismo día el año anterior, a la joyería de la viuda de Francisco Correa calle de la Feria, de la que sustrajo joyas por un valor entre cinco y siete mil pesetas. El delincuente, tras escalar el muro de la prisión, y pasando a una casa contigua se fue hacia el Seminario, donde se atrincheró en una de sus celdas. Al ser advertido el guardia municipal Francisco García, éste intentó intimidarlo con unos disparos, acudiendo entonces las Fuerzas de Seguridad y la Guardia Civil. Al final el citado Pajarero fue reducido y conducido otra vez hasta la cárcel.
Toda esta persecución, como si fuera una cinta cinematográfica, era el tema de conversación, hasta que a las ocho en punto un cañonazo anunció la salida del Pájaro al balcón principal. Desde él fue descendido a los acordes de la Banda de Música, siendo recogido por el concejal señor Díaz que estaba acompañado por el resto de la Corporación Municipal, cuyos componentes y el capellán de Ayuntamiento se repartieron los cordones que prenden de la Enseña. A partir de entonces se organizó la comitiva con el siguiente orden: sección de la Guardia Municipal, Banda de Música, maceros vestidos con dalmáticas rojas, Gloriosa Enseña del Oriol, Corporación Municipal y pueblo. Desde la Plaza de la Constitución, interpretando la Banda de Música pasodobles estrenados para ese día, se dirigieron a la Catedral, en la que recogieron a las imágenes de las Santa Justa y Rufina, que habían sido depositadas en la misma el día anterior, así como al Cabildo Catedral y al clero parroquial. Al llegar a la parroquia de las Santas Patronas, se celebró la tradicional Misa del Pájaro, que fue oficiada por el canónigo maestrescuela José María Rubio Gálvez, asistido por los beneficiados Cartagena y Gay.
El Sermón de la Reconquista o ‘Sermón del Pájaro’ fue predicado por el canónigo José Díaz García, que desarrolló el tema, «La fe y el sacrificio cubren de gloria a los hombres y a los pueblos», en que como era tradicional trató sobre la intervención milagrosa en la Reconquista de las Santas Justa y Rufina y de la legendaria Armengola. La parte musical de la ceremonia religiosa, estuvo dirigida por el maestro de capilla de la catedral, Vicente Perpiñán.
Al concluir la misa, se ofreció un refresco por parte de la Comisión de Festividades a ambos Cabildos, Civil y Eclesiástico, tras lo cual, en procesión, la comitiva presidida por la Enseña, que era portada por el concejal Ricardo Ferrer, se dirigió de nuevo a la Catedral para acompañar al segundo de estos cabildos y clero parroquial. Al salir de la primera iglesia de la Diócesis, y siendo portador del Pájaro, el concejal J.J. Carrió; con aires festivos fue llevado hasta la Casa Consistorial, donde fue recibido con vítores y aplausos. En la Plaza de la Constitución «tras saludar al pueblo volvió a subir al balcón donde como es costumbre tradicional» permaneció durante todo el día.
Mientras que algunos oriolanos habían partido hacia las playas o el campo, para comenzar la temporada estival, aquellos otros que quedaban en la ciudad, completaron este día festivo siendo espectadores en la Plaza de San Sebastián, por la tarde, de un partido de fútbol en el que se enfrentaron el Hispania Foot-Ball Club y un grupo de jugadores de la ‘fallecida’ Deportiva Oriolana. El resultado fue de ocho a uno a favor de los primeros, siendo justificado dicho resultado por la prensa porque los primeros estaban «muy entrenados». Después pudieron disfrutar de las representaciones que se ofrecieron en el Teatro Circo o en el Salón Novedades, que respectivamente estuvieron a cargo de la niña Stelita y Consuelo Díaz-Gay, en el primero, y Amparo Moya que puso en escena en el segundo, la zarzuela que era calificada como ‘opereta bíblica’, ‘La Corte del Faraón’, con libreto de Guillermo Perrín y Miguel Palacios, y música de Vicente Lleó.
Llegó al ocaso el 17 de julio de 1915, pero como decía el citado periodista Assin, los oriolanos tuvieron ocasión con la celebración de dicho día, de rivalizar con sus mayores que durante siglos se cubrieron de gloria en tan histórico día, al igual que cien años después los oriolanos de hoy continúan no sólo compitiendo, sino me atrevo a decir superando a aquellos que nos precedieron.
Fuente: http://www.laverdad.es/