POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
El próximo 15 de octubre la Iglesia católica celebra la festividad de Santa Teresa de Jesús, santa muy venerada en Piloña (Asturias), en Ávila y en Alba de Tormes.
Les cuento: Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada, hija de familia de probada hidalguía, nació en Ávila de los Caballeros (es decir, Ávila capital) el 28 de marzo de 1515 y tras una larga vida de fe, de fundación de conventos, de actividad religiosa, de escritora mística, falleció en Alba de Tormes (Salamanca) el 4 de octubre de 1582. En religión tomó el nombre de TERESA DE JESÚS.
Fue beatificada por Paulo V en 1614, canonizada en 1622 por Gregorio XV y proclamada patrona de España, junto con Santiago Apóstol, por el Papa Urbano VIII. Es considerada como Doctora de la Iglesia.
¿Y qué tiene que ver esta «santa andariega» (así se la conoce) con esa dulcería, hoy tan famosa en Ávila, que son las llamadas YEMAS DE SANTA TEREA y también YEMAS DE ÁVILA?
Pues nada, nada… sigo con «les mios Histories».
A mediados del siglo XIX un experto repostero-pastelero de la comarca de Tierra de Campos, llamado don ISABELO SÁNCHEZ, estableció obrador de confitería en Ávila (capital) con el nombre de «LA DULCE AVILESA». Sucedió esto en 1860; es decir: hace la friolera de 160 años de nada. Y allí, en su obrador, creó -quizá siguiendo la pauta de los ya célebres tocinillos del cielo- unas «yemas dulces» que bautizó con el nombre de YEMAS DE SANTA TERESA.
Fueron pasando los años y los descendientes de don Isabelo siguieron con el negocio, al que permutaron el nombre por el de LA FLOR DE CASTILLA (que es el actual), y registraron como propia la marca YEMAS DE SANTA TERESA.
¿Qué sucedió? Pues que la gran fama y demanda de esta dulcería fue tan grande que otros confiteros de la ciudad apostaron por su elaboración y al no poder utilizar el nombre ya registrado, optaron por el más genérico de YEMAS o el ya más localista de YEMAS DE ÁVILA.
¡Vaya! Que sucedió algo parecido a los CARAJITOS DEL PROFESOR, marca propiedad de la actual confitería «Carajitos del Profesor» con más de un siglo de existencia, y que al ser dulcería famosa en Salas (Asturias) otros obradores la comercializan como simplemente CARAJITOS o, también, CARAJITOS DE SALAS.
¿Y cómo se elaboran las yemas?
¡Hombre!, yo les respondería como hacía el catecismo del P. Astete y que muchos estudiamos de pequeños: «Eso no me lo preguntéis a mí, padre, que soy ignorante; doctores tiene la iglesia que os sabrán responder».
Pero, en fin, voy con mi «recetina de andar per casa»:
1.- Preparen un almíbar a punto de hebra fina hirviendo 200 g. de azúcar en 100 cl. de agua, aromatizando con un poco de ralladura de piel de limón.
2.- Batan muy bien en un cazo de cobre 12 yemas frescas de huevo de gallina.
3.- Cuando el almíbar esté templado agréguenlo en chorro muy fino, lentamente y batiendo de continuo, a las yemas ya batidas. Ha de resultar una mezcla muy homogénea.
4.- Lleven el cazo con sus yemas azucaradas al baño maría de agua y, removiendo de continuo, formen una masa relativamente compacta y muy suave. Retiren y dejen enfriar.
5.- Con pequeñas porciones de esa masa, y moldeando A MANO con mucho tino, formen unas bolitas de un día metro aproximado a los 2 cm.
6.- «Rebocen» esas bolitas (ya «las yemas») en azúcar glas y colóquenlas, una a una, en tartaletas de papel rizado (blanco o marrón).
Disfruten de ellas complementando con un vino dulce oloroso, tipo Oporto, Pedro Ximénez, … o el que gusten.
¡Oiga! ¿Y si no acertamos en la elaboración?
Pues miren, ¡háganme caso!, no insistan. Esperen a que superemos esta pandemia del virus maligno y dense un garbeo hasta Ávila: conozcan sus murallas, sus chuletones, sus asados de cordero, sus vinos y, por supuesto, su abundante dulcería.
¡Ah! Y como me gusta presumir, consulten «mi libro» CON SABOR A SANTIDAD (Everest S.A. León 2005).