POR JOSÉ CATALUÑA ALBERT, CRONISTA OFICIAL DE ALGAR DE PALANCIA (VALENCIA)
Si bien es cierto que este pueblo como tal, con la denominación árabe de “Al-gar”, tiene su origen en las primeras décadas del siglo VIII con la invasión de la Península Ibérica por los musulmanes, no es menos cierto que en el entorno del mismo existió con anterioridad algún pequeño tipo de poblamiento ibérico y romano, tal como se puede constatar con los restos encontrados en lo que actualmente constituye su término municipal.
La redacción de este pequeño comentario, que contiene una breve referencia al hallazgo de restos arqueológicos de la época ibérica y romana, ha sido posible gracias a las investigaciones y estudios llevados a cabo por expertos como Rafael Pérez Mínguez, Domingo Fletcher Valls, Miquel R. Martí Matíes y Manuela Raga y Rubio, esta última en su valiosísimo trabajo “ Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos (Bienes de interés cultural, yacimientos arqueológicos y elementos etnológicos)”, encargado por el Ayuntamiento de Algar de Palancia como consecuencia de la aprobación de su Plan General de Ordenación Urbana.
El Algar ibérico
El valle del río Palancia, en cuya ribera derecha se encuentra Algar de Palancia, tal como nos recuerda Rafael Pérez Mínguez, sufrió, durante los siglos V al IV a.C., un importante proceso de iberización, extremo que se puede constatar por la apreciable cantidad de hallazgos de pequeños yacimientos en la cuenca de dicho río, en la zona que discurre próxima a la vía que se dirigía desde Sagunt a Aragón.
Concretamente, siguiendo a Pérez Mínguez, en el área conocida como Baix Palancia (Bajo Palancia), que comprende desde Algar de Palancia hasta la desembocadura del río Palancia, se encuentra la históricamente mayor población ibérica de la zona, la primitiva Arse, la cual después, en la época romana, pasó a llamarse Saguntum, en el período de dominación musulmana Mobiter (de ahí deriva seguramente la denominación de Morvedre, que todavía utilizan los más mayores), para retomar modernamente el nombre oficial de Sagunt.
En este entorno se han encontrado yacimientos ibéricos de escasa importancia en lugares com el Alt de la Redona, Beselga, Segart, el Picaio de Punta, el Romeral, el Pico Rabossero y la Canyada Ferrera.
Según manifiesta Pérez Mínguez, en esta época los escasos pobladores de la zona debieron practicar una agricultura casi exclusivamente de secano, con cultivos como cebada, trigo, vid, olivo, granadas, manzanas, higos, almendras, lentejas o habas, entre otros. Posiblemente, también criaban animales domésticos como cabras, ovejas, cerdos, bóvidos y caballos. Incluso es posible que tuviera lugar algún incipiente tipo de regadío.
En lo que concierne al territorio de lo que actualmente es Algar de Palancia, la arqueóloga Manuela Raga y Rubio, en su importante e interesantísimo trabajo antes referido, nos ha dejado pruebas suficientes de la existencia de pequeños poblamientos ibéricos. A continuación se citan algunos de ellos.
La Pedrera.- Este yacimiento se encuentra al sur del Barranco de Pedrera, y se llega al mismo cruzando el puente sobre el río Palancia, próximo al casco urbano, en dirección sur por la antigua carretera CV-225.
En las parcelas observadas y analizadas se han encontrado fragmentos de cerámica común de tradición ibérica, no apreciándose restos de estructuras o indicios próximos a los que asociar estos restos cerámicos.
Alt del Castellet.- Situado cerca del término municipal de Segorbe (Castellón), en la confluencia del camino del Collado de Árguines y el Azagador del Camino de Segorbe. Según Raga y Rubio, se trata de un poblado-atalaya, en el que hubo una torre en la cima del cerro, la cual quedó arrasada para la construcción de una batería antiaérea en la pasada Guerra Civil (1936-1939).
Alrededor de esta torre había restos de muros, hoy casi inapreciables, indicativos de una ocupación ibérica del cerro, impidiendo y dificultando hoy la vegetación existente la localización de dichos restos.
Penya Urbea.- A este yacimiento se llega saliendo del casco urbano de Algar de Palancia en dirección norte. Nada más cruzar el puente sobre el río Palancia, se toma el Azagador de la Rambla de Azuébar, se sigue hasta el límite del término municipal de Soneja (Castellón), límite entre las provincias de Valencia y Castellón, y, a la derecha de la Rambla de Azuébar, se encuentra la Penya Urbea. También se puede llegar a este paraje siguiendo el cordel de la pista de Chóvar (Castellón), conocido como Camino de los Arrieros.
La parte correspondiente al poblado se encuentra en el término de Soneja pero su cierre sur y las laderas, donde hace años se encontró una urna de incineración, pertenecen al término de Algar de Palancia.
Según Raga y Rubio, se trata de un poblado ubicado estratégicamente, conservándose restos de muros y abundantes fragmentos de cerámica.
Font de les Escales.- Este lugar se encuentra al pie del cerro de Les Escales, en la vaguada que se abre al pie de este montículo, entre este y el Barranc de la Font de les Escales, en la zona de confluencia del camino del mismo nombre y el Camí Vell del Colom.
Los únicos de restos encontrados corresponden a materiales entre los que hay cerámica común y alguno de tradición ibérica, junto a restos de una actividad minera de la zona.
El Algar romano
El arqueólogo Miquel R. Martí Matíes, nacido en Catarroja (Valencia), en su trabajo de investigación correspondiente a su tesis doctoral, que mereció la calificación de “Cum Laude” europeo de la Universitat Politècnica de València, sostiene que el esplendor que alcanzó Sagunt en la época romana tuvo un impacto sobre un gran territorio. Los dos acueductos que la alimentaban de agua desde Vilamarxant y Bejís en época imperial cobraron un papel decisivo para la vertebración y configuración actual de una amplia zona de la Comunitat Valenciana.
Considera Martí Matíes que los dos acueductos que suministraban agua a Sagunt desde Vilamarxant y Bejís propiciaron la creación de villas romanas que, con el tiempo, se convirtieron en más de una veintena de localidades en las comarcas valencianas de L’Horta Nord, El Camp de Túria, El Alto Palancia y El Camp de Morvedre. Cita el autor las doce poblaciones que tuvieron villas romanas en el valle del río Palancia (Bejís, Teresa, Viver, Jérica, Navajas,Segorbe, Soneja, Alfara de la Baronia, Torres-Torres, Estivella, Albalat dels Tarongers y Petrés), excluyendo entre otras las localidades de Sot de Ferrer y Algar de Palancia, si bien no descarta del todo que ambas tuviesen villas romanas, afirmando que en las dos se han visto tejas romanas y cerámica, aunque no hay restos catalogados.
Respecto a si en Algar de Palancia existió o no una villa romana, es interesante traer a colación lo manifestado por la arqueóloga Raga y Rubio en su ya citado estudio, en el capítulo titulado “Villa romana de l’Aljub d’Alfara”, en el que literalmente dice lo siguiente:
El asentamiento romano conocido como “L’Aljub d’Alfara” (los vecinos de Algar de Palancia lo llaman “Aljub de la Regaora d’Alfara”) es considerado como una villa rural, con cronología de los siglos I-III d.C…En la prospección se registró abundantes presencia de fragmentos de materiales de construcción de época romana, por lo general de buen tamaño y con aristas, lo que indica su conservación prácticamente in situ, piezas de sillería reutilizadas e incluso fragmentos de rueda de molino reutilizados en los muros de mampostería que delimitan el bancal actual. Otros restos cerámicos de producciones del tipo TSH y cerámica común de esta cronología también son abundantes en la zona delimitada como yacimiento y en su correspondiente margen de seguridad. De entre los materiales cabe destacar la presencia de una pieza de piedra caliza, cilíndrica, de un molino, de 125 cm. de diámetro y de altura constatada de 1 m., con una serie de muescas rectangulares, simétricas, asociadas a su funcionalidad. Sobre las parcelas delimitadas se observan, además de los restos de material de construcción de época romana y sillería, abundantes fragmentos de ánfora y de otros recipientes de cerámica común, tanto de almacén y transporte como de servicio de mesa… En la bibliografía consultada, consta el hallazgo de “pondera”, partes conservadas in situ de un piso de pavimentos de ladrillo romboidal, incluso de un pequeño mosaico (en el aljibe) que reutiliza 16 teselas (pequeñas piezas de piedra, terracota o vidrio coloreado que se utilizaban para confeccionar un mosaico; eran de forma cúbica, muy cuidadas y de distintos tamaños) originales de un mosaico romano.
A mayor abundamiento, y como confirmación de la existencia de esta villa romana en Algar de Palancia, merece citarse la referencia que Rafael Pérez Mínguez hace de L’Aljub d’Alfara en su trabajo “Aspectos del mundo rural romano en el territorio comprendido entre los ríos Turia y Palancia”.
Pérez Mínguez describe brevemente L’Aljub d’Alfara, diciendo que … se encuentra situado a 1,5 km. de Algar de Palancia. Desde la carretera N-234 se toma el desvío hacia Algimia; continuando por esta carretera, que une este pueblo con Alfara de la Baronia y Algar de Palancia, hay que desviarse, pasado el km. 4, por el primer camino de tierra a la derecha (hoy pavimentado). Este lleva al yacimiento, con campos de olivos y algarrobos. Se encuentra a unos 200 m. sobre el nivel del mar, en un paisaje montañoso. El material encontrado consiste en fragmentos de “tegulae” (tejas) y vasos comunes, “terra sigillata” (expresión latina que significa tierra o cerámica pintada sellada romana de color rojo brillante) algunas cerámicas ibéricas pintadas, “ponderas” abundantes, ladrillos rómbicos, de los cuales quedan algunos formando un piso; una piedra labrada en sus superficies planas, de gran tamaño y de forma cilíndrica y algunos objetos de menor importancia. En el aljibe existe un pequeño mosaico confeccionado con 16 teselas encontradas en las proximidades. En superficie abundan fragmentos de cerámica ibérica. Existe un bloque de piedra en la parte alta que posiblemente corresponda a algún tipo de estructura de yacimientos.
Indicios de restos romanos existen en otros lugares de Algar de Palancia. Sin olvidar los encontrados en lo que tal vez fuera el antiguo acueducto romano de Bejís a Sagunt en su paso por el mismo, el religioso mercedario Fr. Faustino D. Gazulla, que fue Cronista General de la Orden de la Merced, al mencionar el castillo-palacio de Algar de Palancia, ubicado en el centro del casco urbano, del que apenas quedan restos originales, no descarta el posible origen romano del mismo.
Por último, no se puede obviar como colofón a este pequeño comentario que, gracias al seguimiento arqueológico ordenado por la Consellería de Cultura de la Generalitat Valenciana en el Azud de Algar de Palancia, en el río Palancia, a dos escasos kilómetros del casco urbano, al conocer que la Confederación Hidrográfica del Júcar iba a intervenir en el mismo, se ha motivado la investigación de algunos expertos, habiéndose localizado en dicho azud un sillar almohadillado, cuidadosamente tallado, constatándose que se trata de una obra ejecutada de forma concienzuda y con materiales de primera calidad, con el propósito de permitir encauzar el agua y llevarla hasta Sagunt. Todo ello ha venido a confirmar de forma científica la hipótesis de hace algunos años de diversos estudiosos respecto al nivel arqueológico y el esplendor de la hidráulica que hizo posible suministrar agua a Sagunt en la época romana.
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