POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

Bueno, vamos a tomar las cosas con calma para que «de mano» no me censuren sospechando que voy a buscar una relación directa entre la caridad y el alcoholismo.

No hay tal cosa en mi propósito; así que sigan leyendo.

Fue costumbre muy antigua (los leguleyos dicen «derecho consuetudinario») el que los municipios limítrofes de pastos comunales de montaña aprovecharan esa circunstancia «pa llevar allí el ganau» durante los meses de primavera-verano.

Tal uso se regía tradicionalmente por unos pactos acordados entre los concejos, y si algún vecino no los cumplía, cada ayuntamiento tenía poder para «prindar» (retener) las reses, que serían devueltas a su dueño mediante el pago de la multa correspondiente.

Frecuentemente «la prinda» acarreaba situaciones de enfrentamientos y violencia con consecuencias incluso muy graves.

Esto venía sucediendo desde tiempos antiquísimos entre los municipios de Aller y de Lena, en Asturias.

Y aunque se procuraban acuerdos pacíficos entre ellos (ejemplo, el firmado en marzo de 1829), la realidad era muy otra y la violencia siempre estaba presente entre esas gentes.

Para buscar y lograr la paz deseada entre los ganaderos alleranos y lenenses nace en Moreda (Aller) en el año 1914 la Sociedad «HUMANITARIOS DE SAN MARTÍN». En sus Estatutos, aprobados al año siguientes, consta «Que se gestione la solución amistosa, para evitar días de luto, del conflicto sobre pastos entre los Ayuntamientos de Aller y Lena».

Pasaron los años y esos problemas desaparecieron.

Pero no «Los Humanitarios», acogidos al patronazgo de San Martín, que hoy orientan su actividad hacia el alivio de problemas sociales y humanos entre los vecinos de Moreda.

El día 11 de noviembre, festividad de San Martín de Tours es su día de celebración.

En esta fiesta, tan tradicional en la comarca, no pueden faltar LOS BORRACHINOS, que no son lo que ustedes piensan, sino una DULCERÍA muy típica de esa comarca (entre otras como Quirós, Proaza, Teverga…).

Se preparan así:

En un cuenco se empapa miga de pan de hogaza con huevos batidos, una copita de licor y un poco de azúcar. Se amasa bien para lograr una «masa» espesa, homogénea y compacta.

Porciones de esa masa, esféricas, del tamaño de una «bola de helado», se fríen en aceite de oliva muy caliente, hasta dorar. Se sacan y llevan a una cazuela donde habrá un almíbar hecho con bastante azúcar, mitad de agua y mitad de vino blanco (ejemplo: medio litro de cada), y aromatizado con piel de limón y rama de canela.

Cuecen en ese almíbar durante una media hora abundante.

Se sirven a temperatura templada bañados con su almíbar.

NOTA.- Hemos aconsejado para el almíbar la proporción «mitad/mitad». Algunas fórmulas recomiendan la proporción 1agua/2 vino (ejemplo 1/4 litro de agua/1/2 litro de vino)