SE CITA A RAFAEL SÁNCHEZ VALERÓN, CRONISTA OFICIAL DEL MUNICIPIO DE LA VILLA DE INGENIO (LAS PALMAS).
Del cochino, según cuentan, se aprovecha todo, y se come casi todo, pero en Ingenio supieron ir más allá y crearon casi una industria que convirtió durante décadas a este pueblo del sureste en la capital del ganado porcino. Decenas de familias los criaban y luego un grupo de marchantes muy singulares, los cochineros, recorrían la isla para venderlos. Fueron tantos en Ingenio y tan conocidos fuera de sus fronteras que hoy a los habitantes del municipio se les llama así, cochineros. Antes se consideraba peyorativo, pero hoy lo llevan muy a gala.
«Mi marido iba a vender cochinos al norte y se pasaba hasta una semana fuera», recuerda Josefa Díaz Santana, su viuda desde hace ocho años, en su casa de La Pastrana, donde repasa algunos de los más bonitos recuerdos que le dejó la etapa que Juan González Santana le dedicó a este oficio ya extinto. «A veces tenía suerte y a los dos días ya estaba de vuelta, pero procuraba regresar cuando ya los había vendido todos». Fue a lo largo de los años 50 y 60.
«Eran los años del hambre…»
Al grito de ¡Cochinos! y a lomos de un burro cargado de serones llenos de lechones, Juan recorría los caminos del norte de la isla. «No, él no criaba cochinos, los compraba aquí y luego los vendía fuera», matiza Josefa. «Eran los años del hambre y aquí t odo el mundo tenía una cochinilla para si daba crías, venderlas y sacar adelante a sus familias». Los vendían como a los 40 días.
El cronista oficial de Ingenio, Rafael Valerón, lo ha explicado en varias publicaciones. «La mayoría de las familias, aunque no fueran labradores, tenían su cochina que, con el producto de sus partos, se aprovechaba para tapar algunos agujeros en la precaria economía familia de antaño».
Y el marido de Josefa, Juan, aprendió de niño, porque su padre Blas María y su hermano Blas también eran cochineros. «Estuvo con eso muchos años, desde yo soltera y los primeros años de casados». Recuerda, siendo niña, que Juan venía con su padre a su casa a comprar los serones, porque el padre de Josefa los hacía.
Dejó el oficio cuando nació su segunda hija
«Le gustaba ser cochinero, lo que pasa es que tuvo que dejarlo porque la familia iba creciendo y ya no daba». A Josefa le escucha una de sus siete hijos, Ana, la segunda, tras cuyo nacimiento, precisamente, Juan se buscó otro medio de vida. Le encantaba la jardinería y acabó cuidando las zonas verdes de los apartamentos Santa Fe, en Playa del Inglés. Como tantos en la isla, dejó el campo por el turismo.
Aquel camino que emprendió Juan ya no tuvo retorno, salvo alguna incursión esporádica más adelante, casi para matar el gusanillo, de la que la propia Ana, muy de niña, fue incluso testigo directo. Y como Juan hizo el resto. Todos fueron dejando el oficio. Es más, hoy ya no quedan cochineros como tal en Ingenio. Ya no existe este oficio. Por no quedar, casi no quedan cochineros vivos.
El Ayuntamiento ha organizado para este viernes un acto de homenaje a 43 de estos particulares comerciantes de ganado porcino y, por los datos que maneja el gobierno local, será en su inmensa mayoría póstumo, porque solo uno de ellos sigue vivo, Francisco Ruano Santana, que tendrá la suerte de presenciar en directo tan merecido reconocimiento.
La cita será la noche de este viernes, a las 20.00 horas, en el Centro Cultural Federico García Lorca, en el marco del que será el I Encuentro Cochineros Ingenio-Los Realejos. El edil de Desarrollo Etnográfico y Patrimonio Cultural, Ramón Tejera, explica que del municipio tinerfeño, en cuyo pago de Icod el Alto existía también una arraigada tradición cochinera, acudirán su alcalde, Adolfo González Pérez-Siverio, dos ediles, el grupo musical ‘Los Trigales’ de Tenerife y la Asociación de Cochineros Icod el Alto. Recuerda que Ingenio ya les hizo la visita en agosto pasado.
Patrimonio Cultural Intangible
«La lista de homenajeados está abierta», advierte sobre la marcha Tejera. «Esta es la que hemos podido recopilar, pero no queremos dejarnos a nadie fuera, así que podemos ampliarla», aclara. Hay tiempo para posibles nuevas incorporaciones. El reconocimiento no se quedará en este acto. El gobierno propondrá en un pleno próximo la declaración de este oficio como P atrimonio Cultural Intangible de Ingenio.
«Conozco gente en el norte que recuerda a mi marido y me decía: Ay Juanito, que ‘jalaba’ los cochinos así para que parecieran más grandes y venderlos», sonríe Josefa. «Y se quedaba donde fuera». Rememora que una vez una señora del norte le ofreció un cuarto que usaba para guardar paja. «Se quedaron él y el hermano y empezaron a sentir ruidos, y era una gallina que tenía allí echada».
La anécdota del árbol con los frutos llenos de bichos
A veces les invitaban a comer. Otras se alimentaban como podían. «Una noche iba con su hermano Blas y tenía tanta gana de comer que había un árbol, no recuerdo si de ciruelas o de albaricoques, se pusieron a comer, y cuando se levantaron se dieron cuenta de que todas las frutas estaban llenas de bichos». Es una de las muchas historias que, como recuerda Ana, contaba su padre.
Pasó mucho sacrificio, apunta Josefa, por eso cree que el homenaje es «merecido» y lo vivirá «con orgullo». Con el mismo orgullo que Ingenio vive su pasado cochinero, al que, de hecho, tienen dedicadas dos esculturas, el Monumento al Cochinero, en el cruce de la Avenida de América con la GC-100, y la Piara cochinera al pie de la plaza de la Candelaria.
A buen seguro no quedará una plaza libre este viernes para presenciar este homenaje. Será presentado por el docente, investigador y verseador Yeray Rodríguez y contará con la participación del cronista oficial de Ingenio, Rafael Sánchez Valerón. También actuarán ‘Los Cochineros’ de Ingenio y se proyectará un documental realizado por el Colectivo El Ingenio. Colaboran la Asociación Cultura y Patrimonio de Canarias Cupacan y la Orden del Cachorro Canario. Grumete Florido
FUENTE: https://www.canarias7.es/canarias/gran-canaria/vender-cochinos-norte-20230120192447-nt.html