POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Muchos colungueses (en este caso me refiero a las gentes de la villa capital del concejo) recordarán a doña Carmen Fernández Ruiz, persona «muy de Iglesia», exquisitamente educada, cariñosa con todo el mundo y a la que con apodo de familia conocimos como «Carmina la de don Benito». Era hermana de DON CÉSAR FERNÁNDEZ RUIZ (1906-1966), médico ginecólogo, jefe del Servicio de Ginecología del Hospital de Palencia, profesor de la Universidad de Valladolid, doctor en Medicina con su tesis -leída en la Universidad de Madrid- titulada «Método original de la aplicación de la Gattadiaphot a la ginecología». Un dato: don César nació en Tineo, si bien puede ser considerado como «colungués de adopción».
Fue autor de diversas publicaciones directamente relacionadas con su especialidad clínica y de otras que ensamblan Medicina, Historia, Costumbrismo, etc. Tales son, por ejemplo, «La Medicina en la pintura de los pintores españoles» e «HISTORIA MÉDICA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS», libro editado en 1965 por el Real Instituto de Estudios Asturianos.
Pues bien, en ese libro -muy interesante, por cierto, en el capítulo VI «Los viejos hospitales de Asturias», al referirse (página 92) a la atención médico-hospitalaria en nuestro concejo, don César escribe con cierto error lo que sigue:
«En Colunga, como en casi todos los pueblos de cierta importancia, hubo «cirujanos menores», algunos de gran fama como el popular Melín de la Petrona especialista en «iguar torceduras»; y el CIRUJANO MONCÓ especializado en extracciones dentarias cuya afición y habilidad heredó su hija «La Moncona», a la que recuerdo extrayendo muelas en un sillón al pie de la barbería, con gran éxito en los jueves, día de mercado».
Les cuento: En la villa de Colunga NO EXISTIÓ cirujano alguno -fuese médico titulado, enfermero o simplemente «curiosu», «sanador» o «ensalmador», que se llamará o apellidará MONCÓ.
La historia es muy otra y muy distinta.
En Colunga capital, en 1923, existían dos barberías (es decir, barberías-peluquerías); una, la de Ángel García y la otra, la de JULIÁN VICENTE.
JULIÁN, colungués, conoció y casó con VICENTA RODRÍGUEZ, viuda y con una hija, que era natural de MONCÓ, lugar en la parroquia de San Juan de Vega de Rengos, en Cangas de NARCEA. Mujer experta («curiosa») en extracciones dentarias y cuya labor «odontológica» realizaba en la misma barbería donde trabaja su marido y a pleno dolor del sufrido paciente. Esta barbería, ubicada en «La Acerona» que comunica la calle Real (hoy, Dr. Grande Covián) con la plaza donde está «la plaza cubierta» es la que en su día atendía «Felix el barberu».
Los colungueses, siempre en sentido cariñoso, dieron en llamar MONCONA a la esposa de Julián Vicente, el barbero, atendiendo al toponímico de Vicenta, que al ser de Moncó, sería «moncona» o «monconesa», del mismo modo que una persona nativa de Colunga es colunguesa; o, si de Llastres, llastrina.
Yo no conocí a Vicenta Rodríguez pues falleció en 1934. Sí conocí a su nieto Félix «el barberu», hijo de la hija de su primer matrimonio, que fue un personaje entrañable y gran pescador de lubinas, y a dos de sus hijos de su matrimonio con Julián: GLORIA VICENTE, «la Gloria de Saul», y a JULIÁN VICENTE, padre de Juan Antonio Vicente Díaz, médico anestesiólogo, a quien los colungueses conocemos como «Chiquilín».
En la foto, correspondiente al año año 1978, vemos a JULIÁN VICENTE RODRÍGUEZ acompañando al tambor al colungués Dr. Jorge Ordóñez, médico psiquiatria, que actuaba como gaitero en el acto conmemorativo de las BODAS DE ORO del Asilo (Unión Social Católica) de Colunga.
Por cierto: otro error de don César, pues en fotografía del Asilo, página 93 del libro citado, escribe como «pie de foto» que se trata de un «ACTUAL HOSPITAL MUNICIPAL». El Asilo NUNCA FUE HOSPITAL y NUNCA FUE PROPIEDAD MUNICIPAL, excepto en tiempos de la II República cuando el Ayuntamiento se incautó de sus bienes y de sus dineros.
En esa Misa «prediqué» yo la homilía y ya , después, durante el convite a autoridades, a asistentes amigos y a ancianos residentes, hacia las 6 de la tarde, les di «la noticia primera» de la elección del cardenal Albino Luciani como nuevo Papa de la Iglesia Católica , Papa que tomó el nombre de Juan Pablo I. Este Papa, al que los que le admiramos llamábamos «Juan sonrisas», falleció a los 33 días de su elección.
Son recuerdos de microhistoria que reviven a hechos y personas muy singulares: ¿Quiénes de mi edad no recuerdan a Gloria «la de Saul el taxista», sirviendo gasolina en aquella gasolinera «de columna» ubicada en el vértice oriental de la Plaza del Monumento?
¿O a «Félix el barberu» y a su colega de profesión Pepe Obaya, a José y su zapatería «El Rápido», a Adolfo «el muyerín, hijo de Dolores Frade «la muyerina»…?
Colunga tiene historia en sus «grandes personajes», pero «su vida» la forjaron día a día esas otras personas que supieron»dar el callu» trabajando en silencio y, aunque no lo crean, con alegría.