POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Hace unos días estuvo en nuestra ciudad un artista de la fotografía que llegó a un sitio concreto, en busca de un motivo concreto, y con todas las referencias y permisos correspondientes. Llegó buscando las pinturas murales de Santa María, ese Pantocrátor que es uno de los referentes artísticos de la ciudad, para una obra que tiene en marcha de fotografías muy especiales de toda España. Un proyecto diferente a otros, con unas imágenes obtenidas minuciosamente en un largo proceso en función de las diferentes luces y sombras de cada momento. Le acompañé en su estancia en Santa María la Mayor ya que Guillermo, el sacerdote que recibió al artista, tenía que ausentarse. A lo largo de la mañana se fueron sumando otros amigos y ayudantes de aquel visitante tan interesante, con momentos de conversación super interesantes, Ramitos se quedó con nosotros y también llegó Félix…
Podemos decir que son imágenes muy especiales por su soporte, placas de negativos de gran tamaño, y obtenidas con una cámara espectacular, de fuelle y tela cubridora, como las antiguas, pero que es súper moderna, una recreación del sistema antiguo de la cámara oscura reproducido fiel sutilmente…¡vamos, una verdadera joya!
Todo un equipo que tenía que instalarse sobre un trípode enorme, de 3 metros de altura, de grandes patas cual zancuda, y al lado una escalera para acceder al mecanismo. El secreto o particularidad era la luz natural, sin ningún punto de luz eléctrica… y fueron muchos preparativos para conseguir el ambiente lumínico adecuado y deseado por el artista que, sin embargo, fue una espera mucho más corta de lo esperado, porque, como manifestó Fernando, a veces tiene que esperar horas hasta que la luz es la adecuada.
Un tiempo de espera que, sin embargo, no es tiempo perdido, sino tiempo de tertulia. Y así, el cura Guillermo, se tuvo que ir a sus ocupaciones y nos quedamos Ramos y yo con él. Cuántas anécdotas de sus obras y aventuras. Nos cuenta que este trabajo es un proyecto de fotos especiales que se publicarán, de sitios especiales y únicos. No deja de ser un privilegio que se fijara en nuestro Pantocrátor de Santa María. Y en ese tiempo de espera también nosotros le ponemos al día de esta obra, de estas pinturas medievales rescatadas de una más que segura destrucción, si no hubiera sido por la casualidad y por la curiosidad del que esto escribe, cuando en la primera restauración de esta iglesia arevalense se quería dejar el ladrillo limpio, como entonces era la moda, llevándose consigo cualquier atisbo de pinturas… hasta que apareció una capa con pintura, de los siete enlucidos y encalados que tenía el muro, y saltó la alarma, que podrían ser muy antiguas, o románicas!!!
Y así salto la chispa, y se esperó a la siguiente visita del arquitecto… efectivamente, aquello era más y mejor de lo que en un principio parecía. Incluso aquellos primeros restos, una greca como en ochos, que era de la parte más moderna, pero luego vendrían otras zonas, otros motivos, otros colores… Indudablemente fue la recuperación de una obra de gran importancia en lo artístico y en lo histórico. Luego llegó el hundimiento, y años de intemperie, hasta que en 1999 se recuperaron por un equipo de restauradoras de la empresa Pátina, Cristina e Iciar, que nos dejaron visible y visitable este importante legado artístico…
Iba pasando la mañana y la tarea estaba concluida. Luego a recoger toda aquella parafernalia con tanta o más minuciosidad como la que empleó en el montaje.
¡Bueno, habrá que tomar algo para celebrar este encuentro! sentenciamos casi al unísono, y así fue. Luego en momentos de conversación junto a unos verdejos, en torno al artista. Que si sujeto la escalera, que si cuidad con la altura y los malabares y cosas así, surgió alguno de sus viajes y obras. En un momento salió el tema de un lugar de Galicia que yo conocía, la iglesia de San Julián de Ventosa, al lado de A Golada, que es de esos sitios que he conocido de la mano de mis amigos Mari Luz y Joaquín… Y siguen las casualidades… de nuevo en los baños, otro reencuentro con estos amigos, y de nuevo otra visita a ese entorno gallego.
Cuando escribo estas líneas he podido ver de nuevo el mausoleo de Lope de Ventosa, los relieves del baldaquino s. XIV-XV, y las pinturas medievales, por las que recordé lo de Santa María. Toda una experiencia.Hace unos días estuvo en nuestra ciudad un artista de la fotografía que llegó a un sitio concreto, en busca de un motivo concreto, y con todas las referencias y permisos correspondientes. Llegó buscando las pinturas murales de Santa María, ese Pantocrátor que es uno de los referentes artísticos de la ciudad, para una obra que tiene en marcha de fotografías muy especiales de toda España. Un proyecto diferente a otros, con unas imágenes obtenidas minuciosamente en un largo proceso en función de las diferentes luces y sombras de cada momento. Le acompañé en su estancia en Santa María la Mayor ya que Guillermo, el sacerdote que recibió al artista, tenía que ausentarse. A lo largo de la mañana se fueron sumando otros amigos y ayudantes de aquel visitante tan interesante, con momentos de conversación super interesantes, Ramitos se quedó con nosotros y también llegó Félix…
Podemos decir que son imágenes muy especiales por su soporte, placas de negativos de gran tamaño, y obtenidas con una cámara espectacular, de fuelle y tela cubridora, como las antiguas, pero que es súper moderna, una recreación del sistema antiguo de la cámara oscura reproducido fiel sutilmente…¡vamos, una verdadera joya!
Todo un equipo que tenía que instalarse sobre un trípode enorme, de 3 metros de altura, de grandes patas cual zancuda, y al lado una escalera para acceder al mecanismo. El secreto o particularidad era la luz natural, sin ningún punto de luz eléctrica… y fueron muchos preparativos para conseguir el ambiente lumínico adecuado y deseado por el artista que, sin embargo, fue una espera mucho más corta de lo esperado, porque, como manifestó Fernando, a veces tiene que esperar horas hasta que la luz es la adecuada.
Un tiempo de espera que, sin embargo, no es tiempo perdido, sino tiempo de tertulia. Y así, el cura Guillermo, se tuvo que ir a sus ocupaciones y nos quedamos Ramos y yo con él. Cuántas anécdotas de sus obras y aventuras. Nos cuenta que este trabajo es un proyecto de fotos especiales que se publicarán, de sitios especiales y únicos. No deja de ser un privilegio que se fijara en nuestro Pantocrátor de Santa María. Y en ese tiempo de espera también nosotros le ponemos al día de esta obra, de estas pinturas medievales rescatadas de una más que segura destrucción, si no hubiera sido por la casualidad y por la curiosidad del que esto escribe, cuando en la primera restauración de esta iglesia arevalense se quería dejar el ladrillo limpio, como entonces era la moda, llevándose consigo cualquier atisbo de pinturas… hasta que apareció una capa con pintura, de los siete enlucidos y encalados que tenía el muro, y saltó la alarma, que podrían ser muy antiguas, o románicas!!!
Y así salto la chispa, y se esperó a la siguiente visita del arquitecto… efectivamente, aquello era más y mejor de lo que en un principio parecía. Incluso aquellos primeros restos, una greca como en ochos, que era de la parte más moderna, pero luego vendrían otras zonas, otros motivos, otros colores… Indudablemente fue la recuperación de una obra de gran importancia en lo artístico y en lo histórico. Luego llegó el hundimiento, y años de intemperie, hasta que en 1999 se recuperaron por un equipo de restauradoras de la empresa Pátina, Cristina e Iciar, que nos dejaron visible y visitable este importante legado artístico…
Iba pasando la mañana y la tarea estaba concluida. Luego a recoger toda aquella parafernalia con tanta o más minuciosidad como la que empleó en el montaje.
¡Bueno, habrá que tomar algo para celebrar este encuentro! sentenciamos casi al unísono, y así fue. Luego en momentos de conversación junto a unos verdejos, en torno al artista. Que si sujeto la escalera, que si cuidad con la altura y los malabares y cosas así, surgió alguno de sus viajes y obras. En un momento salió el tema de un lugar de Galicia que yo conocía, la iglesia de San Julián de Ventosa, al lado de A Golada, que es de esos sitios que he conocido de la mano de mis amigos Mari Luz y Joaquín… Y siguen las casualidades… de nuevo en los baños, otro reencuentro con estos amigos, y de nuevo otra visita a ese entorno gallego.
Cuando escribo estas líneas he podido ver de nuevo el mausoleo de Lope de Ventosa, los relieves del baldaquino s. XIV-XV, y las pinturas medievales, por las que recordé lo de Santa María. Toda una experiencia.