IMPRONTAS HUMANAS Y ANIMALES SOBRE LADRILLOS Y TEGULAS DE CERÁMICA.
Dic 20 2024

POR JOSÉ MANUEL JEREZ LINDE, CRONISTA OFICIAL DE LA E.L.M. DE GUADAJIRA (BADAJOZ)

Una de las prácticas más habituales y que frecuentemente observamos en nuestro entorno son esta serie de improntas, unas veces sobre la corteza de un árbol, las pintadas callejeras, que ahora se convierten en artísticos grafitis y también sobre el cemento fresco de algunas obras. De alguna forma existe cierto sentido por inmortalizar esas iniciales personales e incluso el nombre de los amantes junto a una fecha significativa.

Esta misma práctica la solemos encontrar reflejada en muchos de los elementos de la edilicia romana. En muchas construcciones, tanto públicas como domésticas, es habitual esta serie de improntas y también las marcas distintivas del alfarero o taller que elabora estos ladrillos como hemos constatado en algunas edificaciones como los del teatro romano de Mérida. Entre estas marcas de grupos o posibles familias dedicadas a la elaboración de ladrillos de han documentado las iniciales de Q.A.S, T.V.M, Q.V.P. o L.S.A. entre otros. Pero además de estas marcas epigráficas se han documentado algunas la improntas de algún tipo de calzado (calceus) que pudieran corresponderse con la suela de las sandalias. En este sentido conviene recordar algunos ladrillos elaborados dentro de los propios campamentos romanos, caso de Carnutum (Austria), con la huella de las caligae o sandalias que usaban los legionarios. La suela estaba tachonada con clavos de hierro facilitando la tracción del pie a la vez que armarlo lo que permitirá al soldado, llegado el momento, infligir daño pateando con ellas.

Curiosamente se han constatado, de forma especialmente abundante, las huellas de perro pudiendo reconocerse las almohadillas y también las uñas. De forma más ocasional se han detectado incluso las pezuñas que posiblemente tengan relación con el ganado ovino u otro del grupo de ungulados. Pero indudablemente, la práctica más frecuente es la propia impresión de manos o la planta del pie sobre la arcilla fresca, que imaginamos debe ser del propio operario que elabora el ladrillo y que interpretamos como una especie de huella personal. Dentro de esta misma modalidad que llamamos «planta pedis» contamos también, casi de forma excepcional, con algún caso del pie de algún niño y que nos parece realmente estremecedor por la carga emocional que conlleva este tipo de testimonios. Uno de los ladrillos que conservan este «in planta pedis«, y que procede de las termas de Diocleciano en Roma, se acompaña del sello alfarero en forma de lúnula. El otro ejemplo lo encontramos dentro de la villa romana de «Torre Águila» en la localidad de Barbaño (Badajoz). El ladrillo o baldosa en cuestión conserva dos improntas afrontadas del pie izquierdo del mismo niño. Pero una curiosidad asaltaba nuestro pensamiento ¿como consiguió mantener el equilibrio nuestro joven protagonista?. Una detenida revisión de la baldosa permite apreciar que junto a la huella impresa se ha tratado de borrar la segunda (pie derecho) de la que aún es perceptible parte del talón.

Por último, la tegula o baldosa, que suele emplearse como cubierta en los enterramientos y que en este caso conserva la doble impronta de la mano derecha de otro individuo. El acabado, mucho más tosco, debido al exceso de agua y también por la abundancia de material desgrasante resta nitidez a las huellas impresas que no obstante constituyen otro interesante testimonio de esta práctica tan habitual.

Fuente: J.M.J.L.

Bibliografía:

Durán Cabello, R. Mª. (1998) La última etapa del teatro romano de Mérida. Cuadernos Emeritenses 14, Badajoz.

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