POR JOSÉ SALVADOR MURGUI, CRONISTA OFICIAL DE CASINOS (VALENCIA)
Querida Paloma,
El 21 de marzo te llamé dos veces, por la mañana y por la tarde, ayer a las 11 te volví a llamar y te dejé un mensaje en el buzón de voz; esta noche a las 21,51 ha sido registrada mi última llamada, a ese número que con voz automática me ha dicho que el «terminal al que llama está apagado o fuera de cobertura…» No he encontrado ninguna señal de alarma para despertar un mal pensamiento.
A las 22,04 recibo una llamada de un gran y buen amigo sacerdote, preguntándome si sabía algo de la noticia que estaban difundiendo en la COPE: «Paloma ha muerto». -¿¡Paloma como te has ido sin avisarnos!?
A partir de ese momento se pone en marcha una maquinaria, maquinaria pesada que además de no regalarte el oído, te taladra el alma. Todo son dudas, incógnitas, y llamas al Tanatorio la Paz de Tres cantos, en Madrid y te anuncian que aun no has llegado, pero que mañana a las veinte horas se celebra un funeral y a las 21 h. la incineración.
He llamado a tu buena amiga Conchita, y al oír mi voz se ha puesto a llorar. Estamos destrozados, te has ido sin despedirte, y has emprendido el vuelo cual paloma blanca que surcó la cabeza en el último Ángelus de nuestro Papa San Juan Pablo II.
Durante ese largo Pontificado nos conocimos. ¿Te acuerdas cuando llevabas los turrones de Casinos para la mesa del Papa? ¿Te acuerdas de nuestras quedadas en la Plaza de San Pedro? Que conversaciones más agradables en Casa Mario, en la vía de la Vitte con Mario y con María; o cuando tenías prisa y al medio día íbamos a casa Roberto, allí en el Borgo… Siempre tan bien recibida y tan querida.
Y cuando nos reuníamos en la Copelle… que gratas veladas. Paloma ¡qué maravilla ha sido conocer Roma de tu mano! Cuando me decías acompáñame a la Sala Estampa, o al estudio improvisado de la Cope en aquel hotel… o a tantos y tantos lugares con aquel coche pequeño metiéndote por direcciones prohibidas a altas horas de la noche romana. ¡Cuántos recuerdos se agolpan en mi sensible y perecedera mente al escribir esta carta!
Los últimos días de San Juan Pablo II, me llamabas «¿-Sabes algo de Roma? ¿-Has hablado con D. Estanislao?» Y cuando llegó aquel dos de abril del año 2005 y nos encontramos en la Plaza de San Pedro, que tristes estábamos por la pérdida de un Papa amigo.
Fuimos juntos a Krakow cuando a S. E. D. Estanislao lo nombraron Arzobispo Metropolitano, de aquella ciudad, te recuerdo haciendo la crónica desde la Plaza del Comercio… cuantas horas de vuelo y cuantas horas de vida, cuantos ratos hemos compartido.
Cuando venías a Valencia y comías la paella en mi casa, o cuando fuiste tan generosa conmigo que aceptaste ser la Madrina y la I Pregonera de la Feria del dulce artesano de Casinos, para ti siempre fui «tu querido Alcalde» en tu último correo que contestaste a mi invitación a ver el musical «Más de cien mentiras» me dijiste al leer las notas de prensa: «Carissimo Alcalde: me parece estupendo el musical y me hubiera encantado verlo… imagino que las Murgui que trabajan en el son tus sobrinas, o me equivoco? Estoy segura que fue un éxito y lo que siento es que no lo traigan a Madrid para ir a aplaudirlo…»
Paloma, siempre me dijiste que los discursos cortos, la carta se está haciendo larga, no puedo relatar en ella, tantos momentos vividos contigo con tanta intensidad, me quedo con lo mejor. Fuiste la mejor pregonera de lo que ocurría en Roma ante el mundo, fuiste la primera mujer que entrevisto a todos los Cardenales en dos Cónclaves seguidos en 1978, y has sido un espejo de trabajo, de dignidad, de buenas prácticas y de una gran amistad.
Amistad que ya la conservo hasta la eternidad. Te imagino camino del cielo, o quizás ya habrás llegado, y seguro que has entrevistado a San Pedro, y le has contado que tu eras la guardiana de la información de aquella, su Plaza en Roma, seguro que has ido en busca de San Juan Pablo, y solo de pensar en ese encentro, en ese abrazo, ¡me emociono!; pero también estoy seguro que buscarás a Albino Luciani, porque tu curiosidad como periodista, necesita que algunas preguntas sean contestadas por el mismo Santo Padre. ¡Cuánto trabajo te queda por hacer en la gloria!
Pero antes de despedirme quiero recordar y agradecerte tu carta que recibí el 26 de octubre pasado en la que entre otras cosas me decías: «Querido Alcalde: No sabes qué alegría saber que se ha puesto fin a una espantosa pesadilla, que tanto te habrá hecho sufrir a ti y a los tuyos. Los que te conocemos, sabemos de tu integridad moral, de tu honradez, pero es muy duro ver como se puede impunemente calumniar y hacer daño…
El tiempo cura heridas abiertas pero eso no quita para que el poso del dolor siga siempre latente. Espero que nos veamos pronto y así me contarás con más detalle las razones de tanta maldad. Un abrazo para ti y los tuyos, y sabes cuentas con mi cariño y amistad: Paloma.»
Gracias por tu amistad Paloma, hoy se que tu vuelo se posa sobre el cielo, hoy se que te llamaré sin móvil, y me escucharás, hoy se que tus palabras jamás cayeron en saco roto, hoy se que te recordaremos aquellos que crecimos contigo, aquellos que conocimos la historia de tu mano, aquellos que tu voz nos guió a través de la radio, y aquellos a los que a cambio de nada, nos entregaste tu amor, tu amistad, tu cariño.
Perdona por la extensión de estas letras, pero es imposible hablar contigo y no recordar cada uno de los instantes vividos.
Esta vez no te podré esperar en ningún aeropuerto, ni podrás venir a Alzira, como teníamos hablado para el día 8 de abril…, en esta ocasión «espérame en el cielo Paloma»