IPANEMA, ESCAPE Y DESTINO
POR ÓSCAR GONZALEZ AZUELA, CRONISTA DE LAGOS DE MORENO (MÉXICO)
Extracto de mi participación en el II Congreso Hispano-Mexicano de Cronistas, celebrado en Avilés, España.
IPANEMA, ESCAPE Y DESTINO
Se calcula que medio millón de hombres y mujeres cruzaron los Pirineos al final de la Guerra Civil Española en pos de salvación o búsqueda de opciones vida. Sobre el portaobjetos de aquellos lejanos hechos monto aquí una minúscula muestra que haga rescatar para nuestra memoria los hechos vividos por aquellos pasajeros que apuestan a la vida, superando el Non Plus Ultra con que el mismo Hércules queda rebasado por el pueblo español para la Historia Universal.
Acerquémonos al detalle del grupo de exiliados que decidieron trepar a uno de los barcos fletados por la Segunda República en que se les dará salida, hace más de ochenta años.
No asoma ningún don Juan portando sombrero de ala ancha ni menos clavel en la solapa; entre los 998 pasajeros no faltará quien invoque a San Antonio ese 13 de junio de 1939, cuando inicie su travesía, el vapor Ipanema, partiendo por el estrecho de Gironda hacia el Golfo de Vizcaya desde donde, en lejanía, la mayoría de aquellos pasajeros verá por última vez la patria en el mero final de su tierra, lugar en que se termina el peregrinaje para el apóstol Santiago, en la punta de Finisterre, mismo que ellos inician bajo el botafumeiro de aquel viejo buque cuyas bodegas han sido acondicionadas de manera rupestre para servir de dormitorios en los que se ha separado de manera prudente a los varones de las damas que si acaso, dormirán con sus críos, con dirección en este caso, a tierras mexicanas en donde la capa se tornará en sarape.
No es la España perezosa, la que huele a caña, si acaso a tabaco y brea; gente de los más disímbolos oficios, de todo, menos holgazanes que seguramente hubieran sido tirados por la borda.
El primer número del diario IPANEMA, aparece oportunamente al día siguiente de la partida; parafraseo parte del escrito que refiere la despedida de los ocupantes de aquel navío:
Terminada la lectura, se encerró un mensaje en una botella que fue arrojada al mar. Que el inmenso camino que es el Océano, la empuje hacia el litoral donde estamos seguros que las manos que la recojan se emocionen como ocurrió a quienes presenciamos ese sencillo homenaje
Seamos destinatarios del contenido de aquella botella, en desplante lejano en tiempo y espacio, desde donde recibiremos su mensaje y emoción. Se escribe en el diario:
“No es cierto que España haya quedado atrás: Aquellos contornos desdibujados que veíamos perderse ayer entre brumas piadosas que querían ahorrarnos la despedida empapada de melancolía, aquellos acantilados lejanos, no eran la representación material de todo un país. Paralela a la Geografía Física hay una Geografía Espiritual que va dentro de nosotros en el estuche de oro de nuestros propios corazones”.
Cada uno de los Ypanemismos se acompaña de un dibujo. La ternura de esos simples trazos hace recordar las Nanas de la cebolla que por esos días eran escritas por Miguel Hernández, quien no contó con la suerte de aquellos exiliados.
“Cantando se lleva bien la travesía. Hay mujeres que no tenían voz y con la emoción del viaje les ha nacido un ruiseñor en la garganta”.
“Nos acercamos. Y no sabemos bien si vamos hacia México o si México viene a nosotros”.
Se perciben también las feromonas dada la candente navegación y encierro:
«No creemos en milagros, pero la verdad es que las mujeres del “Ipanema”, en vez de deshacerse en cansancio y nostalgia, van cobrando bríos extraordinarios; y ya se creen obligadas a idear panoramas agradables. Mientras haya una mujer hermosa, en el “Ipanema”, y en donde sea, habrá poesía…».
Aquellos pasajeros nos hacen recordar también a Antonio Machado, recién fallecido en el exilio francés, quien escribiera años antes, como para ellos y de manera profética: Caminante no hay camino, sino estelas en la mar.
Era el atardecer del siete de julio cuando por fin, arribaban, uno más que los 998 iniciales, dado el nacimiento un día antes de aquel arribo a Veracruz, de un bebé a quien pondrían por nombre, Lázaro, no sé si en agradecimiento al presidente de México como se dice oficialmente, o bien por la resurrección que les deparaba el destino al pisar tierra, para mayor suerte en ese puerto bullanguero acostumbrado a ver pasar de todo, pero que ahora observaban extrañados, a muchos de aquellos refugiados llorando, de los que desconocían historia y circunstancia.
Pasarían 36 años para que la mayoría de los sobrevivientes del Ipanema volvieran a pisar España, cargando con un atado de tiempo que ya doblaba sus espaldas.
El agradecimiento del pueblo español no es mayor que el del pueblo mexicano que al día de hoy se sigue beneficiando por las instituciones y empresas creadas o respaldadas por muchos de aquellos refugiados españoles, pero esa… es otra historia; aquí solamente nuestro recuerdo y mutuo agradecimiento,
FUENTE: https://www.facebook.com/oscar.gonzalezazuela