POR JOSÉ MARÍA SUÁREZ GALLEGO, CRONISTA OFICIAL DE GUARROMÁN (JAÉN).
En las actas del Primer Congreso sobre Nuevas Poblaciones celebrado en La Carolina en 1983, el doctor en medicina y pediatra de Linares Jaime Nicolau Castro, a quien una fatal enfermedad nos lo quitó de nuestro entusiasta grupo de amigos e investigadores, hacía una breve alusión, en lo que él tituló “Mi vagar por los archivos Parroquiales de Sierra Morena”, a la situación de los mismos en las Nuevas Poblaciones. Para la preparación de su tesis doctoral titulada «Factores genéticos y caracteres del crecimiento de recién nacidos sanos en nuestro medio», investigó la genealogía hasta tres generaciones de mil niños nacidos en el Hospital Comarcal «San Agustín» de Linares, para lo cual investigó en los archivos parroquiales de todas las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena. Tres volúmenes no editados, y de los cuales conservamos una copia dedicada gracias a su amistad y amabilidad, fueron el resultado de sus investigaciones. No es este el momento ni el lugar de hablar de su interesante trabajo científico, sino de la referencia que hace a la partida de defunción de «un general francés muerto en Guarromán en 1808».
Guiados por la inevitable curiosidad de todo investigador, vimos el original de tal partida en el libro 3º de Sepelios, folio 72, del Archivo Parroquial de Guarromán, cuya transcripción literal, además de una copia fotográfica de la misma, reproducimos respetando su ortografía original:
«En el día diez y siete del mes de Julio, año de mil ochocientos y ocho, yo el Br. Dn. Josef Manuel Guerrero, Cura Párroco de esta Yglesia de Guarromán sepulté en su cementerio al Cadaber de M. Jacobo Gobert, General de División de los Coraceros franceses, que murió la noche antes en mi casa de resultas de la batalla de Bailén, donde recibió un Balazo por cima de la frente, y cayó soporado, y así murió. De que doy feBr. Josef Manuel Guerrero» (Sic)
Durante una década estuvimos esperando el momento propicio para que quedara pública constancia, en la Iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción de Guarromán, de la inhumación en un nicho del cementerio anexo a ella (hoy bajo el suelo de su sacristía), del General de la División de Coraceros del Ejército Napoleónico, Jacques Nicolás Gobert, que participó, muriendo en sus prolegómenos, en lo que ha pasado a la Historia como La Batalla de Bailén.
La celebración del VII Congreso Histórico sobre Nuevas Poblaciones y su relación con la Guerra de la Independencia, unido a la eficaz colaboración del entonces párroco de Guarromán, don Domingo García Dobao (bailenense de nacimiento), hizo posible que una lápida recuerde hoy a este «general olvidado de un ejército perdedor» cuando soplan vientos de una Europa pretendidamente unida y en paz, y cuando se hace desde unos pueblos que enarbolan en el lema de su bandera «Nacimos con el Fuero para la concordia de los pueblos». Concordia para los vivos desde el recuerdo a los muertos. Pólvora de la paz como salvas de ordenanza –las de los cohetes de fiesta popular–, para los que murieron por causa de la pólvora de las balas y los obuses.
El general Jacobo Gobert (1760 – 1808), efectivamente, muere en casa del cura párroco de Guarromán el sábado 16 de julio de 1808, festividad de la Virgen del Carmen, después de haber sido herido en el Cerro de la Harina, próximo a Mengibar, en uno de los varios escarceos guerreros que los días previos a la batalla tuvieron lugar para controlar los pasos que cruzaban el Guadalquivir.
Lógicamente, el bueno del párroco, el bachiller don José Manuel Guerrero, estando las Nuevas Poblaciones tomadas por el ejército francés (se estima que en los días previos a la batalla se encontraba concentrado en esta real población, que albergaba normalmente algo menos de seiscientos vecinos, un contingente de más de diez mil soldados franceses con todos sus pertrechos) no asentó al ilustre difunto en el libro correspondiente hasta que no se supo el desenlace de tanto movimiento bélico.
Ello hizo posible que, según la partida en cuestión, reproducida unos párrafos anteriores, el general Gobert muriera paradójicamente en una batalla en la que no pudo participar, sencillamente porque tuvo lugar tres días después de que muriera; los mismos días que el párroco se anticipó a darle nombre por escrito para los anales de la Historia.
Gobert fue sepultado en los nichos que en el cementerio de Guarromán, como hace constar el párroco en la partida, había entonces para enterrar a los difuntos de mayor prestancia social, eclesiástica y militar, situados junto a los muros posteriores del templo. En el año 1950 se terminó de edificar una sacristía nueva, estando ésta a nivel del suelo del altar, para lo cual en la construcción se aprovechó la elevación que facilitaban los ya citados nichos, entre el que se encontraba el del general Gobert, cuyo esqueleto pudieron ver en su ataúd, con su sable y sus descoloridos entorchados, los albañiles que hicieron las obras, y algunos monaguillos curiosos hoy ya venerables octogenarios.
Así lo hemos visto escrito en la biografía que sobre él publicó en Paris C. Mulliè en 1850, bajo el título general de Biographie des Célébrités Militaires. Entendemos que la historia de su corazón puede encuadrarse en el ambiente romántico de la época, y que en realidad lo que se introdujo en su sepultura bien pudo ser algún efecto personal, o, en todo caso, algunas de las vendas manchadas con su sangre que se les hicieran llegar por el estado mayor francés a sus familiares desde Guarromán.
Sea como fuere, el general Gobert posee dos tumbas, la de Guarromán, donde está, y la de París, donde no está, y un corazón viajero que, según su biógrafo, anduvo rodando por esos mundos cerca de cuarenta años, hasta encontrar un descanso eterno cargado de leyenda y argumento de opereta romántica, tan a la usanza de la época.
Harina de otro costal es el asunto, a modo de leyenda urbana, de la calavera de Gobert rodando de casa en casa, y guardada por algún tiempo debajo de la cama de un patriota vengador que se hizo con ella a modo de trofeo. Cuando en 1950 se abrieron los nichos de la iglesia de Guarromán nadie habló entonces, ni se ha contado después, del esqueleto de un militar sin cabeza, al que hizo referencia Federico Ramírez García (1850-1929), historiador de Linares, sin precisar nombres de personas ni de lugares.
El artista José María Casado del Alisal, pintó en 1864 una recreación totalmente ficticia y alegórica de la Rendición de Bailén, que se encuentra en el Museo del Prado, que reproducimos al comienzo de este artículo, en la que hizo aparecer, supuestamente, al general de coraceros Jacobo Gobert con un uniforme español, el brazo en cabestrillo y la cabeza vendada. Este cuadro ha sido la imagen de las etiquetas del vino más popular elaborado en Bailén, conocido por sus gentes como el “vino del aporreao” por la condición de herido de guerra en la que pretendidamente aparece Gobert. A continuación, damos a conocer la biografía del General Gobert aparecida en las páginas 507 y 508 del volumen primero del Dictionnarie Biographique des Generaux Francais de la Revolution et l’Empire, editado en París en 1934 y debida a la pluma de Georges Six. Dos precisiones hay que hacer sobre ella: La primera, que Gobert murió el 16 de julio de 1808 y fue enterrado al día siguiente. La segunda, que es cierto que existe una tumba en el cementerio parisino de Pére-La-Chaise, si bien está vacía, pues los restos de Jacobo Gobert se encuentran a dos metros bajo el suelo de la sacristía de la Iglesia Parroquial de Guarromán, desde cuando el techo de los nichos del cementerio de personajes ilustres, anexo al muro del edificio de la iglesia, fue aprovechado para situar sobre él la actual sacristía, hecho que ocurrió a finales de los años cuarenta del pasado siglo XX, siendo párroco don Juan Antonio López Valero. Todavía queda en el recuerdo de inquietos y curiosos monaguillos de entonces, hoy octogenarios, cómo en uno de aquellos nichos estaban «los restos de un militar con su uniforme y entorchados, con su sable, en cuya lápida se leía un nombre extranjero y que los albañiles volvieron a cubrir». Hubiera sido una casualidad que otro militar con un vistoso uniforme decimonónico de oficial, al llevar espada, además de Gobert, estuviera enterrado en la Iglesia Parroquial de Guarromán y no nos hubiera llegado ninguna noticia de ello. Sin duda, los restos en cuestión apuntan a que son del general de coraceros M. Jacobo Gobert, hoy rescatados para la memoria histórica de todos
GOBERT, Jacques-Nicolas, nació en la isla de Guadalupe el 1 de junio de 1760 y murió en Guarromán el 17 de julio de 1808. Estudió en la escuela de Ingenieros Militares de Meziéres, saliendo de la misma con el grado de lugarteniente en 1780. Adscrito a l’Armée du Nord durante el periodo de la Revolución, su vida militar fue intensa y movida. En 1793 fue nombrado general de brigada, pero ese mismo año cesó en sus funciones, fue arrestado y conducido a la prisión militar de Vabbaye en París. A los pocos días fue puesto en libertad y se reintegró como jefe de batallón de ingenieros, destacado en Brest. De nuevo fue destituido en el 1795 por el Comité de Salud Pública, pero fue rehabilitado por el Directorio al año siguiente. Alcanzó de nuevo el grado de general de brigada en 1799. En 1800 fue herido de poca consideración y comienza su colaboración con el general Dupont como jefe de su estado mayor en 1’Armée d’Italie. Dos años después es enviado a Brest, desde donde participa en la organización y realización de una expedición a Guadalupe, regresando a Francia ese mismo año. En 1803 es nombrado general de división y al año siguiente obtiene la Legión d’Honneur. Con su ejército -2ª División du Corps d’Observation des Côtes de l’Oceán- llega a Vitoria el 30 de diciembre de 1807. El 24 de junio de 1808 llega a Madrid, desde donde parte para auxiliar a Dupont, que estaba en Andalucía desde comienzos de junio. Gobert pasó por Manzanares el 8 de julio y el 12 por Guarromán. Desde allí partió para Mengíbar, en donde fue herido por una bala en la cabeza el 16 de julio. Rápidamente fue trasladado a Guarromán, donde murió. Su tumba, obra de David d’Angers, se encuentra en el cementerio parisino de Pere-La Chaise. Su nombre está inscrito en el lado oeste del Arco del Triunfo de l’Etoile.
Texto que recrea la página del diario del boticario de Guarromán correspondiente al día 22 de julio de 1808, en la que cuenta cómo se encontraba esta real población después de que la abandonaran las derrotadas tropas napoleónicas.
del-diario-del-boticario-de-guarroman-don-raimundo-de-calanda-julio-de-1808