POR ANTONIO BOTIAS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Calle Sagasta abajo, entre aromas a crespillos y yemas, a adoquines húmedos de madrugada California junto a la mar, recortadas a lo lejos unas palmeras que la luna desdibuja sobre el agua, cierta brisa marinera acerca gaviotas curiosas para contemplar, entre incienso y paso firme, al Señor.
Y relucen los bordados de su túnica de Lyon. Y los hachotes tatúan de incienso cada golpe en el suelo, medido como el paso de la Sección de Honores, que no hay mayor honor que anclar, como anclas luce el remoto estandarte, los suspiros en su rostro de navegante infinito. Y destellan las miradas de las jóvenes que, con suaves párpados, como linternas sordas, cierran y desvían los ojos al encontrar aquellos que buscaban bajo un capuz. Pasa Jesús Prendido.
Esta escena a pocos cartageneros sorprende. Con orgullo y con razón, la disfrutan cada Miércoles Santo. Pero anoche no ocurrió en la calle Sagasta de esta ciudad, como es costumbre, sino en una vía de igual nombre que existe en el corazón castizo de Murcia, en el barrio de San Antolín.
Desde aquella parroquia, en un Lunes Santo también improvisado, que es cuando se convoca su procesión, no partía el Cristo del Perdón magenta, el que hace retemblar de aplausos la ciudad cuando desciende la cuesta del templo. En su lugar, arrancó la marcha, como si levitara entre columnas de rosas rojas, de olores que a muchos les recordó la primavera, el Cristo del Prendimiento que tallara Benlliure para la Cofradía California.
En la plaza se produce un instante de silencio. Parecen contener el aliento los miles de congregados para disfrutar la magna procesión –como Magna es el título oficial de la cartagenera– del congreso de cofradías. Pasa un solo segundo. No es necesario otro. Y el barrio se desploma en aplausos.
Los californios, sin apenas dar un paso sobre la carrera, sin que el capataz Diego eleve siquiera su voz para ordenar la marcha, solo con los primeros sones de la música, ya han conquistado Murcia. Al fondo, El Perdón parece sonreír. «¡Vaya! Cristo sale caminando de San Antolín!», bromea alguien entre la multitud.
«El Señor de Cartagena»
La participación de Jesús Prendido en el desfile murciano fue, según reconocieron ayer muchos nazarenos, un auténtico éxito. Bastaba con aguardar la llegada del espléndido trono en cualquier esquina para, al instante, provocar aplausos entre los miles y miles de personas que disfrutaron de la procesión.
Alguno, un tanto despistado tras una larga sobremesa, preguntaba: «¿Qué paso es?». A lo que otro, con aire de suficiencia nazarena, pero sin saber distinguir un estandarte del banderín de una banda, respondía: «¡El Señor de Cartagena!».
Ayer, para orgullo de la mayordomo presidente, Caridad Deltell, y de cuantos cartageneros la acompañaban, se convirtió sin duda, en el Señor de Murcia.
Prueba de fuego de la gran acogida que la ciudad brindó al titular sucedió en la plaza de Las Flores, epicentro nazareno murciano y donde sus procesiones superan, cuando superan, el definitivo examen de nazarenía. Allí se alzó una voz que, rebotando de esquina en esquina hasta la Catedral, pidió: «¡Oído caballeros y damas portapasos! ¡Viva el Cristo del Prendimiento! ¡Viva Cartagena!». Y apenas lograba escucharse la música de las bandas ante el aplauso de los murcianos.
Lágrimas en el ‘exilio’
Durante el desfile, muchos cartageneros residentes en Murcia sintieron que la emoción los ahogaba en lágrimas como si contemplaran, llegada la Semana Santa, la salida de los primeros tercios californios, ya no por la cuesta de San Antolín, sino por la mismísima rampa de Santa María de Gracia. Como si la murciana calle Trapería, aunque fuera por unos minutos, oliera a guiones encabezando y poniendo ritmo al cortejo en una calle del Aire rendida.
Aire. Pero aire de tronío encarnado fue el que cautivó a ritmo de marchas pasionarias a los murcianos. Y así, como reza el himno dedicado al Prendimiento, muchos de ellos, tras admirar la magna procesión, reconocían: «Prendida quede mi alma, prendido mi pensamiento, prendidas mis ilusiones, prendido mi entendimiento». Porque estas cosas cofrades, sean de Murcia o Cartagena, solo pueden saborearse en noviembre cuando el alma, acaso alguna vez, ha quedado prendida de ellas.
Fuente: https://www.facebook.com/Abotias/posts/903482499810368