POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Es el único murciano, aunque intente restarle importancia, que se atreve a ordenarle a la Fuensanta, pese al bastón y al fajín de generala y el millón de romeros que la acompañan al monte, que se detenga o reinicie el camino. Y lo hace mientras su corazón se debate entre la emoción y el rigor, la fe y la pericia de cabo de andas. Porque otra cosa igual no, pero a Joaquín Vidal Coy, quien ha mamado el oficio desde que apenas sabía andar, no cambiaría ni todo el oro del mundo por renunciar a la plata de los sagrados varales que los marqueses de Aledo regalaron a la Morenica.
¿Supone un orgullo ser el único murciano que se atreve a ordenarle a la Patrona cuándo debe detenerse y cuándo caminar?
(Risas). ¡Anda que no es usted exagerado! Ser cabo de andas supone un honor, pero también implica un afán de servicio. Y en esa óptica lo enmarco. Así ha sido desde que el obispo Miguel de los Santos encargara a mi padre el ser cabo de andas de la Fuensanta.
Si digo que su padre, Joaquín Vidal Monerri, es toda una institución en la historia de la ciudad no creo que exista un murciano que rebata el argumento.
Así lo considero. Ha dedicado su vida a ensalzar a la Morenica y su obsesión, que ha sabido transmitir a sus hijos, ha sido facilitar siempre las cosas. Si ha sentido pena en su relevo al frente del trono jamás lo ha manifestado. Para mí fue agriculce, porque sabía que mientras viva debe ser el gran y auténtico cabo de andas. Yo solo soy su sustituto.
Y él le pondrá la cabeza loca dándole consejos.
(Vuelve a reír). ¡No lo sabe usted bien! Consejos, muchos y buenos. Pero en todos los órdenes de la vida.
¿Cuál de ellos destacaría?
(No se lo piensa ni un segundo). Seriedad y servicio a los murcianos. Llevamos a su imagen más querida.
De pequeño me impresionaba ver cómo algunos romeros subían de rodillas las 7 cuestas hasta al santuario. Literalmente, chorreando sangre. ¿Se sigue haciendo?
Cada vez hay más promesas. Y lo siguen haciendo, aunque caminan por delante del trono, donde hay menos romeros.
¿Y aquellas vigilias en el monte cuando los chiquillos disfrutaban de lo lindo durmiendo en mantas sobre el suelo? ¿Se mantienen?
También. He observado que cada año vienen más jóvenes. Antes decían que era porque se celebraba el concierto en Algezares. Pero ahora se hace en Nueva Condomina y la afluencia de jóvenes sigue creciendo.
¿Por qué la Guardia Civil escolta el trono? ¿Temen que alguno se lleve a la Patrona a su casa?
¡No dé ideas, hombre! Son sus escoltas. Y todos son voluntarios. Nadie los envía. Para ello pierden días de vacaciones. Uno, incluso, viene cada año desde Mallorca.
¿Cuál es para usted el instante más emotivo?
Todos. Desde que salgo de casa hasta que vuelvo. Es increíble contemplar cómo se manifiesta la fe acercándole a los niños o a los mayores. Un año, incluso, sacaron a una abuela en volandas, cama de hierro forjado incluida.
Existe una creencia generalizada sobre la imposibilidad de meter el hombro bajo el paso en la romería, salvo que uno sea Caballero de la imagen.
¡En absoluto! Cualquier murciano puede llevarla desde El Carmen a la Casa del Labrador, antes de la subida. Desde ahí resulta más complicado andar y, por seguridad, la llevan los estantes, que tampoco tienen que ser Caballeros, ojo. Me gustaría invitar a todos aquellos que lo deseen a acercarse y experimentar qué se siente en el epicentro de la fe murciana ese día.
¿Es cierto que la Fuensanta es tan milagrosa?
Sin duda. Podría citarle numerosos casos que, cuando menos, es difícil considerarlos casualidades. Por ejemplo, a la imagen la acompaña un murciano que hace 40 años le prometió subir con ella si curaba su cáncer. Le habían dado 3 meses de vida. Ya ha cumplido más de setenta. ¿Casualidad? Bueno, ¿por qué no pensar en un milagro?
¿Pero cree que es tan milagrosa como para que, de una vez por todas, se elimine el paso a nivel de Santiago el Mayor y la romería no tenga que detenerse 20 minutos largos algunos años?
¡Para eso y para más!
Pues mire, le voy a pedir una cosa y ya le contaré el año que viene.
De acuerdo. Aunque le advierto de que es posible que me lo cuente romería tras romería.
Fuente: http://www.laverdad.es/