Multitud de hechos históricos han llegado al conocimiento del cronista que suscribe a través de los relatos de ‘Fernandito’ Romero y Victoriano Suárez, dos vecinos reconocidos de diferentes generaciones que ya no están con nosotros. Gracias a sus relatos, desde niño tenía conocimiento de la existencia de un vendedor ambulante que venía de «afuera», dedicado a cambiar objetos de plata nueva reluciente por los de plata ennegrecida, dando la impresión de que era «vieja» y por tanto perdía su valor. El avispado comerciante sabía que el proceso de coloración amarilla y luego negra de la plata se debía al contacto con el azufre y que además conocía el proceso de limpieza para recuperar su brillo, por lo cual obtenía con estos trueques pingües beneficios. Sus constantes visitas al pueblo portando una maleta donde guardaba su mercancía dio lugar a que fuera conocido con el apelativo de «plata vieja».
La anécdota de este vendedor galdense se quedó grabada y casi difuminada en mi mente durante años, sin darle mayor trascendencia, hasta que hurgando en los archivos parroquiales, protocolos notariales y sobre todo en el libro de actas que se custodia en el archivo histórico de Ingenio, he podido encontrar documentos que me han ayudado a conocer la vida y obra de este protagonista de la vida pública y social desde que se instaló en Ingenio, así como su larga descendencia de prominentes y potentados personajes que acapararon el poder político y la propiedad, formando parte de la oligarquía ingeniense muchos años. Saga familiar que aún se conoce con el nombre de «los Martínez», cuando se trata de saber la titularidad de las tierras que fueron adquiridas por este singular personaje que han pasado a las sucesivas generaciones, de los cuales una gran mayoría siguen avecindados en Ingenio.
Hijo de Pedro Martín de Medina y Ángela Sánchez de Saavedra, Juan Antonio Martín Sánchez y Saavedra y Medina nació y fue bautizado en Gáldar en 1792. Dedicado a su actividad profesional de vendedor ambulante, supo ganarse al público a través de su facilidad para la conversación, alcanzando a la vez gran popularidad entre los vecinos por tocar muy bien la guitarra y distinguirse en el canto de isas y folías.
Quizás estas «cualidades» sirvieron para que la joven y rica heredera, Agustina García de León, quedara prendada de sus encantos y entablaran relaciones sentimentales que acabaron en matrimonio, celebrado en la casa particular de la contrayente, para lo cual fue necesario una licencia especial del obispo; privilegio al alcance solamente de personas de alta posición social, como lo eran, tanto su padre Francisco García Álvarez, como su madre, Sebastiana de León Urquía, que la habitaban en compañía de su tío el influyente sacerdote Andrés Francisco García, que ostentaba el cargo de comisario del Santo Oficio de la Inquisición en el partido de Agüimes. Localizada esta vivienda frente de la ermita de Nuestra Señora de Candelaria en Ingenio, fue conocida posteriormente como la casa de las «hijas del Señor Blas» (Blas Hernández). La ceremonia y festín celebrado el 2 de noviembre de 1828 se llevó a cabo con gran boato, actuando como testigos el presbítero José Antonio García y León, hermano de la novia; Francisco de León, su primo hermano; el capitán José Ramírez (primer alcalde real de Ingenio) «y más personas del pueblo y villa de Agüimes«. En el asiento bautismal de su esposa Agustina García, nacida el 18 de junio de 1804, se hace constar que los miembros de su familia «son vecinos en el Yngenio». Fruto de esta unión nacieron ocho hijos: Domingo (1829) que alcanzó el sacerdocio, María Candelaria (1832), Sebastián (1834), comandante de armas; Gregorio (1837), María de los Ángeles (1839), Pedro, falleció párvulo (1842), Sebastiana (1844) y Pedro Martín García (1847), que fue catedrático y diputado provincial. Pedro y Gregorio ostentaron la alcaldía de Ingenio. Falleció en Ingenio el 16 de Julio de 1872 de «hidropesía», cuando contaba 80 años. Se le hizo entierro de primera clase «y otros aparatos»
En el padrón de 1836 se le reconoce como labrador y fuerista, viviendo en la Banda (aledaños de la Iglesia) junto a su esposa, tres hijos y una criada. En el de 1861 aparece como propietario, viviendo con su esposa, cinco hijos, un criado y una criada.La influencia social y familiar, lo llevó a convertirse en poco tiempo en uno de los personajes más relevantes del segundo tercio del siglo XIX en Ingenio, en el orden político, social y económico, adquiriendo una gran fortuna en bienes. Su sagacidad para los negocios lo lleva a disponer de mucho dinero que invierte en la compra de unas tierras con una superficie de 4 fanegadas en el Aljulagar de Telde. Una gran parte de los bienes que va adquiriendo (terrenos de secano y bajo riego, casas y agua del heredamiento Acequia Real de Aguatona) proceden de bienes desamortizados del clero a través de subasta pública. Destaca los inmuebles comprados a lo largo de la década de 1840 en los aledaños de la casa de sus suegros en la Plaza de Nuestra Señora de Candelaria: un sitio para fabricar una casa, un trozo de tierra labradía, una casa terrera con un huertecito con árboles y cuatro horas de agua, a la vez que arrienda por nueve años mediante remate una suerte de tierra de secano en Vega Castaña y otra en el Mojón de la Cumbre, bienes que fueron desamortizados del extinguido convento dominico de la Villa de Agüimes. De su esposa, como heredera de los que fueron mayordomos de la fábrica parroquial de Ingenio: Andrés, Domingo y José García, junto al sacristán menor José Artiles, se ejecuta a su favor una deuda por las rentas, cuyo valor equivale a 18 horas de agua. Superada la epidemia de cólera del verano de 1851, sigue adquiriendo bienes desamortizados del convento de Agüimes en el Roque de la Pasadilla y eclesiásticos en general por valor de 3.000 reales de vellón, en un solo plazo: una suerte de tierra de secano en la Vega Castaña en el Lomo del Medio; otra en la misma Vega, junto al barranquillo del Ingenio; Mojón; Lomo de los Ortegas y Paredón de los Lagartos en la Costa de Gando; y Lomo del Carrizal. En un documento de 1862 correspondiente a contribuciones de vecinos de Ingenio con propiedades en Agüimes figura como propietario de terrenos en Guayadeque, Las Haciendas, Pajonales, Angostura, Desorrapada, además de ganados de ovejas y cabras. Lo que determina la enorme riqueza de Juan Martín es la posesión de dos días y una cuarta de agua de dula cada mes (54 horas) por la heredad Acequia Real de Aguatona, según consta en el cuaderno de adulamiento correspondiente a 1845. Ser poseedor de agua de riego, cualquiera que fuese la cantidad, daba a su propietario solvencia económica y reconocimiento social.
Las tierras de la Pastrana
En 1848 adquiere una gran extensión de terreno en la Pastrana después de una enrevesada transacción a resultas que Francisco Navarro y su mujer Antonia Navarro vendieron en 1820 a su suegra Sebastiana de León, dos trozos de tierra bajo riego situados en el paraje del Barranquillo de Ingenio en cantidad de 373 pesos corrientes; estos terrenos pertenecieron a Miguel Fernando Alvarado quien los había hipotecado para el pago de los descubiertos por haber sido alcanzado en las cuentas. Juan Martín, como marido de la hija y única heredera demandó en 1845 ante la alcaldía de Ingenio en juicio de conciliación a Antonia Navarro para que le restituyera el dinero. El alcalde, oído el dictamen de los hombres buenos llegó a un acuerdo de embargar un pedazo de tierra labradío en la Pastrana o Ejido de dos fanegadas en el pueblo del Ingenio que lindaba al sur con la calle real. Los aprecios se aprobaron con la rebeldía de Antonia Navarro y la conformidad de Juan Martín a quien se adjudicó el terreno. Este terreno en la actualidad sigue siendo administrado por sus descendientes.
A su fallecimiento deja a sus herederos una gran riqueza en bienes: trozo de tierra en la Banda; otro en el Barranquillo, con 12 horas de agua; la Pastrana; Tras las Casas, con seis horas de agua; la Megía; Arenas, con un día de agua; Aguatona, con nueve horas de agua por el heredamiento de la Madre y 12 por el barranco; la Guesilla; dos trozos en Era de las Toscas; el Pedregal; Seto del Grillo; Cadenas de Matos; Cueva de los Cochinos (Costa); Calvario; Roque; la Laja; el Tablero; Montaña Quemada; Lomo del Medio; los Cantos; Lomo de los Ortegas; dos trozos en el Lomo del Carrizal; el Norte; Llano del Deán; la casa de su habitación en la Banda y tres casas más en la Plaza, Tras las Casas y el Egido.
Por 1830 consta como vecino de Ingenio y mayordomo de la cofradía de ‘Jesús con la cruz a cuestas’ con doce reales de plata de tributos que hace la función el miércoles santo con las limosnas que pide.
El vaivén de alcaldes reales y constitucionales a partir de la creación de la jurisdicción de Ingenio 1816, termina con el Real Decreto sobre «los Ayuntamientos de la Península e islas adyacentes« promulgado el 3 de julio de 1835, mediante el cual se establecen los oficios de república, quedando conformados los llamados ayuntamientos modernos, correspondiendo a Ingenio por su número de habitantes (entre 500 y 1500 vecinos) un alcalde, teniente, cinco regidores y procurador del común, por tiempo de dos años. Los regidores se renovaban cada cuatro años y parcialmente cada dos. Estos cargos honoríficos y gratuitos son fruto de elecciones celebradas a fin de año con voto restrictivo para grandes contribuyentes varones.
Acequia Real
Correspondió la alcaldía de Ingenio a nuestro protagonista Juan Martín Sánchez y la primera sesión plenaria que se conoce bajo su firma corresponde al 29 de diciembre de 1835, según consta en el libro de actas (sin que ello presuponga que lo fuera con anterioridad), ya que es a partir de esta fecha cuando hay constancia documental de las sesiones plenarias celebradas hasta la actualidad. En 1839 fue uno de los apoderados nombrados por los partícipes de la heredad Acequia Real de Aguatona para apremiar al capellán de la capellanía instituida por D. Lucas de Betancurt para que se reformara la acequia por donde fluía el agua para el molino de Guayadeque por los crecidos daños. Por 1842 volvió a ser alcalde constitucional, pero a tenor de las actas de ese año, dejó la alcaldía de forma accidental en manos de «Morales« (marzo-agosto) y primera mitad de diciembre, sin que se sepan las causas. En 1848, habiendo sido nombrado por el Ayuntamiento comisionado para los animales sacrificados, establece que todos los que mataran animales deberían solicitar el correspondiente permiso. En enero de 1849, para una corporación conformada por el alcalde, teniente y cinco regidores, fue elegido por votación procurador síndico a la vez que vocal de la Junta de Sanidad. Como tal síndico le correspondió dirigirse al Intendente para conseguir una demora en el cobro de la contribución por no haberse podido coger la cosecha de trigo y millo porque no hay quien satisfaga y se halla el pueblo sublevado. Causó baja en el cargo de concejal en noviembre de 1850, en razón de haber sufrido una operación en el labio inferior. En 1853 forma parte de la Comisión Local de Instrucción Primaria. En unos autos promovidos en 1855 se le reconoce como juez de paz. En 1857, reelegido en el bienio de 1859. Su interés para que su hijo Sebastián ocupara interinamente la secretaría del Ayuntamiento de Ingenio en 1861 haciéndose responsable de las faltas «por descuido», no tuvo efecto, siendo nombrado para el cargo José Domínguez Estupiñán, asunto que había creado un cierto enfrentamiento en el seno municipal a pesar del parentesco entre estas dos pudientes familias (Domínguez-Martín). En 1871, un año antes de su muerte, continúa en la actividad municipal como miembro de la Junta de Sanidad.
Nombramiento de Diego Espino como alcalde de agua de la heredad Acequia Real de Aguatona y Agustín Juárez para la del Carrizal. Mandato a los dueños de las paredes colindantes con caminos y serventías para que las recojan y levanten. Nombramiento de dos personas para que viajen a Las Palmas para la elección de diputados de Provincia. Bando para que no se lave la acequia real, carne ni pescado, ni porquería antes de horas bajo las penas que se tengan a bien imponer. Acuerdo para que el teniente alcalde haga retirar todos los ganados de los sembrados de la Vega Castaña hasta la recolección, atendiendo a la reclamación de los labradores. Imponer una pena a las mujeres que al tiempo de ir a recoger agua por la mañana hacen porquerías en la acequia real del pueblo.
Dar cumplimiento a lo mandado por la Reina para que se obligue y fije al público el manifiesto que juró y mandar que se jure y publique la constitución política de la Monarquía Española del año doce. Junta parroquial para el nombramiento de electores para la convocatoria de elecciones a Cortes. Nombramiento de una comisión de agricultores para la división y venta de los suprimidos conventos. Convocatoria a los vecinos para nombrar a los nueve electores que debían nombrar el nuevo Ayuntamiento.
A finales de 1851, como elector del distrito, participa en las votaciones para diputados a cortes, al igual que en 1854 junto a otros siete vecinos mayores contribuyentes por pagar 400 reales de contribución directa en Ingenio. Repitiendo en 1836 junto a seis electores de Ingenio y en una lista de 17 electores para la elección de 1864. De nuevo 1865 con 26 electores, ocupando el primer lugar de los contribuyentes. En 1867 y 1868 figura entre los 41 contribuyentes que pagan más de 20 escudos, esta vez, el segundo detrás del otro gran oligarca de la época, José Ramírez Ramírez.
Falleció en Ingenio el 16 de Julio de 1872 de «hidropesía», cuando contaba ochenta años de edad. Se le hizo entierro de primera clase «y otros aparatos».
P. S. Este trabajo está especialmente dedicado a mi buen amigo Juan Martín Sánchez, residente en la playa del Burrero, tataranieto del protagonista de esta historia.