POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Dicen que ahora los apodos ya no se llevan ¡Cómo mueren las cosas! Se quiera o no, los apodos han dado lustre y categoría a un pasado que evoca a quienes fueron partícipes de la memoria colectiva de la ciudadanía. Estos títulos de grandeza, otorgados por el pueblo, han sido llevados con notoriedad, fama y reputación, generación tras generación. Qué gusto decir: Ratacana, Grasa, Ropa suelta, Feucho, Culito rosa, Conejito, Tío potra, Burras pardas, Pocas luces, Mío lomo, Peinao, Patachinga, Chorumbo, Jilacha, Manaza, Malas pulgas, Ojitos tiernos, Marmacha, Traga vasos, Mentira fresca, Ricopelo, Malas medias, Aguas Paradas, Señorito bruto, Meona, Terrenito, Miseria, Busca ruidos… Y así hasta más de trescientos.