POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Un lector amigo, seguidor de mis comentarios e «Histories…», DARÍO MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, me solicitaba ayer una narración histórica acerca del conocido juego de apuestas, típico de la Semana Santa castellano-leonesa y riojana, denominado LAS CHAPAS.
Les confieso que aunque lo viví como espectador, nunca como jugador, en mi etapa docente en Sahagún (León), poco se sobre este «juego», si bien los datos que poseo sobre él son fiables.
La tradición de este juego de apuestas (insisto en la calificación de JUEGO DE APUESTAS) y, por tanto, «JUEGO DE AZAR», y sus días de vigencia en Semana Santa, tiene su base histórica en la narración de la Pasión de Cristo que escribe el evangelista San Juan.
Transcribo el texto:
«Los soldados, una vez que hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos haciendo cuatro partes una para cada soldado y la TÚNICA. Esta era sin costura, tejida toda desde arriba. Dijéronse unos a otros: No la rasguemos y ECHEMOS SUERTE SOBRE ELLA A VER A QUIÉN TOCA.»
¿Y cómo la sortearon los soldados romanos?
Simplemente lanzando una moneda al aire y apostando A CARA Y CRUZ».
Ese recuerdo o imitación del SORTEO A CARA Y CRUZ de la túnica del Redentor, es el precedente del JUEGO DE LAS CHAPAS, muy asentado -como dije- en tierras castellano-leonesas y riojanas especialmente. Tal juego estuvo prohibido durante la dictadura del general Franco y actualmente, ya permitido, está perfectamente regulado por ley, si bien las autoridades «miraban para otro lado» en aquellas localidades donde ese juego estaba históricamente muy afianzado.
¿En qué consiste?
El procedimiento es muy sencillo. Un «experto en el lanzamiento» tira al aire, lo más verticalmente posible, dos monedas iguales y los «jugadores» apuestan a que salga cara (las dos caras, una de cada moneda) o cruz (las dos cruces de cada moneda).
Antiguamente era tradicional que esas monedas fueran «las perras gordas» (monedas de 10 céntimos) de Alfonso XII o de Alfonso XIII.
En Sahagún se jugaba en el Casino, entidad privada cuya admisión de socios era por consenso y votación entre la Junta Directiva mediante «bolas blancas y bolas negras, durante la noche del Viernes Santo. En otras localidades cercanas como Mayorga o Villalón se jugaba en las noches de Jueves Santo o de Sábado Santo.
Las cantidades apostadas eran, en ocasiones, muy grandes y oí contar que hubo jugadores que llegaron a perder bienes (terrenos, casas, joyas…) y hasta ¡¡LA ESPOSA!!, de la que se «beneficiaba» el ganador.
En Asturias, que yo sepa, no se juega a LAS CHAPAS. Otra cosa es que se apueste en otro tipo de juegos de azar o de cartas en las que además de «la suerte» interviene la experiencia del jugador.
Y esto es lo que se acerca del juego de LAS CHAPAS, juego de azar que conocí y que siempre me sorprendió viendo cómo personas amigas perdían en una noche cantidades mayores de lo que yo ganaba en un año. Y yo era profesor y director de un Centro de Enseñanza Media.