POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Sepa usted si esto es un cuento de Navidad o un villancico. Érase un ladrón de Codexal, Manzaneda, o de Ferreirinos, ahora me entró la duda, que compatibilizaba sus insumos vendiendo escobas en el Fontán; como cada año por estas fechas fue a confesarse en la iglesia de San Isidoro, no bien afanó un conejo y unas alpargatas.
“Todos los días robo algo”, le dijo al cura tras el ave María purísima. “Pero hombre, ¿no puedes estar un año sin robar? –No, padre. -¿Ni un mes? –Tampoco. ¿Un día siquiera? -¡Imposible! -¿Un minuto al menos, hombre de Dios? –Ni un minuto. –Pues si robas, no robes más que un cuarto y un ochavo”.
Fuese el ladrón, y en la calle de la Magdalena, amarrada cerca de la Botica del Carmen, encontró una yegua con su potro, la desató, cargó las escobas que le quedaban por vender y se fue con los animales Campillín allá, diciendo: “¡Lo justo, justito! El cuarto, la yegua; y el ochavo, el potrito”.
Fuente: https://www.lne.es/blogs/la-mar-de-oviedo/justo-justito.html