POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
El turista, además de mirar siempre hacia arriba, a fachadas, bóvedas y montañas, ha de vestir camisa de flores y pantalón corto, con bolsillos de cremallera, anticacos; zapatillas, tacón ni de coña; riñonera antes que mochila, para que al menor giro no golpee los cuadros de un museo o tire los suvenires apilados en las tiendas, para vigilar y desenfundar fácilmente sus armas, y para proteger sus riñones; smartphone, más disimulado que la máquina de fotos en lugares prohibidos e imprescindible para que todo dios, incluso él, sepan por dónde anda; gafas de sol, que permiten mirar con libertad; poco efectivo y tarjeta de crédito, cuanto más crédito mejor; paraguas plegable para cuando no llueva y capa impermeable por si el chaparrón; antiinflamatorios, protector de estómago y protector del alma, o sea, buen humor y que su esperanza venza sus miedos. Todos somos turistas en este viaje por la vida.
Fuente: http://www.lne.es/