POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN)
La existencia del Dr. D. Gabriel Tera Arias es un río de vida, de humanidad, de generosidad, estudio y trabajo; de amor por su pueblo, Almedina (Ciudad Real), de sus familiares directos, de su hermano Manuel, su esposa e hijos.
Aventuras africanas en las que la gloria y el dolor le llegaron en aquel momento.
La aportación, como alcalde en Villanueva del Arzobispo tuvo grandes logros y trabajo: El Mingitorio, la Fuente del Camino Viejo, propuestas para mejorar la atención a los enfermos; la sanidad y su prestación para el Hospital de Sangre, en el chalet Benavides.
El gran problema al no estar en el lugar de los vencidos ni de los vencedores al finalizar la Guerra Civil. Su profesionalidad y labor como médico-cirujano en las proximidades del frente, en Martos, Linares, Baeza; su compromiso médico para salvar vidas, a veces poniendo la suya en peligro, al atender a algún necesitado, no republicano.
Como médico cirujano quiso una clínica para atender a toda la zona de estas villas y sierra de Segura. Cirujano de la Plaza de Toros de nuestra localidad, su gran intervención en la cogida del torero Chicuelo II, la seguridad de los diestros al saber quién era la persona responsable de la enfermería.
Su ingreso en la Seguridad Social, su eterna lucha para que se le reconociera su periodo como capitán médico, lográndolo al final de su vida. Las personas con las que compartió algunos momentos, las clases del eminente profesor Don Santiago Ramón y Cajal, su atención en África con el fundador de la Legión, Millán Astray, o el General Franco; las distinciones logradas; Alfonso XIII,..
Son dos los cuadernos que dejó escritos sobre su vida: el primero de ellos, ocupa el periodo que va desde el año 1900 a 1932, con un prólogo que realizó él mismo. Y en el que pide perdón por las posibles faltas; añadiendo que todo lo escrito es verdad porque lo ha expresado con el corazón.
Infancia
Del texto autobiográfico, resaltamos los aspectos que consideramos más destacados para la presentación de este trabajo. “Nació en Almedina el 8 de julio de 1900, un pueblecito de ochocientos vecinos, de la provincia de Ciudad Real. Solamente se podía subir por caminos en zigzag y en caballerías. Posteriormente, se construyó la carretera, con una enorme pendiente.
Destaca la importancia histórica de su localidad, con elementos de la dominación árabe y arcos románicos en la iglesia.
Sus abuelos, Doroteo y Pepa, tuvieron dos hijos: Juan y Gabriela, su madre. Gabriela, además de asistir a la Escuela Municipal, recibía las enseñanzas de una profesora particular. Tenía un especial arte para bailar sevillanas; siendo querido y admirada por todo el pueblo. Gabriela se casó con el veterinario que había llegado a la localidad. Era un hombre alto, rubio, de buena presencia, de 25 años de edad, procedente de Castellar de Santiago, a 18 kilómetros de Almedina.
A los catorce meses nació Gabriel, y a los cuatro días murió su madre. Al enterarse, en el campo, de la muerte de Gabriela, todos los segadores y obreros paralizaron sus trabajos, acudiendo el pueblo en masa a su entierro.
Tuvieron que buscar nodriza para Gabriel, aunque surgieron numerosas voluntarias que se ofrecieron para amamantar al niño; siendo María quien se quedó definitivamente. La soledad y el cuidado de su hijo, motiva que un día su padre, viudo, con veintiséis años, decida casarse nuevamente. Lo hace con Micaela y, a los diez meses, tienen un hijo. Gabriel la considera como su propia madre, nunca como madrastra; alegrándose por el nacimiento de su hermano Manuel.
La casa de su abuelo es un amplio caserón en el centro del pueblo; el lugar de encuentro de los señores del pueblo; allí se chismorreaba todo lo que acontecía.
Para abastecerse de agua, había que acudir a la fuente, a unos kilómetros del pueblo, y tenían un borriquillo con la única finalidad de llevar el agua; el encargado, Silverio, no podía dar ni un viaje sin que Gabriel fuese montado. Con siete años su padre les enseñó a los dos hermanos a tocar el acordeón; sus amigos infantiles, además de su hermano Manuel, Julián Piña y Rafael Patón.
Entre sus recuerdos infantiles, no falta el despertar de su vocación taurina. En una visita al establo, donde estaban las vacas, se encontraba la “Capitana” que había parido un becerro. Su abuelo lo llevaba en brazos y la “Capitana”, se arrancó y le dio una cornada en el muslo a su abuelo, que lo protegió.
En su periodo escolar, el maestro fue D. Antonio Vadillo que, siempre que llegaba el inspector o el tribunal local, salían a la palestra Cecilio Peláez y Gabriel Tera. Al llegar a la localidad Álvaro Piña, hijo del sacristán, de unos veinticinco años, un gran músico que tocaba todos los instrumentos;primeramente formó un dúo con su hermano Julián y, posteriormente, entró Gabriel y formaron una orquestilla que tuvo cierto éxito en la comarca; Julián con la ocarina, Isidro Gómez con la guitarra, su hermano Juan José la bandurria, y él con el acordeón de teclado. Álvaro, el director unas veces con el violín y otras con el laúd; no había boda o fiesta en la que la rondalla no fuese el número fuerte.
Se examinaron los hermanos el 16 de junio en Ciudad Real, caligrafía, dictado y un texto de “El Quijote”. Unos meses después dejó el pueblo para marchar a Castellar de Santiago y estudiar primero de Bachillerato. Comienza el Bachillerato por libre, recibiendo clases del Maestro Nacional. D. Julio y de un sacerdote.
FUENTE: M.L.F.