POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA (ALICANTE)
La administración municipal es la estructura operativa y de gestión estratégica del gobierno del Ayuntamiento, dependiendo directamente del alcalde. Su gestión se desarrollada tanto por los funcionarios, como así también por el personal que desempeña tareas técnico-administrativas y de gestión de modo permanente, es decir, más allá de los cambios de gestión política. En España la regulación principal de las administraciones la encontramos en la Constitución Española, en su Título VIII, que habla de la Organización del Estado.
En Torrevieja, hubo dos intentos efímeros de municipalización. La constitución del primer Ayuntamiento de Torrevieja, una vez aprobada la Constitución de Cádiz, fue en el año de 1812, siendo su primer alcalde Vicente López Martínez.
Tuvo otra vez Ayuntamiento con la restitución del constitucionalismo, en 1820, siendo nombrados alcaldes Antonio Alberola Ponce (1820), Manuel Galánt Martínez (1821), Mariano Talavera Trives (1822) y Antonio Hermógenes Sánchez Fuentes (1823); desapareciendo como entidad local en 1823, a la vuelta del régimen absolutista.
Cara
Fue el 2 de julio de 1830, cuando la Real Audiencia de Valencia, designó a las primeras personas que debían constituir el Ayuntamiento que, como entidad y de manera continuada, ha llegado a nuestros días. Su primer alcalde fue José Galiana Tarancón, que contaba con 28 años de edad. Josef Eusebio Emigdio Galiana Tarancón, que así era su nombre completo, había nacido en Torrevieja el 5 de marzo de 1802; sus padres eran José Galiana Pastor, maestro herrero, de San Javier, y Josefa Tarancón Amorós, de San Miguel de Salinas.
En su mandato se preocupó de cuestiones básicas como el abastecimiento, la sanidad, elaborar un padrón y la construcción de una Casa Consistorial.
Aquella corporación, por causas políticas-administrativas, económicas y quizás debidas a denuncias de la administración de las salinas, tuvo un final desgraciado, ya que en la noche del 11 de diciembre de 1830 fueron hechos presos y conducidos al Castillo de Galeras de Cartagena el alcalde José Galiana, y otros tres regidores, fugándose los restantes, quedando libres y exentos otros dos que continuaron en sus cargos.
En enero 1832, todavía continuaba José Galiana preso. Una vez cumplida su condena, volvió a ser alcalde desde 1844 hasta 1850 y en un tercer periodo entre 1851 y 1852.
Cruz
Un caso singular es el que protagonizó, en enero de 1931, Francisco Torregrosa Ortega, que al finalizar su labor al frente de presidencia-alcaldía del Ayuntamiento, después de llevarla desde abril de 1930, se creyó en el deber de dar a conocer su actuación con relación al orden económico-administrativo.
Lanzó un manifiesto a raíz de su toma de posesión expresando “que haría resaltar la justa y equitativa administración de los intereses que se me confían”. Y así lo cumplió, al al final de su mandato, con la publicación de una octavilla -abonada de su propio bolsillo- reflejando con datos oficiales el compromiso que había adquirido, considerando haberlo llenado cumplidamente y por otra parte despertando el espíritu ciudadano en sus paisanos para que se preocuparan y fiscalizaran, como a ello tenían derecho, de la forma y manera de proceder de sus administradores.
En su manifiesto, publicado el 30 de enero de 1931, hizo los comparativos de los presupuestos ordinario y extraordinario de los años 1929 y 1930, que fielmente reflejaban su actuación en la Alcaldía-Presidencia durante el mencionado año 1930, cuya liquidación comparó con las del también dicho año de 1929 por se el presupuesto anterior a su actuación, mejor liquidado.
Expresaba que los ingresos por todos los conceptos durante el año 1929 fueron de 181.934, 25 pesetas, y en el año 1930 fueron de 202.501,59. Lo que suponía una diferencia a su favor de 20.567,34 pesetas.
Los gastos por todos los conceptos durante el año 1929 fueron de 16.742,30 pesetas, mientras que en 1930 fueron de 194.474,61. Lo que suponía una diferencia de 26.774 pesetas.
También expresaba en su octavilla que los créditos pendientes de cobro en 1929 fueron de 74.558,93 pesetas. Mientras que los del año 1930 ascendían a 75,939,49. Una diferencia a favor de 1930 de 1.830 pesetas.
Los créditos pendientes de pago en 31 de diciembre de 1929 fueron de 55.194,07 pesetas, mientras que 31 de diciembre de 1930 alcanzaron las 27.959,22. O sea, una reducción de deudas de 27.934,85 pesetas.
Mientras que el presupuesto municipal del año 1929 hubo un superávit de 33.556,81 pesetas, en 1930 el sobrante fue de 56.707,25. Todo daba a conocer un saldo positivo de 23.150,44 pesetas.
También expresó que los ingresos verificados por su abono al presupuesto extraordinario para las Escuelas Graduadas ascendieron a la cantidad de 9.322 pesetas y que el día de su cese dejó en la caja municipal 14.319,42 pesetas, más 1.322 ingresadas para la continuación de las obras de las Escuelas Graduadas.
Dejó manifestado que durante su mandato todos los servicios fueron dotados suficientemente, preocupándose del arreglo y <b>conservación de las vías públicas, beneficencia, etcétera; y muy especialmente de los festejos veraniegos por entender que esa fuente de riqueza había sido anteriormente lastimosamente olvidada.
Termina la publicación de Francisco Torregrosa Ortega expresando que para llegar a esos halagüeños resultados había tenido en todo momento la más leal, honrada y desinteresada cooperación de sus compañeros de la comisión permanente, así mismo las del interventor, secretario y demás funcionarios del municipio. Su actuación como alcalde, en lo que respecta a presentación presupuestaria y administrativa, fue todo un ejemplo.
Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 3 de marzo de 2018