POR SANTIAGO IZQUIERDO, CRONISTA OFICIAL DE SAN SEBASTIÁN DE LOS REYES (MADRID).
En el Antiguo Régimen nuestra localidad pertenecía a la jurisdicción de la villa de Madrid, y estaba obligada a que el Corregidor de esta villa fuese quien diese su aprobación a los nombramientos de las autoridades que se proponían para Justicia.
Con el término de Justicia se consideraba a todos los cargos de que se componía el concejo y abarcaba tanto la responsabilidad de impartir la justicia, lo que en la actualidad ejerce el Juez de Paz, así como dirigir la administración municipal, lo que hoy realiza el Alcalde y la Corporación Municipal.
Estudiando los documentos que en nuestro Archivo Municipal se conservan sobre los nombramientos de Justicia, ésta se componía de dos Alcaldes Ordinarios, dos Regidores y un Procurador General. En la misma sesión se elegían dos Alcaldes de Hermandad y un Mayordomo de Propios, así como a los Alguaciles. Estos cargos eran renovados anualmente.
Entre las numerosas actas que se conservan de la elección de Justicia, voy a transcribir dos actas, la primera del año 1690, a la sazón reinaba Carlos II, el último rey de la Casa de Austria.
“En el lugar de San Sebastián de los Reyes a veinticuatro días del mes de enero de mil seiscientos noventa años, los señores Francisco Canenciano y José Rodríguez, alcaldes ordinarios en él; Alonso Fuentes y Francisco Gallego de Francisco, regidores y Diego Navacerrada, procurador general del Concejo, por ante nos los escribanos de ayuntamiento se juntaron para hacer el nombramiento de Justicia, según costumbre para este año de mil seiscientos noventa, estando en las Casas del Ayuntamiento propusieron cada uno de los dichos Justicia los siguientes:
El señor Francisco Canenciano nombró a José del Campo, y el dicho José Rodríguez nombró por alcalde a Lorenzo del Campo.
Y por regidores nombró el dicho Alonso Fuentes a Antonio Valdemoro, y el dicho Francisco Gallego de Francisco nombró por regidor a Francisco Vázquez.
Y el dicho Diego Navacerrada por procurador a Bartolomé Paredes, todos vecinos de este lugar. Y habiéndose propuesto los susodichos quedaron por tales alcaldes unánimes y conforme, sin contradicción alguna.
Y por alcaldes de hermandad quedaron según costumbre los dichos señores Francisco Canenciano y José Rodríguez.
Y por alguaciles a Miguel Álvarez y Antonio Mateo, y por mayordomo de propios a Juan de Uceda, el mozo.
Y en dichos nombramientos quedaron como dicho en conforme y firmó el que supo.”
Como observaréis era una elección un tanto peculiar, porque los nombramientos se hacían entre ellos, no consta que ninguno de los vecinos participase en la elección, sino que cada cargo saliente designaba directamente a su sucesor. Además los dos alcaldes ordinarios salientes entraban como alcaldes de hermandad.
Esto llevó a lo que podríamos considerar que se cometían actos de nepotismo, ya que llegó un momento en que se repartían los cargos dentro de un grupo reducido de familias que conformaban una oligarquía, lo que conllevó a que varios vecinos denunciasen esta actuación abusiva ante el Corregidor de Madrid y éste les conminó a acabar con esta costumbre de elegir sucesores entre sus parientes, ya que realmente daba la sensación que eran cargos hereditarios.