POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)

Cuando me resulta imposible ir a la montaña, por la climatología adversa o mis condiciones físicas quebradas, me conformo con admirarla en la distancia; Oviedo es un cómodo enclave para contemplar cientos de cumbres, desde los Picos de Europa hasta Somiedo, desde el Fariu hasta el Torres. Una montaña veo con frecuencia desde el Paseo de Valdeflora y nunca atiné con su nombre ni tuve la oportunidad de hollarla; asoma su cumbre por el hombro norte de la Mostayal y suele cargar nieve antes que ésta. Uno de mis proveedores de botas de siete leguas, de Oxígeno (junto con Jame, de Cavana), el tinetense José Luis Gutiérrez Rozos, me desasnó: “Se trata de La Airúa Naval o Bremonde, de 1.420 metros, en la Sierra de Tene, Quirós, separado del Aramo por la collada Pandu La Mortera”. Conste aquí esta ascensión por encima de la realidad y tan verdadera como la de Galileo a la Luna, o la de Lorca.

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