POR MARÍA DEL CARMEN CALDERÓN BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CABEZA LA VACA (BADAJOZ).
Su patronato entregó unas 600 dotes en poco más de dos siglos y contribuyó al ámbito científico dotando para la formación en el Hospital y el empleo o para la toma de estado.
La aportación de las hermanas Ana y Juana Núñez Pérez a la ciencia es indudable porque facilitan los resortes necesarios para el progreso en este campo
Juana Núñez Pérez, devota sevillana, por sí y por su hermana Ana, en la cláusula de fundación de su patronato para dotar a muchachas a tomar estado, declara que:
“…es mi voluntad, y lo fue la de la dicha mi hermana, de nombrar y nombro, por patronos perpetuos de este patronato y capellanías” y obras pías de él, para siempre jamás, al Hospital de la Sangre, extramuros de la ciudad de Sevilla y a su administrador, “que es o fuere para siempre jamás…, y a los señores priores, que es o fuere para siempre jamás, en él, en su nombre, representando el mismo Hospital y a los señores priores, que en todo tiempo fueren del Convento de Santa María de las Cuevas y del Convento de San Gerónimo de Buena Vista, y del Convento de San Isidro de la Orden de San Gerónimo, extramuros de esta Ciudad, para que todos juntos sean patronos perpetuos de dicho patronazgo y capellanías”.
Les daba la misma facultad y poder que ella misma ostentaba para regir y gobernar, dependiendo de ellos la designación de capellanes y el nombramiento de las muchachas a las que se asignasen las dotes para profesar como religiosas o para casarse. Seguía los pasos de Catalina de Ribera, pero Juana ya había visto actuar al patronato.
Ni administrador ni patronos podrían alterar, cambiar, ni quitar, ninguna de las disposiciones testamentaria del patronato, ni aun cambiarlas por otras que se entendiesen como mejores.
Las doncellas de dote permanecían el tiempo estipulado, tres años; y, unas salían del Hospital y otras se quedaban de forma permanente para ser madres enfermeras o en ocupaciones propias de la Casa.
El patronato entregó unas 600 dotes en poco más de dos siglos y contribuyó a la ciencia dotando para la formación en el Hospital y el empleo o para la toma de estado.
Doña Juana, sin duda, habría sido testigo de algún pleito ganado por el patronato con el concurso de la Santa Sede, así que esto es una de las cosas que intenta evitar. Recordemos que el patronato consigue expulsar a la familia fundadora del Hospital del patronazgo y/o supervisión que la fundadora y la bula fundacional les asignaba.
Dña. Juana Núñez Pérez dispone que los patronos no podrían intentar cambiar lo dispuesto, con el concurso de la Sede Apostólica. Y, llegado el caso, la fundadora dejaba dispuesto que lo mismo que los había nombrado, en el momento de este incumplimiento quedarían privados del patronazgo, tal y como si nunca lo hubieran adquirido ni nunca hubiesen administrado en él.
Las hermanas Núñez Pérez nombraban como administrador al administrador del Hospital, en su lugar y en caso de que no quisieran aceptar este nombramiento, desde el principio, a la Capilla de las Doncellas de la Santa Iglesia Mayor de Sevilla y a su prior, sus cónsules y a los cofrades de la misma, con las mismas condiciones y gravámenes descritas en testamento.
El administradordel Hospital debía ocuparse de la cobranza de bienes y rentas del patronazgo y capellanías, debiendo administrar y distribuir la renta conforme se ordenaba en el documento fundacional. De esta responsabilidad liberaba a los padres patronos para no gravarlos con cargas anexas a las que ya tenían, limitando sus quehaceres para con el patronato a la inspección de las cuentas y todo lo referente a su gobierno y administración.
El Patronato concedió un importantísimo número de dotes, parte de ellas destinadas a doncellas que trabajaban en la fundación piadosa hospitalaria de Las Cinco Llagas de Sevilla. Atendía otras obras caritativas que, en su mayoría, estaban destinadas al sostenimiento de familias y a la memoria y almas de las hermanas Ana y Juana Núñez Pérez.
Ambas se otorgaron poderes en 1617 para testar, siendo albacea la hermana que muriese en último lugar, también Luis de Palencia, cura de San Vicente; y el hermano de Ana y Juana, Jerónimo Núñez Pérez. Tenían otro hermano que había fallecido en 1610, Luis Núñez Pérez.
Ana muere enseguida y es en 1620 cuando Juana establece el patronato. Fallece en 1622 y su albacea testamentario sería su sobrino el Ldo. Juan López de los Olivos.
Era un patronato de capellanías, dotación de religiosas y otras obras pías. Este patronato permitió continuar la labor que iniciara Catalina de Ribera, de formación y amparo de mujeres que atendían a otras, pobres y enfermas, que tendrían la posibilidad a su vez de integrarse en la obra piadosa, formándose y trabajando en el Hospital; preparándose para la toma de hábitos o para ser madre de familia.