POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
Solventado ya el incalificable espectáculo que durante más de un año ha mantenido a la bandera oficial de Malanquilla sin posibilidad de uso, debido a las controversias surgidas en el seno de la corporación municipal en cuanto al procedimiento utilizado para la tramitación del expediente y en cuanto a su diseño, finalmente el Ayuntamiento ha aprobado su uso por mayoría, en el último pleno del mes de septiembre, con lo que comienza la cuenta atrás para su primera izada desde el balcón de la Casa Consistorial. Se cierra así un capítulo incomprensible en la municipalidad local.
El anterior alcalde, Raúl Sánchez, sabiendo que, por razones de edad no volvería a concurrir a las elecciones, quiso -con buen criterio- dejar aprobada la bandera de Malanquilla. Le hace el encargo al cronista oficial, quien altruista y desinteresadamente, confecciona el diseño que se incorpora al expediente para su tramitación ante la Diputación General de Aragón (DGA).
Tras los trámites oportunos, que incluyen la aprobación inicial del ayuntamiento proponente y el periodo de exposición pública, se consigue el visto bueno del Consejo Asesor de Heráldica de Aragón, paso previo para su aprobación por la presidencia de la DGA. Y así el 4 de marzo de 2015 el Boletín Oficial de la Comunidad Autónoma publica el Decreto de aprobación de la bandera, autorizando al ayuntamiento para su utilización.
Y es entonces cuando el ayuntamiento se niega a reconocerla y a adoptarla, propiciando un desencuentro sin precedentes. De un lado se deja en entredicho la iniciativa del alcalde Raúl Sánchez a quien se acusa de no haber seguido los pasos preceptivos para la tramitación del expediente y de otro se menoscaba el trabajo del cronista, aduciendo las voces discrepantes de dos concejales que las «barras de Aragón» deberían ir en posición horizontal y no en vertical como figuran en el diseño de la bandera, con claro desconocimiento de la historia aragonesa, argumentando además que debería ser diseñada a través de asambleas locales, al más claro estilo «podemita», tan al uso, -con perdón para el único votante de esta formación, lo que demuestra la inteligencia natural de Malanquilla-, como si ahora todo el mundo supiera de las leyes que deben regir en la heráldica y en la vexilología.
El cambio de corporación no mejoró las cosas. Pese a la innegable voluntad del nuevo alcalde Ernesto Marín Nievas, que gobierna el ayuntamiento con 4 concejales del PSOE y 1 del PAR, la negativa de un concejal de cada partido hace que su aprobación definitiva se prolongue hasta el pasado mes de septiembre, cuando los 4 concejales del PSOE votan a favor.
Como cronista oficial, felicito al alcalde y a la corporación por este nuevo logro en la historia local, así como al anterior alcalde y su corporación y felicito incluso, -sin rencor- a los que, pensando en lo mejor para su pueblo, se han opuesto y expreso mi deseo de que, en lo sucesivo, superadas ya las incertidumbres que han rodeado este episodio, la bandera sea símbolo de unión y represente a todos los malanquillanos.
Yo, por mi parte, colaboraré en que así sea, olvidando las ingratitudes vividas y mirando siempre hacia adelante con el único objetivo de servir y poder ser útil a esta localidad de nuestros desvelos.
Son 40 años de retos, iniciativas, trabajo e ilusión y cuando se han conseguido las cosas ha sido desde la unión, empujando todos hacia el mismo sentido. Es verdad que no han faltado obstáculos -y los he vivido en primera persona- pero siempre se han solucionado en paz y en armonía.
La bandera de Malanquilla tiene que ser a partir de ahora el emblema, junto con el escudo, que nos identifique ante el resto del mundo. Dentro de poco, cuando nos acostumbremos a verla será una tela, pero no una tela más porque representará la casa común donde todos iremos tejiendo, con orgullo e ilusión, el día a día de Malanquilla.