POR ANTONIO HERRERA CASADO, CRONISTA OFICIAL DE LA PROVINCIA DE GUADALAJARA
En el libro que acaba de publicar Diputación Provincial de Guadalajara, con el texto ganador del Premio de Investigación Etnográfica “José Ramón López de los Mozos” de 2021, y que firma el arquitecto y académico Tomás Nieto Taberné, encuentro una perla que no me esperaba. Lo reconozco: no conocía este dato, a pesar de saber de Villaflores desde primera infancia, porque ese poblado agrario que fundó la Condesa de la Vega del Pozo, y que mandó construir al arquitecto de primera fila Ricardo Velázquez Bosco, hace poco más de 100 años, fue siempre un referente de la felicidad: aspecto, ubicación, destino, paisaje… todo ello, por mor de los cambios de propiedad, y en última instancia por el imperdonable abandono al que su actual propietario, –el Ayuntamiento de Guadalajara–, le ha sometido, está por los suelos, hundido, vandalizado, perdido ya para siempre.
Pero de todo lo que allí ví durante años, de lo que luego he ido sabiendo, y lamentando sus pérdidas, aún me quedaba por aprender que uno de las humildes edificaciones acompañantes era la Bodega del conjunto, un lugar doble, con un edificio de única planta, accesible desde el exterior, con dos espacios, en uno de los cuales estaba todo el conjunto de instrumentaciones para la elaboración del vino (vertedero, pilo y prensas) y en el otro un amplio cocedero donde había 26 grandes tinajas (de 2,50 mts. de altura cada una, y 1,40 de diámetro, accesible desde una plataforma de madera elevada que permitía su tratamiento individual. Tras unas escalerillas en descenso, y bajo tierra, el largo túnel dividido en forma de Y, ancho, con tinajas a los lados en sus respectivos senos, cubierto de bóvedas de arista sobre pilastras, y otras bóvedas de cuatro de naranja, todo ello (como dice Nieto) “de una excepcional ejecución”. Tan excepcional, que la obra fue firmada por Ricardo Velázquez Bosco, el arquitecto que también firmó el Ministerio de Agricultura, el Pabellón de Cristal del Retiro, o el Panteón de la duquesa de Sevillano. Algo único, maravilloso, que podríamos hoy disfrutar y mostrar con orgullo. Pero no : el abandono y el consentimiento del vandalismo ha hecho que hoy todo eso esté arrasado. Hasta los cimientos. Una verdadera vergüenza, para cuantos somos de Guadalajara, y especialmente para quienes han asumido la responsabilidad de cuidar, y siempre mejorar, la ciudad.