POR BIZENT D´O RIO MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE COMARCA DE LA HOYA (HUESCA)
Un año más, el paso del ganado lanar por el centro de la ciudad hace unos pocos días, nos hace recapacitar y pensar en la Cabañera Real, porque solo de manera muy tangencial podríamos considerar a las vías pecuarias como vías de comunicación, aunque lo cierto es que suponen una infraestructura fundamental para los ganados de la provincia que realizan una trashumancia ascendente en verano, para los valles pirenaicos donde permanecen en los meses de verano, un trayecto con sus etapas y descansos o ”mallatas” para todos aquellos que viniendo desde el sur, deben atravesar la ciudad para dirigirse a sus destinos; pero también es Cabañera para los ganados “estantes”, “barcibos” y los rebaños o “dulas” que recorren cortas distancias en sus desplazamientos diarios.
Aunque se especula con un posible origen romano, o incluso anterior, de las rutas trashumantes que unen los pastizales veraniegos de los Pirineos con los invernales del Valle Medio del Ebro, se encuentran todas las Cabañeras que atraviesan la comarca de Monzón, documentadas desde finales del siglo XII y comienzos del siglo XIII cuando sus recorridos se vertebran, una vez que la totalidad del territorio aragonés se ha estabilizado bajo el nuevo poder cristiano. Es ya en el siglo XIII cuando Jaime I se encarga de poner en marcha una legislación para proteger estos caminos de gran importancia económica como la derivada de los ingresos de los ganados franceses que durante la Edad Media cruzaban los Pirineos, de manera muy preferente por Bielsa, y se dirigían hacia el Cinca Medio.
En la Baja Edad Media, asimismo, Monzón cobra otro papel fundamental al constituirse como el principal punto desde el que se comercializaba la lana de los rebaños del Pirineo Aragonés hacia Barcelona. Esta época, que se caracteriza de igual modo por la frecuencia de conflictos que surgían a raíz de la actividad pecuaria y del uso de las rutas trashumantes, acabó con unas nuevas disposiciones legales que el rey Fernando el Católico impulsó para evitar las tasas abusivas de paso a los ganados y los estrechamientos de los pasos cabañeros. A tal efecto, ordenó y se establecieron tres importantes puestos de control, llamados “peageros” donde al pasar el rebaño se hacía el “cuento” y con arreglo al número resultante se efectuaba el pago. Estos puestos estuvieron situados en Tierz, con una caseta de falsa cúpula de piedras en la que montaba guardia y se resguardaba el responsable del peatge. El estrecho paso en Huesca por el Portillón o fielato en los porches de Galicia; en Lupiñen, donde igualmente, junto a la carretera, que es además antigua Cabañera, una caseta redonda de falsa cúpula de piedra, igual a la de Tierz, albergaba al guarda-cabañero y controlaba el peage.
A lo largo de la etapa medieval fue cuando se establecieron de manera definitiva las rutas cabañeras que atraviesan la provincia y que, por otro lado, siguen de la manera más práctica, los evidentes itinerarios que impone la geografía altoaragonesa. En este sentido, la Comarca de la Hoya de Huesca es una encrucijada natural en los caminos que unen el Alto Aragón pirenaico con el Valle Medio del Ebro. Las rutas cabañeras así lo demuestran y su preciso trazado sobre el mapa de la comarca lo refleja igualmente.
FUENTE: V. D. RIO