RAFAEL SÁNCHEZ VALERÓN,CRONISTA OFICIAL DE INGENIO
A la hora de pergeñar esta crónica histórica, aflora a la mente del cronista que suscribe las vivencias de su infancia en la tranquila calle de Atrás, donde nació y jugaba; la bulliciosa calle de Alante, con la tienda de Modestita a la que acudíamos a comprar los saltapericos; la Sindical, a la que concurría acompañado de mi padre, y la Sociedad La Juventud con sus bailes y paseos domingueros, en cuya biblioteca tuve la suerte de leer mi primera gran obra: La Odisea; además de la calle Nueva donde se ubicaba la escuela del inolvidable maestro, José Suárez Martín, a la que asistí durante mi infancia, y el taller de zapatería que regentaba un entrañable personaje, Antonio Hernández, que me dejaba leer el periódico cada día.
Muchas veces me pregunté cual había sido el origen de estos nombres, que fui descubriendo poco a poco y que en este artículo trato de dedicar a la Calle Nueva y consecuentemente, como se fueron conformando las distintas vías y lugares del municipio en sus zonas urbanas en siglos pasados.
La carencia de nombres específicos en las distintas calles de los cascos históricos de Ingenio y Carrizal con anterioridad al siglo XX, constituye una rémora importante en la localización de lugares, edificios, personajes y situaciones que pudieran ayudarnos a interpretar cual fue el lugar exacto del hecho histórico acaecido o donde vivió tal o cual personaje, y en general aspectos del desarrollo de las vivencias acontecidas en el pasado. En muchos casos nos tenemos que conformar con el término “el Ingenio” o “el Carrizal” y si nos remontamos al antiguo régimen, antes que se consiguiera la segregación jurisdiccional, con la acepción más amplia de “Señorío de Agüimes” o “Villa de Agüimes”, en cuyo casco histórico tenían sus calles sugestivos y evocadores nombres que aún se conservan: La Gloria, La Paz, El Sol, El Progreso…
Ya desde el siglo XVI, en general, la ubicación de los edificios al objeto de localizar a los vecinos se determinaba por el nombre de agrupaciones de casas en un lugar concreto: La Banda, que ocupaba la parte meridional del barranquillo “del Ingenio” donde se encontraba el templo de la Candelaria, y “el Almendro”, la parte septentrional; a su vez divididos en otras pequeñas agrupaciones, cuyos nombres, en muchos casos han desaparecido con el tiempo: Sequero, Cenicero, el Andén, Magel, Mentidero, Repartimiento, Ladera y Molinillo. El llamado barrio del Ejido se va a desarrollar con posterioridad a lo largo del camino real en una calle que primitivamente tomó ese nombre (calle del Ejido). En Carrizal ocurre algo parecido con el núcleo urbano propiamente dicho en torno la Plaza y Toril, al norte del cauce del barranco de Guayadeque, y la Banda -dentro del municipio de Agüimes, pero vinculado al Carrizal por su cercanía y jurisdicción parroquial- situado al sur, que conserva este nombre a diferencia de la Banda del casco de Ingenio que desapareció.
Hay que tener en cuenta, que tanto en Ingenio como en Carrizal, la primitiva trama urbana se va a ir conformando en torno a los caminos reales que conducían a los templos de la Candelaria y Buen Suceso; en el caso del Carrizal el primitivo camino “que va a las salinas” (Romeral), posteriormente llamado camino del Conde con tránsito por la Casa del Obispo, y en Ingenio hacia el complejo azucarero y la medianía.
Los lugares “arruados” -acepción histórica en desuso que se refiere a zonas urbanas configuradas en calles con una cierta alineación- y conocidas por nombres, son contadas las existentes y ya conocidas a partir del siglo XVI a medida que se fue desarrollando la trama urbana. La Virgen (conserva este nombre), Almendro, también conocida por calle de Atrás (actual José Ramírez), La Ladera (Francisco Dávila Ramírez), El Ejido (Los Palmeros), calle de Alante (Antonio Rodríguez) y en el Carrizal, la calle de Triana, a la que se le cambió el nombre.
Estas limitadas calles y agrupaciones urbanas sirvieron para planificar desde el Ayuntamiento los llamados “cuarteles”, que eran pequeños grupos vecinales al frente de uno o dos concejales para la realización de obras sociales de distinta índole como limpieza, arreglo de caminos, vigilancia y otros a través de prestaciones personales en los que se incluía Ejido, Almendro, Sequero, Banda de Acequia arriba y Banda de Acequia abajo, Carrizal, Aguatona y Cumbre. Tenían como antecedente por parte de la jurisdicción eclesiástica la división territorial para el cobro de los diezmos, hasta que se extinguió este tributo avanzado el siglo XIX; estos cuarteles fueron: La Candelaria, Aguatona o Berlanga y Carrizal.
La necesidad de contabilizar la población con la edad, unidades familiares, oficios y los lugares de residencia de los vecinos la encontramos en el padrón de 1836, donde quedan agrupados por sectores urbanos o barrios: calle Real, Almendro, Cuarto, Extramuros, Molinillos, La Banda, Hospital, Albercón, Sequero, Aguatona, Cumbre y pago del Carrizal.
También se reseñaban estos sectores urbanos para la planificación de los distritos y secciones electorales durante la restauración monárquica que tantos quebraderos de cabeza causó entre los vecinos, al considerarse algunos sectores agraviados con respecto a los otros y que fue motivo de muchos recursos judiciales entre las dos facciones políticas antagónica en el panorama político del municipio, donde la lista de candidatos se votaba en cada una de las secciones, provocando continuas reclamaciones de los líderes políticos en torno a si tal o cual vecino debía estar o no inscrito. En general, el municipio se dividía en dos secciones electorales y a veces en tres. A principios de la década de 1890 se produjo un controvertido enfrentamiento dialéctico en el seno del Ayuntamiento al sentirse agraviado Carrizal en relación al número de concejales que correspondía en su distrito.
Calle Nueva
La primigenia trama urbana en torno al ingenio azucarero que se desarrolla encajada en la cuenca de un barranco, va a dar lugar a una intrincada red de calles y callejones con una irregular alineación y sobre todo con una acusada pendiente que dificultaba el tránsito de animales y carruajes. Es el caso de la llamada calle real, más conocida por la acertada denominación de “Ladera” (topónimo vigente) que a través de la Banda conducía al templo de la Candelaria. Esta circunstancia obliga a las autoridades municipales a estudiar desde mediados del siglo XIX la posibilidad de proyectar lo que hoy se podría conocer por “circunvalación”, bordeando el extremo naciente y sur de la trama urbana, atravesando el Mentidero y Magel que facilitaría el tránsito de coches y carruajes.
Los primeros datos documentados referentes a su apertura datan de 1863 cuando desde el Ayuntamiento se remite escrito a la heredad de aguas ordenándoles tapar la acequia de la Candelaria para la composición y ensanche de la “Calle Nueva”, a lo que la entidad hidráulica contesta que tratándose de una obra pública sería el propio Ayuntamiento quien debía correr con los gastos.
Transcurriría una veintena de años cuando por 1885 se encarga al ingeniero Juan de León y Castillo el proyecto y éste a su vez mandó a su ayudante Francisco Herrera a levantar el plano de la nueva calle que se proyectaba por la delantera de la casa escuela de niñas, propuesta que aceptó el Cuerpo. Se daba el caso que fue el propio León y Castillo el autor del proyecto de la carretera del sur que se había iniciado en Las Palmas a principios de la década de 1860 y de la cual el sexto trozo comprendido entre el barranco de Aguatona y la Villa de Agüimes se hallaba ese año en avanzado estado, siendo recepcionada por 1887 y desde la cual se enlazaría con la Calle Nueva, abriendo el municipio de Ingenio hacia Las Palmas en una nueva vía de comunicación altamente demandada por los vecinos.
Por 1886 la corporación municipal y junta de asociados bajo la presidencia del alcalde, José Pérez, considera de grandísima utilidad la apertura de una calle que empezando por delante de la casa escuela de niñas (en aquellos momentos en obras), atravesaría el callejón de la Bagacera parar llegar a la Plaza. En su virtud acordaron que se declaraba la calle en cuestión de interés general, justificada por la situación del Templo que se hallaba en la parte sur de la población y que el tránsito de la mayoría de los vecinos fuera a través de la empinada Ladera, cuya pendiente quedaba vencida con la apertura de la calle y por tanto los coches y carretas subirían con facilidad a la Plaza. Su trazado perfectamente alineado daría lugar a la existencia de solares que facilitaban el ensanche de la población, al tiempo que daría mucha importancia al callejón de la Bagacera (actual calle Felicitas Rodríguez) que estaba casi fabricado y que en un futuro podría prolongarse hasta unirse con la carretera Telde-Agüimes.
Los dueños de los terrenos afectados por su apertura mostraron buena predisposición, exponiendo algunas variantes, manifestando que sin necesidad de expropiación forzosa daban el permiso para que por sus terrenos y solares pudiera abrirse la nueva calle de cinco varas de anchura, pagándoseles el valor del terreno afectado y resguardar a sus dueños con un muro encalado de una altura de vara y media. Examinadas las condiciones por el Ayuntamiento, acordó aceptarlas, quedando obligado a cumplirlas y responder de ellas.
La Sociedad de Pastos y la Calle Nueva
La Junta de propietarios de Medianía y Costa (posterior Sociedad de Pastos) que se había constituido en Ingenio (sus primeras obras documentadas datan de 1875), cuyos fondos se nutrían del dinero obtenido por la subasta los pastos, ya había acometido distintas obras de naturaleza social y pública, encargándose de su dirección y financiación ante la carencia presupuestaria por parte del Ayuntamiento. De esta forma se lleva a cabo la construcción de la escuela de niños de los Molinillos (hoy sala de juntas de la Heredad Acequia Real de Aguatona) y la casa Ayuntamiento, que incluía el Juzgado y cárcel en la Ladera en sustitución del anterior que ocupaba una casa alquilada en la calle de la Virgen, además de la casa escuela de niñas y carnicería en la bifurcación entre el inicio de la Ladera. Tres obras de vital necesidad para al albergar la administración política y judicial y la enseñanza pública ya que solo estas dos escuelas (la de niñas a punto terminarse), más la existente en Carrizal, eran las únicas en el municipio en aquellos momentos.
Para llevar a cabo la expropiación de terrenos y cubrir los gastos de las obras, el alcalde convoca a principios de 1887 a 120 propietarios de terrenos de Medianía y Costa para que cedieran del fondo de los pastos las cantidades necesarias para tal fin, una vez terminada la casa escuela y carnicería. Por el mes de septiembre de ese año se acuerda llevar a efecto la apertura, cubriendo la Junta de propietarios de los pastos todos los gastos, comenzando inmediatamente las expropiaciones y ya avanzado el año se acometen las obras con pagos de jornales de albañiles, peones, materiales, cal y herramientas, a través de recibos extendidos por el depositario de los fondos, José Ramírez y Ramírez. Los trabajos se llevan a cabo con más o menos celeridad los años siguientes hasta 1890.
Se daba la circunstancia que al inicio de la calle existía un amplio solar frente a la carnicería, donde se sacrificaban los animales, propiedad de la Junta de los Pastos que venía provocando desde hacía mucho tiempo las quejas del vecindario por los despojos, suciedad y mal olor y es por 1900 cuando la Junta de Propietarios acuerda vender en pública subasta un trozo al vecino colindante, el marchante Diego Sánchez Estupiñán, para invertir el dinero obtenido en hacer una muralla que evitara el mal olor y la fealdad de la matazón. Por 1902 se acuerda enajenar otro trozo de solar a Juan Sánchez y dedicar sus ganancias al mismo fin. Llegados a 1905 continúa el mismo problema y las reiteradas quejas de los vecinos, que obligan a sacar el solar a pública subasta e invertir el producto obtenido junto al remate de la carnicería en la fábrica del nuevo templo parroquial de la Candelaria, en construcción, que no debió llevarse a cabo, puesto que en 1919 tuvo que intervenir el Ayuntamiento para que la Sociedad de Pastos fabricara el solar que tanto afeaba el aspecto público, teniendo en cuenta el punto tan céntrico en que se hallaba situado. Hubo que esperar al año 1933 (la Sociedad de Pastos ya disuelta) cuando el Ayuntamiento bajo la presidencia de Juan Domínguez mandó construir un moderno edificio que albergaría las nuevas casas consistoriales y Juzgado (posteriormente agrupación escolar y en la actualidad taller de artesanía).
Fue el 1º de abril de 1919 cuando reunido el Ayuntamiento en sesión plenaria bajo la presidencia del alcalde Bartolomé Espino, se acuerda nombrar hijo adoptivo del pueblo a Manuel Luengo y Prieto, que ejercía de Delegado del Gobierno en las Palmas, en atención al interés que había demostrado por el bien del pueblo, sobre todo de las clases menesterosas y a la vez dar a la calle Nueva su nombre. La denominación de M. Luengo se cambió en plena Guerra Civil por la de General Franco, hasta época reciente que volvió a tomar el primitivo nombre de Calle Nueva, por la que popularmente siempre fue conocida, pero teniendo en cuenta que fue solo en su primer tramo hasta la entrada a la calle de la Bagacera, el resto de la calle hasta la Plaza tiene el nombre de José Morales Ramírez.
Con la proyección del popular nombre de Calle Nueva se pierde definitivamente la toponimia Mentidero, barrio donde quedó asentado el primer tramo. A medida que se van construyendo los edificios en una perfecta alineación y con una cierta unidad constructiva, la Calle Nueva se convierte con el paso del tiempo en una zona bulliciosa y cosmopolita en el centro del pueblo con distintos establecimientos de carácter social y comercial: escuela de niñas, lonja, casas consistoriales, juzgado de paz, grupo escolar de niños, taller de zapatería, latonería, panadería, cafetín, tienda de Loretita, bazar de Paca Espino, comercio de Manuel Caballero, primera farmacia (1913), tienda de Higinita, modas de Paca Rodríguez, Academia Nuestra Señora de Candelaria. Todos desaparecidos. El primitivo empedrado fue tapado por el asfalto y en época reciente adoquinada. En la actualidad, sin apenas tránsito de vehículos y personas, la Calle Nueva contempla callada su pasado.
Reconocidos personajes del siglo pasado, que tuvieron en ella su residencia ya no están con nosotros: el marchante Dieguito Sánchez, el fielatero Ricardito Boada, la maestra Lucía Espino, el alcalde Antonio Hernández, el zapatero Dominguito Hernández, el labrador Tomás Caballero, el cura José Pérez, el secretario Francisco Rodríguez, el labrador Suso Sánchez, la caladora Isabel Quintana y tantos otros que dieron vida a la Calle Nueva.